martes, 29 de mayo de 2012

El signo del poemario RELÁMPAGOS DEL AGUA

Con programa especial a cargo del Instituto Americano de Arte de Puno, la revista de literatura Letras del lago y con fecha del 18 de mayo, se llevó a cabo la presentación del libro Relámpagos del agua del poeta Victor Villegas, volumen que integra la Colección de poesía: Letras de la poesía latinoamericana, en las instalaciones del Ministerio de Cultura (antes INC), en la ciudad lacustre de Puno.
Los comentarios estuvieron a cargo de los poetas Luis Pacho (Codirector de la revista de literatura Letras del lago) y del reciente ganador del Premio Copé de oro de Poesía – 2011, el poeta Darwin Bedoya, además se tuvo lectura de poemas de parte de autor.
Victor Villegas, con su linaje de poeta el día de la presentación de su reciente publicación
 Relámpagos del agua
En plena ceremonia de presentación del libro Relámpagos del agua

El Premio Copé Internacional de Oro 2011, el poeta Darwin Bedoya, en sus comentarios sobre el libro de Villegas


El poeta Luis Pacho, explicando el mural poético del pensamiento andino en Relámpagos del agua
Al culminar la presentación, no faltaron los amigos para los comentarios finales y fotografías para el recuerdo
 
 
Victor Villegas 
Relámpagos del agua
 Colección Letras de la poesía latinoamericana
Grupo Editorial "Hijos de la lluvia" 
64 pp. mayo 2011
 Juliaca - Perú.

No hay que olvidar que el pensamiento andino siempre latente en su obra – de Villegas – hubo de encontrar en la violencia vivida en nuestro país en la década de los ochenta, y en la anábasis consiguiente, su verdadero tema, su última y más profunda razón de ser. La difusión de sus versos en la reciente entrega alcanzará aquel eco que aún se escucha en las cumbres, de nuestros Apus y nos explicará en virtud del patetismo comunicativo, de una vehemencia genuina, servido ambos por un lenguaje sobrio abundante en fórmulas desde adentro, sabiendo que el pasado se desclavará de la memoria.
Walter L. Bedregal Paz
 

miércoles, 23 de mayo de 2012

Apuntes sobre "El libro de las sombras" de Darwin Bedoya


Darwin Bedoya en la 3ra. Feria Internacional del libro (Arequipa, setiembre 2011)


Walter L. Bedregal Paz

 

«He  aquí  mi  libro,  tal  como  lo  hice:  con  mi  llanto,  con  mis  dolores,  con  mis  lamentos  y  con  sus aciertos; este es su modo y su forma y su decir, tal como se debe leerlo, antes que los comentaristas o los críticos de alguna elite o centro canónico lo oscurezcan con sus aclaraciones. Este es mi libro para  sentirlo, no requiere aclaraciones y reseñas y comentario alguno.»
Darwin Bedoya

  

Es verdad que aún faltan dos meses para tener entre manos el nuevo libro de nuestro poeta.  Sin  embargo  he  leído  y  también  he  escuchado  de  la  voz  del  propio  autor  –en  las horas de tertulia– versos de «El libro de las sombras», del ahora ganador del Premio COPÉ Internacional  2011,  Darwin  Bedoya  (Moquegua,  1974),  este  es  un  libro  que  lógicamente tuvo  varios  nombres  anteriores,  uno  de  los  que  su  autor  también  leyó  alguna  vez  se denominaba  «Mi  padre  ojos  de  caballo»,  pero  finalmente,  luego  de  las  tantas  correcciones de las que nos hablaba, quedó con el nombre con el cual participó en el mencionado evento donde participaron cerca de mil poetas de distintas latitudes de Latinoamérica. 

    Mis  primeras  impresiones  sobre  esta  reciente  poesía  de  Bedoya,  provienen  de  la  oposición entre reflexiones y humildad, entre lo épico, mítico y lo mágico. Oposiciones que, según  insinúa  el  texto,  corresponden  también  a  la  que  existe  entre  barroco  y  clásico,  e incluso,  entre  modernidad  y  antigüedad  y  que  se  fundaría  en  el  rechazo  o  anhelo respectivo,  de  algo  permanente,  auténtico,  original  (en  el  sentido  de  lo  primero,  del nacimiento  o  la  fuente);  una  «verdad  íntima»  susceptible  de  ser  descubierta  pero  no inventada, que unifica a su alrededor «todas las almas». 

    «El  libro  de  las  sombras»  tiene  como  asunto  vertebral:  el  contar,  de  esta  manera germinal,  aún  no  explícita  pero  sí  latente,  se  insinúa  ya  desde  los  dos  preludios  textuales del  libro:  «Advertencia  sobre  nuestros  nombres»  y  «Caligrafía  de  huesos»  una  reflexión sobre  el  narrar,  el  ver  (hay  imágenes  que  hacen  del  poemario  una  galería  de  retratos colgados  de  la  pared  del  tiempo)  y  sus  diferentes  dimensiones  que  irá  desarrollándose hasta  alcanzar  una  profundidad  mayor,  si  cabe,  que  la  que  atiende  al  oído,  algo  que  el narrador-poeta-sujeto(s)  lírico(s)  llevarán  a  cabo  mediante  la  exploración  de  las  relaciones entre palabra e imagen, y de cómo ambas, en su asociación, conforman el discurso lírico de este texto extenso a la manera de los grandes poemas como «Canto a un dios mineral» de Jorge  Cuesta,  «Autorretrato  en  espejo  convexo»  de  John  Ashberry,  «Algo  sobre  la  muerte del  mayor  Sabines»  de  Jaime  Sabines,  «Omeros»  de  Derek  Walcott  y,  «Rapsodia»  de  Pere Gimferrer, este último publicado hace apenas unos meses. 

    «El libro de las sombras» está estrechamente relacionado con una  poesía que cabría calificar,  hasta  cierto  punto  y  desde  cierta  perspectiva,  de  poesía  visual,  pues  se  fundamenta  en  una  serie  de  metáforas  que  asocian  o  asimilan  el  saber  y  el  mirar.  No sorprende a estas alturas que dicha exploración se lleve a cabo de manera inseparable de la trama,  como  parte  de su  estructura  temática  profunda,  con  lo  que no  estamos  de  ninguna manera ante una suerte de textos intercalados que obstaculicen el proceder de la poesía con sus variados sujetos líricos que al final asumen una sola voz, un solo canto animado por un único personaje: el hombre, el caballo. Bedoya elabora su «yo’ lírico mediante una trama de imágenes  que  confluyen  en  dibujar  un  sujeto  padre-hijo-madre-abuelo-tierra-reino,  voces varias de la memoria; voces que hablan con la muerte. Voces que existen mientras dure ese efímero soplo de existencia que llamamos vida. El poeta elabora un proferimiento lírico que se nutre de los sucesos guardados en la memoria y que los vuelve en sujeto lírico en estado de  «ensoñación»  en  el  sentido  terrígena  del  término:  un  sueño  en  vigilia  que  es rememoración de hablas de los vivos y muertos quienes  «participan» de una conversación que cruza los límites temporales y territoriales de manera que la memoria del ayer, la visión de  lo  lejano  y  la  observación  de  lo  presente  en  el  aquí  y  el  ahora  se  tornan  una  rebasada trama que no admite separaciones ni delimitaciones entre lo real y lo irreal por ejemplo. 

    Después de haber dejado claro que el objeto de la poesía de Bedoya no es lo evidente ni  lo  anecdótico,  sino  algo  más  profundo  al  parecer,  el  abuelo  materno  pasa  al  tema  de  la forma en que se expresa la poesía del autor moqueguano; específicamente se ocupa  de sus símbolos.

    Propone «hacer una clave de ellos y leer todo el libro ganador del Cope Internacional  2011, como un nuevo diccionario» el que debemos tener del padre, de los abuelos, abuelas, etc.  «El  libro  de  las  sombras»,  como  elemento  lírico,  dice,  en  su  dictamen  el  Jurado Calificador:    «Tiene  la  potencia  de  la  prosa  poética,  como  lo  dice  el  poeta:  tiene  rasgos envolventes  del  lenguaje  y  el  tema  que  tiene  que  ver  con  relatos  fantásticos  rescatados  de una  rica  tradición  de  la  oralidad  moqueguana-puneña».  Añade  en  una  entrevista,  que  le hicieron en torno al Premio… «como varias poéticas contemporáneas, en este libro también hay  indicios  de  una  hibridez,  no  solo  discursiva  y  temática,  sino  también  estilística.  «El libro de las sombras» es un eslabón, una parte de un libro que recién atraviesa las lecturas y pruebas finas, «El libro de las sombras» vendría a ser sólo el inicio o la parte introductoria del  libro  final  que  ahora  corrijo.  Tiene,  como  en  la  mejor  poesía  de  Seamus  Heaney,  un remember de la infancia, de la casa familiar, de los abuelos, de las cosas que nunca se van a olvidar». El peligro de entender el símbolo como una «clave» –ya nos advierte el poeta– es que  puede  hacernos  creer  en  su  «simplicidad»,  cuando,  en  realidad,  ellos  son  ricos  y complejos.  La  posición  que  me  permito  ahora,  es  elegir  al  menos  un  significado  posible entre el campo semántico indeterminado del símbolo y asumirlo como clave de lectura, con la  conciencia  de  que  el  proceso  de  elección  implica  cierta  pérdida.  El  resultado  de  la interpretación que intento, muestra una «concepción trágica del ser y del destino».

    El origen del hombre se remonta a la creación por el Verbo divino, y su esencia tiene que ver con el reconocimiento de la unidad primigenia; la existencia actual del ser humano es  infeliz  porque  se  ha  apartado  de  su  origen  y  ha  olvidado  su  esencia;  el  hombre experimenta un extrañamiento del estado paradisíaco, porque aún encuentra vestigios de la antigua  armonía.  Vestigios  que  residen,  por  ejemplo  –y  especialmente–,  en  el  sueño, aunque «los sueños llevan dentro de sí una sustancia suicida: la certeza de su irrealidad»; y en  el  ser  humano  existe  la  necesidad  de  recobrar  el  estado  original  de  unidad  con  el universo y el Ser creador. Y la poesía es una forma privilegiada de alcanzar ese gran fin aun cuando  no  está  a  salvo  del  fracaso.  A  mi  modo  de  ver  el  fracaso  al  que  está  expuesta  la poesía proviene de la posibilidad de falsificar el sueño y de convertirse en embuste, no en una oportunidad de redención.  «Es difícil  correr el riesgo  –puedo anotar–. Sin embargo el poeta, desde que es poeta, lo corre. Y eso mismo lo salva». La salvación que ofrece la poesía es la superación de la  existencia particular en que el hombre moderno  se ha sumido, para alcanzar un «ser» universal. Tal superación de la existencia particular se muestra como un sacrificio y quizá en ese sentido podamos entender lo trágico que le atribuyo a la poesía de Darwin Bedoya. Lo puedo describir porque es un gusto leerlo y lo describo de esta manera: Pero  [el  poeta]  levantándose  por  encima  de  su  propia  individualidad  y  por  encima  de  los otros hombres, habrá logrado una nueva existencia y un nuevo ser: el de su poesía. En ella, se  ilumina  y  se  recrea  como  poeta,  y  a  la  vez  se  quema  y  se  pierde  como  hombre... Aniquilado/revitalizado  el  yo,  el  poeta  empieza  a  «ser»,  ya  no  como  individuo  sino  como «voz»  general.  Y  esta  nueva  existencia,  es  tan  enriquecedora  «nada  repentina",  lo recompensa todo. Por ella vale la pena hasta perder «la paz, la estrella, el aire». 

    Si me remonto a la antología «Aquí no falta nadie» en la cual no ignoré la poesía de Darwin  Bedoya,  por  el  hecho  de  nacer  en  otros  aires  –otros  lo  hicieron,  negándole  un espacio  en  la  literatura  puneña–,  puedo  replicar  ante  ese  hecho:  «el  nombre  de  Darwin Bedoya  no  se  puede  olvidar  impunemente  y  el  tiempo  atestiguará  por  mí».  Hoy,  años después de esas afirmaciones, podernos decir que nadie duda del prestigio que Bedoya ha adquirido como poeta y que, quizá mucho antes de lo que creí, la poesía de Bedoya alcanzó reconocimiento  oficial  e  incluso  el  «halago  del  público».  Luego  de  algunos  homenajes  y recitales en Moquegua y Puno a los cuales no se ha negado a asistir, hemos visto al poeta sosegado, pensativo y tranquilo, como siempre suele mostrarse, nos ha hablado de terminar su  libro,  es  decir,  culminar  el  anuncio  que  es  «El  libro  de  las  sombras»,  pues,  según  ha comentado,  «El  libro  de  las  sombras»  es  la  parte  introductoria  de  un  libro  mayor  que pronto estará concluyendo, ya lo hemos oído leer algunos fragmentos.
Darwin Bedoya, en postal para el recuerdo junto a: Javier Núñez, Walter Bedregal, José Cordova y Gloria Mendoza


    Sirvan  estas  palabras  como  un  principio  de  asomo  a  uno  de  los  aspectos  cardinales de este poemario donde el autor trenza y narra una mirada penetrante sobre la memoria, la vida, la muerte, la pasión, el ejercicio poético y toda una significación que implica el trabajo, el ejercicio literario.  
 
 
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miércoles, 16 de mayo de 2012

Fallece escritor y docente sanmarquino Carlos García Miranda

 
 
 
Carlos García Miranda.
c.u. 16-05-2012 | La Universidad Nacional Mayor de San Marcos (UNMSM) cumple con el penoso deber de comunicar el sensible fallecimiento de quien fuera distinguido docente de la Facultad de Letras y Ciencias Humanas (FLCH) Carlos García Miranda, este miércoles 16 de mayo, tras soportar una penosa enfermedad. Asimismo, expresa sus más sentidas condolencias a sus familiares.

Sus restos son velados en la Capilla Nº 1 del Hospital Edgardo Rebagliati (Av. Domingo Cueto - Jesús María) hoy, hasta las 10:00 p.m., y mañana, a partir de las 8:00 a.m. El sepelio se realizará en el cementerio Campo Fe de Huachipa, partiendo a la 1:00 p.m. del día jueves 17 de mayo.

Carlos García acompañado de los docentes  Mauro Mamani, Gonzalo Espino y Dorian Espezúa en el Instituto Raúl Porras.
Luego de seguir estudios de Educación en la Universidad Nacional Federico Villarreal, el profesor Carlos García (1967) ingresó a la Escuela Académico Profesional de Literatura en 1989, donde se licenció con la tesis Metacrítica, representación e identidad cultural en la narrativa negrista de Antonio Gálvez Ronceros, en 1999, publicada más tarde por la FLCH.

Realizó estudios de maestría en Literatura Peruana y Latinoamericana en su alma máter. Como docente, se especializó en narrativa peruana y latinoamericana, así como en teoría literaria. Magíster por la Universidad de Salamanca, España, se encontraba terminando su tesis doctoral acerca de Huamán Poma de Ayala.

García Miranda, casado con la filóloga griega María Koutentaki, fue un escritor perteneciente a la generación de los noventa, junto a Iván Thays, Ricardo Sumalavia y Sergio Galarza, entre otros. Sus ensayos y cuentos aparecieron en revistas especializadas de España, Estados Unidos y Perú.

En 1992 obtuvo el Primer Premio en los Juegos Florales Interuniversitarios de la UNMSM con su libro de relatos Cuarto desnudo, publicado años después bajo el sello editorial Dedo Crítico (1996). Asimismo fue finalista en el Premio de Novela de la Universidad Nacional Federico Villarreal con su libro Las puertas (Lima, 2002).

 Portada de  Utopía Negra, estudio sobre la obra de Antonio Gálvez Ronceros.

Este viernes 18 de mayo, presentación de: RELÁMPAGOS DEL AGUA


EL INSTITUTO AMERICANO DE ARTE DE PUNO

Y

LA REVISTA DE LITERATURA “LETRAS DEL LAGO”

 
INVITAN A LA PRESENTACIÓN DEL LIBRO DE POESÍA

“RELÁMPAGOS DEL AGUA”
DE VICTOR VILLEGAS ARIAS


Victor Villegas 
Relámpagos del agua
 Colección Letras de la poesía latinoamericana
Grupo Editorial "Hijos de la lluvia" 
64 pp. mayo 2011
 Juliaca - Perú.

 
COMENTARIOS:
 
1) Luis Pacho
Escritor y Codirector de la Revista Letras del lago.
2) Darwin Bedoya
Escritor, reciente ganador del Premio Copé de oro de Poesía – 2011.
3) Palabras y lectura de poemas del autor.
 
 
CON PROGRAMA ESPECIAL
 
FECHA:
Viernes 18 de mayo de 2012.
HORA:
7:00 a.m.
LOCAL:
Ministerio de cultura (antes INC).
Esquina Jr. Deustua con Conde de Lemus
Puno - Perú 
 

martes, 15 de mayo de 2012

Un adiós a Fuentes, precursor de la nueva novela hispanoamericana

Por The Associated Press Hoy a martes 15 de mayo a las 04:38 horas
 
Como una metáfora de su apellido, el prolífico autor mexicano, catedrático y embajador Carlos Fuentes desbordaba de inspiración.
 
Escribió más de 20 novelas, además de una ópera, cinco obras de teatro, nueve libros de cuentos, varios guiones de cine (algunos basados en sus libros), algunos libros de política y una biografía, además de un sinnúmero de ensayos, columnas de opinión y críticas literarias.

En sus libros se destacaba una cierta obsesión por definir la identidad del país y sus habitantes, desde la época prehispánica hasta la actual, y sus luchas sociales y morales.

El galardonado autor de "Aura", "La muerte de Artemio Cruz" y otros éxitos literarios, y uno de los incuestionables iniciadores del auge de la literatura hispanoamericana, falleció el martes a los 83 años en un hospital de la Ciudad de México.

A juicio de numerosos críticos, su primera novela, "La región más transparente", inició lo que se dio en llamar la nueva novela hispanoamericana. Medio siglo más tarde, el mismo autor fijó el texto definitivo de "La región" en una edición especial para la Asociación de Academias de la Lengua.

Fue galardonado con el Premio Rómulo Gallegos en 1977, el Cervantes en 1987, y en el 1994 con el Príncipe de Asturias, la Medalla Picasso de la UNESCO y el Grizane Cavour.

También recibió en 1992 la distinción de Legión de Honor del gobierno de Francia, en el 2006 recibió el Premio a la Libertad de Expresión de la Fundación Roosevelt, y en el 2008 la Medalla 1808 que otorga el gobierno del Distrito Federal de México, mientras que en el 2009 recibió la Gran Cruz de Isabel La Católica.

Al menos recibió 15 doctorados honoris causa de universidades como Harvard, Cambridge y la Nacional Autónoma de México y fue catedrático en instituciones en varios países.

Junto con Emmanuel Carballo fundó en 1955 la Revista Mexicana de Literatura, que pretendía ser un foro abierto de expresión para los jóvenes creadores de la época. También fue coeditor de "El espectador" (1959-1961) y, desde 1960, editor de "Siempre" y "Política".

A los veintiséis años se dio a conocer como escritor con el volumen de cuentos "Los días enmascarados".

Pero su inclinación por las letras era evidente desde mucho antes: a los 7 años comenzó una pequeña revista con crayones en que comentaba películas y libros o los acontecimientos de su familia. A los 11 años redactó su primer cuento y en la preparatoria participó en un concurso de literatura cuyo único requisito era someter trabajos anónimos y se llevó los primeros tres premios.

"Empecé muy joven. Yo tenía esa vocación muy clara que me inculcó mucho mi padre", dijo en una entrevista para la Cadena de lectores Alfaguara.

No obstante, su primer libro insigne fue "La región más transparente" que escribió a los 28 años.

En una entrevista con AP en febrero de 2008 dijo que esa novela "ha resistido el tiempo, lo cual no esperaba. Había muchas voces que decían: 'Esto dura un mes y se acabó'''.

Esos críticos "están muertos", dijo con una sonrisa.

Su novela "Gringo viejo" (1985), fue llevada al cine bajo el título de "Old Gringo" (1989) y fue protagonizada por Gregory Peck y Jane Fonda.

Lo mismo ocurrió con su novela "La cabeza de la hidra" en 1981 dirigida por el mexicano Paul Leduc bajo el título de "Complot Petróleo: La cabeza de la hidra" con cuyo guión colaboró. Además trabajo en la filmación de la serie televisiva "El espejo enterrado", que transmitió en 1992 y sobre cuya base publicó un libro homónimo.

En 1998 editó "Retratos en el tiempo" donde expuso sus reflexiones sobre 25 personajes, seleccionados a partir de fotos tomadas por su hijo -Carlos Fuentes Lemus- entre ellos Salman Rushdie, Norman Mailer y Juan Goytisolo.

Hijo de un diplomático, nació el 11 de diciembre de 1928 en Panamá y durante su niñez vivió en Montevideo, Río de Janeiro, Washington, Santiago y Buenos Aires. Obtuvo una licenciatura en leyes en la Universidad Nacional Autónoma de México (UNAM) y se doctoró en el Instituto de Estudios Internacionales de Ginebra, Suiza. En 1950 inició estudios de Derecho Internacional en la Universidad de Ginebra.

A mediados de la década del 60 se hizo diplomático y sirvió como embajador de México en varios países. En 1978 cuando el ex presidente Gustavo Díaz Ordaz, bajo cuyo mandato ocurrió la matanza de estudiantes en Tlatelolco, fue designado embajador en España, Fuentes en protesta renunció a esa labor que entonces realizaba en Francia.

Su vida estuvo marcada por constantes viajes y estancias en el extranjero, sin perder nunca la base y plataforma cultural mexicanas.

Fuentes aseguraba que la mayor función de la literatura era crear nuevas realidades y decir lo que de otra manera no se podría. Opinaba que por ello durante las dictaduras se prohiben libros y se encierran, destierran o asesinan autores.

"Toda literatura dice lo que no puede decirse de otra forma", incluso si no se trata de ciencia ficción, destacó en el 2008. "La literatura se inserta en el discurso humano para liberarnos de los engaños del poder y del lenguaje único y dogmático", reflexionó en un acto celebrado en el Auditorio Nacional, una enorme sala de espectáculos con capacidad para 10.000 personas cuya entrada fue gratuita, como parte del homenaje nacional que se realizó en México con motivo de su 80 cumpleaños.

A pesar del reconocimiento de su obra en el 2001, cuando Carlos Abascal era secretario del trabajo, encontró a su hija leyendo "Aura", texto que calificó como de una "fuerte sensación sensual", y el funcionario pidió que la directora de la secundaria en la que estudiaba su hija fuera sancionada por recomendar esas lecturas a los estudiantes de tercer grado.

Esto causó gran polémica en el país, pues se consideró un intento de censura para el libro.

"Cuando un libro es objeto de un acto de censura como que resucita el libro. 'Aura' fue objeto de un acto de censura que yo agradezco, porque gracias a esa censura se multiplicaron las ventas del libro; brincaron a 20.000 ejemplares a la semana. Imagínense ustedes, cosa que nos tenía felices a mi editor y a mí", dijo durante una actividad en la feria del Libro de Guadalajara también en el 2008.

Sobre su ópera, estrenada como parte del homenaje por sus 80 años, dijo que la idea surgió hace varios años cuando acordó con Mario Vargas Llosa reunir a doce escritores para que se inspiraran en "su dictador favorito" para la creación de una nueva obra.

De allí surgieron varias novelas sobre distintos líderes políticos: Gabriel García Márquez escribió "El otoño del patriarca", cuyo personaje central se inspira en dictadores como el colombiano Gustavo Rojas Pinilla, el español Francisco Franco y el venezolano Juan Vicente Gómez; Alejo Carpentier publicó "El recurso del método" y Augusto Roa Bastos "Yo, el supremo", ambos sobre el líder paraguayo José Gaspar Rodríguez de Francia.

Fuentes dijo que en su caso se inclinó por una ópera porque quiso poner a quien describió como "el personaje más llamativo de nuestra colorida vida política", a bailar y cantar "con todo y su pata de palo".

Aunque en algún momento de su carrera tuvo la "aspiración de escribir una novela total", con el tiempo descartó esa fijación porque luego prefirió dejar obras "abiertas", con ciertas imperfecciones y "heridas por donde el libro pueda sangrar".

"No sé", dijo en una ocasión sobre una posible autobiografía. "Es una cosa que se presenta, son frutos que caen o no del árbol... Uno va aplazando la biografía como se aplaza un poco la muerte. Escribir mi autobiografía es como escribir mi lápida".

Fuentes, que siempre vestía impecable, estuvo casado con la actriz Rita Macedo de 1959 al 1973, con la que tuvo una hija. Tras su divorcio se casó con la periodista Silvia Lemus con quien procreó dos veces más. Él mismo contaba que tuvo varios amoríos con actrices como Jeanne Moreau y Jean Seberg.

Sólo le sobrevive una de los tres hijos que tuvo.

Fallece el escritor mexicano Carlos Fuentes

El escritor ha muerto a los 83 años en un hospital de la capital de su país.
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El escritor mexicano Carlos Fuentes ha fallecido a los 83 años en un hospital de Ciudad de México debido a problemas cardiacos, según fuentes del centro médico. Carlos Fuentes fue un intelectual extraordinario que cuestionó durante toda su vida a su país, México, por ser incapaz de construir una democracia más auténtica y desde la literatura encaminó a la narrativa en lengua española hacia la modernidad. Crítico del nacionalismo oficial mexicano, cosmopolita, Fuentes -nacido en Ciudad de Panamá en 1928, de padres mexicanos- ejerció una notable crítica contra su país, en particular invocando una y otra vez su incapacidad para convertirse en una sociedad moderna y empeñado en desvelar los misterios del alma mexicana.

Su concepción de la lengua era "como un río caudaloso a veces, apenas un arroyo otras, pero siempre dueño de un cauce (...), toda una profusa corriente de oralidad que corre entre dos riberas: la memoria y la imaginación". Amante del idioma en que escribía, llegó a decir que su lucha por conservar el español duró toda su niñez, pues estuvo "a punto de perder su idioma nativo cada veinticuatro horas". "El idioma quería decir para mí nacionalidad: era un conjunto opresivo de significados sujetos siempre a lucha, a reconquista", apuntó.

Considerado el fundador de la novela modernista en México, el intelectual cursó estudios superiores en la Universidad Nacional Autónoma de México (UNAM) y en el Instituto de Altos Estudios Internacionales de Ginebra (Suiza). Fue desde muy joven cuando su valía literaria comenzó a sobresalir y a contribuir a la universalidad de una generación de escritores extraordinarios que formarían el llamado boom latinoamericano.

Admirador de autores como los británicos D.H. Lawrence (1885-1930) y Aldous Huxley (1894-1963), Fuentes consideraba pertinente la ficción para responder a las preguntas de cómo éramos y cómo seremos, y conocer el mundo desprovistos de la racionalidad. "Ni la ciencia, ni la lógica, ni la política nos darán una respuesta. Tampoco nos la dará la novela. Lo que hace la novela es plantear la pregunta de una manera equívoca, de una manera cómica, transgresora que las otras disciplinas no nos permiten", llegó a decir.

A su obra narrativa el propio Fuentes la llamó la Edad del tiempo, e incluye títulos como Los días enmascarados (1954), La región más transparente (1958), La muerte de Artemio Cruz (1962), Gringo viejo (1985), La silla del Águila (2003) y La voluntad y la fortuna (2008), sobre la violencia ligada con el narcotráfico. Entre sus ensayos destacan títulos como Cervantes o la crítica de la lectura (1976), Los 68 (2005), y La gran novela latinoamericana (2011).

En 2008 el español Juan Goytisolo dijo que Carlos Fuentes logró junto con García Márquez y el resto de los llamados autores del boom latinoamericano "que entroncara de nuevo la literatura española con la modernidad" después de que España diera la espalda a la cultura universal durante siglos. Para el crítico literario mexicano Christopher Domínguez, "la obra de Fuentes es el conjunto más complejo y variado de la narrativa mexicana", y en la misma estuvieron "todas las conquistas y tendencias de la literatura contemporánea". Señala que "el desarraigo" es el punto de partida permanente de Fuentes, un escritor que llegó a describir su quehacer literario como una lucha de un boxeador con las palabras, a las que siempre trató de no dejarlas entrar en su acepción común y corriente.

Domínguez destaca entre toda su obra la novela Terra Nostra (1975), "el único de sus libros que puede ser leído más allá del horizonte mexicano y la novela que lo sobrevivirá". De esa novela dice que está hermanada con Rayuela de Julio Cortázar, Cien años de soledad de Gabriel García Márquez y Conversación en La Catedral, de Mario Vargas Llosa, y la considera el más alto exponente del "gran Fuentes".

Sobre la transición que comenzó en 2000 en México con la llegada al poder de Vicente Fox de la mano del conservador Partido Acción Nacional (PAN), Fuentes dijo que el mandatario "llegó con una ola de entusiasmo renovador que no se podía cumplir". En ese mandato, que duraría hasta 2006, hubo según el escritor un "Gobierno holgazán" en México, que "dejó pasar el momento histórico" que le correspondía tras sacar al Partido Revolucionario Institucional (PRI) de 71 años consecutivos en el poder.

Entre los muchos premios que ha recibido destacan el Cervantes (1987), el Príncipe de Asturias de las Letras (1994), el de Biblioteca Breve por Cambio de piel (1967), y el Nacional de Literatura de México (1984). Además se hizo acreedor a distinciones como la Orden de la Independencia Cultural Rubén Darío, otorgada por el Gobierno sandinista (1988); la Orden al Mérito en Chile (1993) y la española Gran Cruz de la Orden de Isabel la Católica (2008).

martes, 8 de mayo de 2012

Un RECONOCIMIENTO junto al Titikaka


A iniciativa del Grupo Literario "Alberto Mostajo" de la UNA - Puno, liderado por su gran animador cultural y estimado amigo Alan Mamani, junto al Grupo Literario "Hijos de la Lluvia", y el conglomerado en su conjunto de la revista de literatura "Letras del lago", se reunieron el pasado viernes 04 de mayo en el Salón de Grados de la Facultad de Educación de la UNA - Puno,  escenario de un notable acontecimiento que se constituye en un RECONOCIMIENTO al poeta Darwin Bedoya Ganador del Premio Internacional Copé de Oro 2011. El lago Titikaka junto a los Apus nos proporcionaron un hermoso y cálido ambiente que se realizó en un día excepcional; el poeta recibió la RESOLUCIÓN DEL RECTORADO de la UNA - Puno, por su labor poética y por el galardón que enaltece las letras del altiplano nuestro,tierra de tradición literaria. La presencia de los amigos y estudiantes de la Facultad sobrepasó con creces las espectativas de los organizadores, que además fueron testigos del lanzamiento de un número más de la única revista de literatura que sobrevuela el ambiente literario nuestro.















El poeta Darwin Bedoya, y su discurso de un mundo dividido



El poeta flanqueado por intelectuales puneños (en la que destacan las presencias del Dr. Juan Luis Cáceres Monroy (1ro. de la izquierda), Walter L. Bedregal Paz, Luis Pacho, José Luis Velásquez Garambel (Darwin Bedoya),el narrador Feliciano Padilla y Victor Villegas.
Darwin Bedoya, dejando su recuerdo para los estudiantes en sus textos publicados.









El poeta posando para el recuerdo, junto a grandes amigos.