jueves, 23 de diciembre de 2010

Kuyaq epic: Desolación y memoria en Tiento de Rocío Cerón



darwin bedoya


I.- Mientras dura el silencio o la representación de lo ausencia:

[…] deben ser Nostalgia de la muerte (1938) de Xavier Villaurrutia, Muerte sin fin (1939) de José Gorostiza y Algo sobre la muerte del Mayor Sabines (1973) de Jaime Sabines, los más altos referentes de la poesía mexicana referida a la memoria, la desolación y a la muerte. Estos libros de alguna manera tienen filiaciones con el más reciente libro de Rocío Cerón (Ciudad de México, 1972), autora de Tiento, (UANL, México, 2010, 78pp.) En esta sexta entrega de la poeta, ganadora del Premio Nacional de Literatura de México Gilberto Owen 2000; encontramos éteres que nos hablan de la memoria, la desolación, el vacío, además de la conservación y pérdida de la ilusión y nos antepone la muerte como calma y auge de la vida ante la epicidad de la voz que señala estar aquí, ahora. Las fronteras discursivas que Cerón emplea nos remiten a lo que Nietzsche, en El origen de la tragedia, advierte: El yo del poeta lírico sale desde las profundidades de su ser: su subjetividad, en el sentido de la estética moderna, puede tener indicios de una ficción. En Tiento aparecen personas poéticas de naturaleza ambivalente: autónomas frente al poeta pero también, en un plano simbólico, con varias representaciones que convergen en suertes de máscaras, voces múltiples (la madre, la hija, Eleonora), diversas y aun opuestas/mezcladas entre sí. Voces que al final permiten recomponer un verdadero rostro, aquel que no es otro que el sujeto poético que precisamente aparece en el poema que le da nombre al libro: TIENTO: Una familia es tiento. Precisión de sangre./ Una familia es borde.// Derrumbe y asidero.// La habitación es el centro donde rondan los nombres./ Un padre es trayecto entre la creciente y lo que cae.// Algo ahí espanta./ Lo que aprendimos aquí no se consume.// Las flores artificiales no mueren (sabido), todo lo fugaz es/ inconsolable (mi padre sobre la cal o la cal en él o el fuego/ abrasando su espalda).// Podríamos ser posibilidad. Podríamos ser el decorado.// Una madre es vastedad y cacería. Proporción y queja./ La madre (me digo) resuena cerca, estaría aún antes de la vida:/ dificulta lo solo, lo uno, lo arrojado tras de sí.// En el fondo, contraste y azul miedo, el jardín familiar, las buenas tardes,/ la tierra aprendida, el gesto.// Algo ahí espanta.// Una familia es tiento (repito), sobreabundancia de acordes:// —Permanezca de pie, no se vislumbre el piso.// —Permanezca en ambos reinos, la totalidad de sangres sea punto de/ destino.// —Permanezca acotado a lo que induce el llanto (todo duelo es/ bautizo).// —Permanezca con las manos entrelazadas sobre el regazo (la falda/ de madre es sustento).// —Siga a fondo, nombre lo que significa cuna, muñeca, ventana./ Asidero o dombeya oscura en la lengua: densa constelación de/ linaje (muertos o avellano en flor). Diga Padre (sepulcro) y tome la/ mano de ella. Eleonora.// —Éramos lo real, prado y follaje, entonces éramos ricas. (Abuela/ canta tristezas sobre mi hombro todo el día, todo el viento, todo el/ peso.)// —Entonces Belgrado era suave cosa, violín matinal, gris costa, casa.// , // Una familia es tiento (reitero), vapor y silueta apenas definible.// Y su mano abierta era advertencia.//En el circo las aves dejan de ser migratorias, los leones vagan y el escarabajo más grande del/ mundo anticipa en su silencio el futuro.// Ese invierno.// La caricia en la mejilla. La última casa (donde nunca hubo suelo). Abuela esconde en su seno los restos (migas) del apellido. En ese gesto anticipa la caída.// Algo ahí espanta. Algo, ahí, ya escribe la historia. (p. 34,35 y 36) En este poema se muestra ese algo ahí espanta que evoca la característica visión de la apropiación, el extrañamiento y el encantamiento que puede producirse en y a través de la escritura, la desolación pues funciona como la metáfora de encarcelamiento y liberación a partir de la palabra. El poema posee imágenes aparentemente inconexas entre sí, pero que se unen a partir de referentes, temporalidades, situaciones, recuerdos y metáforas. Esto representa la primera manifestación por romper las leyes de organización de sentido a partir de una lógica distinta, tal vez caos que, según Novalis, es necesario en la poesía. Casi todas las imágenes sugieren la conexión intrínseca entre el hecho de un conjunto familiar y los sucesos de cada uno de los ahí presentes. El poema pasa de la melancolía a la ira, de la ira a la contemplación y a la remembranza, al lenguaje del encierro, a la negación y a la inhibición. Por momentos establece una relación metonímica entre la voz del sujeto poético y su imposibilidad de ser otra vez la misma, pero distinta. Los versos de este texto sugieren una tácita incapacidad abarcadora como consecuencia de la represión de los tiempos idos, el encantamiento, la posibilidad, el destino y la fábula pavorosa de una vida. En este poema TIENTO, aparece también la figura del padre: Diga Padre (sepulcro) y tome la/ mano de ella. Eleonora. Estas alusiones vienen a formar una parte de la alteridad que condensa el libro y que nos remite a estos versos de Elías Canetti: Entre estos montones de ausentes y desaparecidos, él sobrevivirá. O estos otros de Georg Trakl: Sobre los blancos párpados del muerto florece el arbusto silencioso. O finalmente estos versos de Jaime Sabines: Padre mío, señor mío, te has muerto y me has matado un poco. Cerón dirá entonces: Padre mío. Con la astucia de la lengua/ La que atrae moscas, granulación, pantano/ La tarde padre, la tarde// ¿Dónde está la certidumbre, la fiera certidumbre de que te/ ahogaste en rastros? (ANOTACIÓN SOBRE LA BRUMA, p.21)

Este libro posee entidades que giran en torno a las ideas mencionadas, claro que las fracturas del lenguaje, en las tres partes del libro, van dando razón de los dispositivos que activan la voz poética para hacer de su palabra una forma memorable. El sentido plural de la voz poética o sus complejas y variadas formas de emisión es abordado con prolijidad por la autora. Tanto que a veces desparece esa intención de pluralidad. El sentido de una tragicidad va alcanzando una tensión más expresiva, más efusiva y personal para proponernos un planteamiento casi dramático del poema. Casi impersonal o muy personal, pues la línea discursiva efectúa un recorrido histórico por la progresión despersonalizadora que ha ido definiendo a la cuestión de esta poética y, además, despliega una amplia tipología de formas de dramatización o representación del yo: desde un hipotético grado cero de notable identificación del poeta real con la voz que emite el poema (en el que queda inscrito, por ejemplo, el nombre de la primera circunstancia que podríamos llamar autobiográfica) hasta la ocultación del yo de la poeta tras una embozo objetivador, en busca de una expresión distanciada, en la forma del monólogo dramático y sus múltiples derivaciones.

El registro sobre el que gravita Tiento —la singularidad espacio-temporal de su discurso y la individuación de sus personajes— es enunciado con precisión: se trata de la reminiscencia por la heredad-terredad familiar. En estas circunstancias, es la funcionalidad de lo histórico lo que converge en la configuración de un relato poético cuya vocación épica es indiscutible y no puede ser soslayada. Relevar lo poético de este discurso implica, por lo tanto, elevar a la superficietodo lo que de mítico tiene el pasado familiar. Pero al mismo tiempo, es preciso destacar que, si la unidad entre épica e historia familiar comporta una clave interpretativa fundamental, no menos importante resulta la jerarquización que opera en dicha unidad, graduación en la que el rigor de los sucesos del registro histórico familiar es simbolizarlo junto con las posibilidades de que Tiento ha sido pensado —y escrito— en los términos que impone la poética de la autora. De este modo, el relato poético no se abstiene de consignar lugares, fechas y nombres que guíen al lector, aun cuando ya desde las primeras páginas éste sepa dónde localizarlos (Kalemegdan, 1947). La densidad del relato familiar, por momentos o a menudo, es reemplazada por la voz autoral, es decir, por una entidad que posee un estatuto ¿diferente? al del suceso, y, por ello, una completa adecuación con las exigencias del universo poético. En pleno conocimiento de la figura que asume Eleonora en el texto poético.

Hay que mencionar también que la tragicidad-epicidad de Tiento opera en varios niveles. Si bien el elogio de las acciones, dignas de ser rememoradas, viene a ser su punto inicial, no menos importante resultan los mecanismos mediante los cuales, partiendo de la trilogía de presencias femeninas, se llega a proponer una imagen profundamente relevante a pesar de las cenizas y la lejanía de la familia. En efecto, las descripciones-imágenes vienen a confirmarla, en una época en que urge definir la naturaleza de la vida familiar, como verdadero espacio vital. Por ello, no hay razones que validen o desacrediten su defensa, del mismo modo en que tampoco hay razones que permitan comprender su estricta significación en la memoria poética. Cada quien sabe que la familia no es una idea —no puede serlo—, sino una experiencia vital contenida en cada uno de sus lugares, en cada casa, en cada sitio, en la vida misma. A la vez que la elaboración y la mitificación del espacio que propone Tiento significa una condición que repercute sobre la naturaleza de aquellos que habitan un lugar que, por ser una entidad viviente, resiste toda abstracción y se torna en rotunda poesía. Por otro lado, la posibilidad de tratar sucesos del pasado en términos épicos no se deriva sólo de la materia a ser tratada, sino también de las virtudes que corresponden a quien se arroga el derecho de rememorarlas. El ejercicio de la memoria en Tiento, pues, viene definido por las potencias que la poeta está en condiciones de canalizar. Nuestra autora, entonces, actualiza un horizonte de orden anterior a la vez que está, simultáneamente, recreando el espacio poético, garantizando un régimen de verdad que se ubica en los márgenes de la racionalidad que podríamos esperar de una apropiación histórica familiar y el cúmulo de sucesos que conforman las luchas por la vida. Se comprende así que en Tiento, inclusive partiendo de Apuntes para sobrevivir al aire (2005), Imperio (2009), hay una tradición poética que encuentra su punto de partida nada más y nada menos que en Homero, con La Odisea, esos hilos mediadoresentre los secretos de la tradición, el retorno, el vacío, las ruinas, el viaje y la inteligencia de la nueva poesía se dan, de igual modo, en Tiento. La inflexión de este libro va adquiriendo, poco a poco, una armonía temperada que empieza en la segunda parte del libro: AMÉRICA, desde allí la voz lírica sabe reflejar con justeza las emociones cambiantes del núcleo que sostiene el discurso, y ello incumbe a todo el tejido verbal del texto: el rumbo de los alteres, la elección del ritmo y una entonación determinadas. Las anotaciones a las geografías distantes empiezan con KALEMEGDAN, 1947, es a partir de este punto donde la autora hace referencia y memoria de los lugares. Aquí menciona una geografía llamada Puno: los referentes que señalan a ese espacio del altiplano peruano son anotados por J. M. Springer en el epílogo del libro. Las reticencias son claras: Un recuerdo: el estruendo y su silencio.// Ruido: geografía asentada en la ausencia/ (no, no asidor, sino hundimiento, cuerpo alojado/ /centuria/ tallo o bulbo en la idea, en la corteza cerebral. / Frase que acusa al preludio.)// Lo antes dicho: casa tiempo materiales de desalojo.// ¿Dónde el país piel ojo de dios batalla o domo para vivir en la/ idea de ti?// Hombre mío. Sangre el cielo. Gris altiplano./ Gris sierra. Gris pampa. Gris bufeo. Gris lago Titicaca. / Gris bruma. / (ANOTACIÓN SOBRE LA BRUMA, p. 21.) Otros versos que aluden al altiplano peruano (¿gris, gris?), esta vez a Puno, concretamente están, por ejemplo, en el primer poema de la segunda parte, AMÉRICA, allí podemos leer: Era una isla o un monte cubierto por chozas (p.55) Tal vez esa isla o monte se refiera a los Uros, Taquile, Amantaní u otra isla del Titicaca. En el siguiente poema señala: Todo exacto, piedra sobre piedra, bajo el estupor. (p. 56) Quizá esa piedra sobre piedra haga referencia a las Chullpas de Sillustani. Finalmente, una referencia más al altiplano puneño la encontramos en el poema que cierra la segunda parte del libro, AMÉRICA: Los platos vacíos. En el fondo, el campo de gravedad es el tono. El azul. No azul sino provincia y rastro, donde hemos dejado −Eleonora flotante a la mirada. Cielo. La mirada hace la patria. Su país se le ensancha se le gesta se le encima. América no es orquídea ni animal o pariente. Tersa era la voz de la abuela. América deambula entre franjas. Acarrea agua sucia. Retoña entre la mierda. América madre. América padre. Ofrenda algo. Ofrenda algo de cuerpo a la Pachamama. Entra a esta tierra y hazte un orificio en la lengua. Forma y pasaje en el sermón de las piedras. Nudo ciego entre ríos. Cordillera. Tu piel —Atacama & Sonora, es concentración, vueltas en círculo, cartografía y nudos. Siglo. (p. 63) En estos versos, al igual que en todo el discurso poético de Tiento, Cerón ilustra la importancia decisiva del acierto del tono para sortear el patetismo a la hora de comunicar sentimientos intensos y esa manera de citar, lugares belgradinos, balcánicos, uruguayos, mexicanos, peruanos, puneños, etc. Tal vez esto tenga que ver con los efectos reiterativos del exceso de participación o, con la manera de reflexionar sobre las cautelas de una imposibilidad, una utopía, o algo que no puede hacerse a menudo y, con mayores dificultades, en la poesía. Pero sin embargo, en este libro, suceden de una manera bastante elaborada. ¿Ofrenda algo de cuerpo a la Pachamama?

II.- Nadie nos extrañará o la reinvención de la memoria:

[…] este volumen nuevo de Cerón expresa un profundo deseo de superar los límites impuestos por la memoria y la desolación: ambas escisiones están, en el discurso poético, conscientes, tanto de la dependencia mutua de sus estructuras intelectivas y la capacidad cognitiva de los sistemas del lenguaje, como también de la imposibilidad de la aprehensión del logos por la palabra. Así, la poética de Tiento va alcanzando tensiones inesperadas, va intensificando el desamparo y la memoria y belleza de la gesta de la condición humana. Los poemas de Cerón buscan nuevas formas literarias, cercanas a la narrativa y en ella, disuelven los materiales de un entorno estético que se patentiza después de consumarse en una melancolía y más de una desolación que casi era esperable, quizá como expiación del goce desmedido en un estado infinitamente cercado por el discurso que arranca la atmósfera de estos versos. En este libro, reiteramos, casi al igual que en el anterior, Imperio, la poeta construye la figura del abandono, que expresa, por instantes, la forma de cierta complacencia con la desaparición de la vida. Quizá el gran desafío de los poetas contemporáneos —y en el fondo, de todos los poetas— haya sido transformar su sensibilidad en un vehículo apto para expresar la vida actual y cotidiana. Tiento es indudablemente un libro de los que han aceptado ese desafío y lo han transformado en bandera de lucha. Además, estas imágenes son un friso de la tragicidad y desolación donde parecen mezclarse todos los tiempos, todos los pueblos en todas las épocas. En estos poemas conviven hechos, personajes, sentimientos, sin cronologías estrictas. Cerón intenta, por medio de esta escritura, dar cuenta de la experiencia del mundo, de su mundo, con sus días, sus noches, sueños, sombras, personajes sonámbulos, noctámbulos y amor y amanecer y nostalgia y desesperación; de ver venir la noche. Aunque resulte paradójico, para ese dar cuenta de la experiencia del mundo, la poeta tiene que detenerse en ese sitio minúsculo, como quien tiene que pararse en una rastra del patio de su infancia para rever toda su vida en una hoja en blanco. Tal vez por ello, el potencial de este libro, su capacidad de absorber asociaciones siempre nuevas, difícilmente pronosticable, se encuentra relacionado con su reserva de lo no dicho. Es aquí donde la voz lírica se rompe en partículas íntimas y logra su objetivo: hacer sentir, lograr mover las sensiblerías. Esto supone que la poesía de Cerón nace de una veta, recogida a partir de la ¿honda fascinación? por la desolación. Una tragicidad tan larga y demorada que se va haciendo obsesión de distintas maneras, quizá llegando al punto de cortejar al vacío, a la bruma, a la terredad, a la migración, a la heredad, para recrear múltiples cosmos, variados núcleos semánticos regidos por un tema. A propósito de estos núcleos, Marguerite Yourcenar decía: estoy cerca del núcleo misterioso de las cosas así como en la noche nos hallamos, en ocasiones, cerca del corazón. Este texto de Cerón también nos muestra otro tanto de fragilidad y rigor así como de consecución y goce, al igual que de trayectoria y poesía.

Podemos afirmar entonces que en el transcurrir del discurso se va creando una suerte de memoria poética múltiple, cada una con poderes diferentes: la memoria y los recuerdos que formamos en la tierra de adopción y la memoria profunda, con raíces lejanas. La prueba de que estas memorias se encuentran y dialogan la descubrimos límpidos poemas-sueños. El encuentro de las dos memorias se puede experimentar también en la vivencia de una relación profunda, en el momento que nos parece que hablamos nuestra lengua, cuando en realidad hablamos una lengua que conocemos y no entendemos, ¿un lenguaje interno? Este término quechua Kuyaq: tristeza y ese vocablo inglés Epic: heroico, colosal, dialogan también con las dos memorias cuando no juzgamos la realidad del ¿exilio? en manera separada, porque esa realidad nos pertenece y nos invita a una respuesta vital y creativa, tanto como la correspondencia de esta expresión nahua: in ixtl in yólltl: rostro y corazón. Interior-exterior: tristeza colosal. Kuyaq epic. Por consiguiente, el punto de partida de la poesía ya no puede ser la frase ni la ensambladura sintáctica, sino la palabra íntegra, y por cierto la palabra en su materialidad: figura sonora, rítmica y plástica (Valentina Siniego, Enrico Chapela); luego, la unión entre los significantes que se dan a través de una lógica de la ilusión. En consecuencia, la composición o ensamblamiento de la obra corresponde al contenido poético de la representación o el sentimiento que quiere expresarse. De este modo, la palabra o el sonido, el ritmo, el contenido de la imagen adquieren una función independiente, absoluta. Se desarrolla, entonces, el triunfo íntegro de la palabra o el material de la construcción que Cerón utiliza con facilidad en estos versos. En resumen, este libro es la aplicación de la memoria o el ejercicio de la palabra. Es búsqueda y hallazgo. Autobiografía y anhelos de porfiar viajes. En Tiento se hallan relatos del duro aprendizaje de la desolación y la muerte. En Tiento queda inscrita la memoria ausente y el descubrimiento de que la vida es necesidad y lucha constante a pesar de.

Finalmente, la intensidad de la memoriasobre la que transita Tiento revela que la intención de Cerón no se limita solamente a exponer, entre otras cosas, una reminiscencia familiar, sino también, y acaso fundamentalmente, a desarrollar una poética de altas tensiones que van acorde con la nueva poesía latinoamericana, pues también quiere marcar y sentir un tanto del destino que le aguarda al humano. Precisamente, en este orden, la desolación, si bien opera como agente de la memoria, por momentos la excede, en tanto, dicha memoria, también se propone como un rumbo de los días que vendrán según una concepción del tiempo que se resiste al cambio. Estamos, en suma, ante la concreción de una poética del destino, la sangre, la permanencia, la unidad y la historia basada en la realidad y la búsqueda de la perpetuidad de un sentir inmarcesible.

Puno, diciembre 8 de 2010

viernes, 12 de noviembre de 2010

Próximo lanzamiento del Grupo Editorial "Hijos de la lluvia"

Hijos de puta
13 poetas latinoamericanos
Darwin Bedoya
Prólogo de Walter L. Bedregal Paz
Colección: Letras de la poesía latinoamericana Nº05
180 pp. Noviembre 2010
Juliaca - Perú

Hijos de puta: 13 poetas latinoamericanos
(Fragmentos del prólogo)


Endiosada y endemoniada, traslúcida y sombría, la poesía ha existido desde siempre como una luz indefinida. Bendita y diabólica, la poesía se ha esparcido por el mundo a través de todas las sensibilidades, casi como un mal necesario y único. Luego de sus hitos que la han hecho importante e imperecedera, la poesía no sabe de ocasos, sobre todo desde las vanguardias, pasando por la reciprocidad de la poesía del compromiso, atravesando por los ritmos de la poesía del cántico y del diálogo. Pasando por la propuesta de la antipoesía, regodeándose con la poesía comunicante y la coloquial, luego embanderándose con la poesía de la revolución, aferrándose a la poesía del testimonio y la trascendencia. Siguiendo con el irrealismo poético, rebobinando con la neovanguardia, entreverándose con los regodeos de la poesía barroca, la neobarroca y la neobarrosa; en realidad mucha poesía ardiendo en los candiles del mundo y sobre los cráneos de la noche.

La poesía latinoamericana de hoy, variando un tanto, no sólo sus atavíos, sino también sus ardores y fulgores, atraviesa un pasillo escritural no muy estrecho que digamos y su esplendor delata la concreción de un nuevo cosmos. Hoy, como sabemos, es posible, percibir una serie de tendencias que empiezan a agitarse desde distintos puntos del mundo latinoamericano en complicidad con la tecnología y la globalización, que lejos de ser un inconveniente o un distractor para la obra poética, han pasado a ser el complemento necesario que permite unir distintas sensibilidades a través, no únicamente de toda Latinoamérica, sino también del planeta.

A pocas horas de la consumación de la primera década del siglo XXI, la poética latinoamericana no se regodea en la incertidumbre. Por el contrario, en consonancia con las turbulencias de este siglo que nos muestra la fragilidad de los distintos sistemas, la poesía sigue siendo instaurada entre las cúspides de la concreción y los abismos de la eternidad; pero también sobre el firmamento de nuevos postulados. Porque somos sabedores de que la poesía es la otra voz: antigua y actual, sagrada y maldita. Virgen y puta a la vez. Y es que como dijo alguien por ahí, toda buena poesía es maldita, no tanto porque se le maldiga, cosa que no deja de suceder, sino que se la maldice debido a que es una terrible decidora, saboteadora de los modos estructurados del decir, evocadora de un goce maldecido.

He aquí el puterío más exigente y completo de la última poesía latinoamericana. Esta muestra poética es la señal definitiva de que existe, en esta región del mundo, una nueva poesía y desde hace rato. Voces que ya ocupan un nuevo orden de estéticas y propuestas. Porque toda poesía sólo puede venir de otra poesía, se podría decir que en estas voces se hallan las huellas del sentir poético de Rimbaud, el anuncio adánico de Blake, lo onírico de Kafka y Proust, las locuras de Lautrèamont, Novalis y Hölderlin, la infancia y la memoria de Wordsworth, la imaginación de Coleridge, la intuición y los sueños de Nerval, el terrible espíritu de Rilke, las invenciones de Pound, todas las ambiciones de Eliot, la vida de las sensaciones de Keats, las pretensiones de Baudelaire y la búsqueda de Artaud, la terredad y los metafísicos cantares de Jabès, todo como un solo himno hecho poesía, poesía, poesía...


Walter L. Bedregal Paz

jueves, 11 de noviembre de 2010

Pronto, "Asesinas" de Javier Núñez


Asesinas
Javier Núñez
Serie: Narrativa Breve "Presagio" Nº 06
Grupo Editorial "Hijos de la lluvia"
64 pp. Noviembre 2010
Juliaca - Perú






J. Núñez antes de entrevistarse con una de las asesinas


“Asesinas”, es el reciente libro de Javier Núñez. Se lanzará oficialmente a fines de noviembre (2010), bajo el sello del “Grupo Editorial Hijos de la Lluvia”.


¿Ha pensado alguna vez ver muerto al hombre de su vida que dejarlo marchar con otra? ¿Qué hay detrás de los crímenes pasionales? El amor, el deseo, la venganza, el crimen, el sexo, el trago intercalan las páginas de este libro.


En calidad de primicia, presentamos un fragmento de uno de los cuentos:


Dalila asesina

Empecé con mi oficio de asesina a los 18 años, cuando Fernando Bueno me sacó la vuelta. Aún no olvido aquella noche del crimen, aunque ya pasaron cuatro años. Lo amaba con pasión desenfrenada; fue el amor de mi vida. Pero este maldito me falló, me pagó mal… Tuve que matarlo, no me quedaba otra opción… La noche que debuté de asesina, naturalmente, era novata en estas cuestiones… Por poco se me fue de las manos; a duras penas logré acabar con él.

Cuando regresaba del baño alguien me rozó con el codo. Volví la cabeza para saber quién era. Era un joven más o menos apuesto. Llevaba en la mano una jarra de licor preparado. Hola querido, le dije. Hola, me contestó, soy Johann. Yo soy Dalila, me presenté. Mis amigos me abandonaron, dijo, me quedé solo. Yo también estoy sola, le contesté. Entonces ¿podemos terminar esta jarra?, preguntó. Sí, le dije, y luego ya vemos qué hacemos. Empezamos a beber y bailar junto a otras parejas. Intuí que era uno de esos chicos que frecuentan a las discotecas en busca de chicas mareadas, para llevárselas al hotel. Los conozco bien… En mi caso ocurre todo lo contrario. Yo soy quien se los lleva al hotel…

Pronto "Electra machina" de Darwin Bedoya



Electra machina
Darwin Bedoya
Narrativa Breve "Presagio" Nº 05
Grupo Editorial "Hijos de la lluvia"
64 pp. Noviembre 2010
Juliaca Perú



Darwin Bedoya

Pronto "Miss Lake" de Walter L. Bedregal Paz



Miss Lake
Walter L. Bedregal Paz
Narrativa Breve "Presagio" Nº 04
Grupo Editorial "Hijos de la lluvia"
60 pp. Noviembre 2010
Juliaca Perú




Walter L. Bedregal Paz

miércoles, 10 de noviembre de 2010

Continuan las publicaciones en la Serie narrativa Breve" Presagio"


Luego del éxito de los tres primeros libros que el Grupo Editorial "Hijos de la lluvia" nos presentara en la Serie de narrativa breve Presagio



“Pamoslake”, de Walter L. Bedregal Paz, que con esta singular historia nos lleva a un mundo donde pareciese que existen personajes escapados de los más extraños sueños que bordean la locura, al tiempo que transgreden cualquier tipo de convenciones sociales o amorosas, en un espacio geográfico tan común, donde todo está ordenado y prefijado.















“Es que hacías tanta falta”, de darwin bedoya, texto que persiste en la búsqueda casi alcanzada de la significación estética, estructural y poética parece haber confluido en esta historia llena de magia y vigor imaginativo, a través de los cuales se podrá notar una voluntad enorme de la organicidad del discurso y la postulación a la imaginería inteligible de sucesos sin fisuras, como un primer rasgo que se puede embanderar el autor.














“Salomé y otros cuentos”, de Javier Núñez, el erotismo no imita la sexualidad, «es su metáfora.» El texto erótico es la representación textual de esta metáfora. Con esta posición opuesta de formas de amor es que Javier Núñez nos narra historias perfumadas con un tono sicalíptico, casi como una estela que alumbra ésta su ópera prima. En estas páginas el erotismo toma en cuenta hechos de orden subjetivo, de placer, de apetito o de necesidad claramente sexual, pero también ligados al ejercicio de funciones comúnmente consideradas como no sexuales.










MUY PRONTO...



Miss Lake
Walter L. Bedregal Paz
Narrativa Breve "Presagio" Nº 04
Grupo Editorial "Hijos de la lluvia"
60 pp. Noviembre 2010
Juliaca Perú





Electra machina
Darwin Bedoya
Narrativa Breve "Presagio" Nº 05
Grupo Editorial "Hijos de la lluvia"
64 pp. Noviembre 2010
Juliaca Perú



Asesinas
Javier Núñez
Narrativa Breve "Presagio" Nº 06
Grupo Editorial "Hijos de la lluvia"
64 pp. Noviembre 2010
Juliaca Perú

lunes, 8 de noviembre de 2010

En la presentación de "Salomé y otros cuentos"


El narrador Javier Núñez el pasado 4 de noviembre presentó el libro que integra la Serie. narrativa breve "presagio"Salomé y otros cuentos, en la casa de la Cultura, Jr. Lima Nº 550 - Municipalidad de Puno; con los comentarios del escritor Feliciano Padilla, crítico y escritor Bladimiro Centeno, y escritor y editor Walter Bedregal. A todos ellos el autor queda eternamente agradecido. "Feliciano Padillalla y Bladimiro Centeno fueron quienes me ayudaron a dar los primeros pasos en mi oficio de escritor, con sus sabios conocimientos... Bedregal me extendió la mano en la edición y difusión de mi libro... Estoy infinitamente agradecido a cada uno de ellos". Expreso Núñez.





Walter Bedregal (representante del Grupo Editorial Hijos de la Lluvia) en las palabras de presentación


Javier Núñez hablando sobre Salomé y otros cuentos

Javier Núñez, firmando autógrafos

domingo, 7 de noviembre de 2010

Salomé

Javier Nuñez
Salomé
Serie Narrativa Breve "Presagio" Nº 03
Grupo Editorial "Hijos de la lluvia"
&
LagOculto Editores
54 pp. (Lima, 2009).

Salomé

Javier Núñez

Estoy acostado al lado de una guapa diablesa. Siento su respiración pausada y contemplo su rostro de niña traviesa. Son las cuatro de la mañana y a lo lejos están cantando los gallos; yo también cantaré mis aventuras con esta bella. En unos minutos la despertaré y consumaré por tercera vez nuestro amor loco. La besaré desde sus cabellos hasta la punta de sus pies, le acariciaré sus muslos suaves, la amaré sin frenos ni límites. Ella tenderá sus alas de mariposa y jamás me olvidará en toda su vida.

La conocí a las doce de la noche cuando terminaba la Parada Folklórica de Trajes de Luces. A esa hora, y en fiestas de esta índole, siempre hay diablesas ebrias para recogerlas. En ocasiones anteriores tuve la suerte de llevármelas al hotel. Por eso siempre recorro los sitios donde terminan los pasacalles en busca de bailarinas mareadas. A la semana siguiente pienso ir al Carnaval de Juliaca. Me han dicho que allá las danzarinas beben a jarras incalculables y terminan bailando marinera con sus ropas íntimas en las manos.

No tengo una novia estable, de manera que nadie se queja, nadie me molesta; hago lo que me da la gana y me acuesto con cualquier mujer sin recibir celos. Hasta ahora me he acostado con una infinidad de mujeres, tal como lo muestra mi libreta de Eros, donde registro los datos necesarios y las posturas que empleamos. A veces añado algunos detalles, como por ejemplo, la actitud de las mujeres cuando llegan al orgasmo, los gemidos de las muchachas vírgenes. (A propósito, en mi registro figuran cinco vírgenes.)

Mi objetivo es acostarme con la mayor cantidad de mujeres en toda mi vida. Nunca me casaré, porque se frustrarían mis planes. Parece que vine al mundo a complacer a todas las mujeres insatisfechas. Hasta ahora nadie se ha quejado. Por eso tengo razones suficientes para sentirme orgulloso.

Tengo veinte años y me llamo Orestes de la Fuente. Me gusta la gimnasia y todas las tardes acudo al Búfalo. Levanto pesas y hago otros ejercicios. Eso me permite mantenerme en forma.

Mi primera vez fue a mis quince años con mi profesora de Arte. Ahí me di cuenta de que había nacido para todas las mujeres. No desaproveches este don que Dios te ha dado, me sugirió la profesora.

Esta diablesa que está acostada a mi lado andaba sin brújula cuando le salí al paso. No tuve que cortejarla, porque la iniciativa fue suya. Estaba mareada por los efectos del trago. Sin perder tiempo vinimos a este hotel Los Girasoles. Ella recordó a su enamorado, quien la había engañado con otra chica. Págale con la misma moneda, le dije. Me miró con tristeza en los ojos… Me acerqué más a su lado, acaricié sus cabellos sueltos y advertí la génesis de sus pechos bien formados que asomaban de su traje de diablesa. Tengo sueño, dijo… Pasé la mano por su espalda tenue donde descansaban sus cabellos… Fingió rechazarme en el momento… Seguí insistiendo hasta que en un descuido suyo la besé en los labios, y poco a poco cedió terreno… Su falda de danzarina jugaba con sus muslos blandos por donde mi diestra recorría hasta explorar un capullo de rosa en primavera. Ella empezó a respirar con dificultad y a contonearse en su sitio. Tuve que ganar tiempo al tiempo; así que empecé a desnudarla prenda por prenda. Cuando llegó el momento indicado nos sumergimos en la ciénaga del amor. Retozamos al ritmo de las bandas de músicos y sus gemidos parecían escucharse por todas partes… Fue como ver la cara de la muerte por un instante.

La segunda vez que nos entregamos al placer desmedido fue por iniciativa suya. Ella me despertó y empezó con sus juegos de gata seductora. Retomé fuerzas en el acto e hicimos un viaje al infinito…

Ahora estoy escuchando cantar a los gallos. Son las cuatro y media de la mañana. En ese armario están sus trajes de diablesa, ornamentados de colores. Miro su rostro de niña y pienso que ella tomará otra vez la iniciativa. A ratos me pregunto qué estará soñando.

Cuando se marche anotaré su nombre en mi libreta de Eros. Quizá me busque en otra ocasión, quizá se enamore de mí, pero ya no me encontrará. A las otras mujeres las he olvidado en menos de una hora, sólo figuran sus nombres en mi libreta…

Esta diablesa no piensa despertar, en ese caso yo mismo tendré que despertarla, no me queda otra alternativa. Le susurraré al oído: Salomé, ¿me escuchas? Salomé…

–¡Qué carajo estás diciendo! ¿Quién es Salomé? Yo soy Miluska.


sábado, 6 de noviembre de 2010

Sobre la colección: "Letras de la poesía latinoamericana"...


Leve ceniza
Darwin Bedoya
Grupo Editorial "Hijos de la lluvia"
Colección de poesía:
Letras de la poesía latinoamericana Nº 01
72 pp.
Formato 17 x 24 cm
Juliaca - 2010.



Horas de sirena
Luis Pacho
Grupo Editorial "Hijos de la lluvia"
Colección de poesía: Letras de la poesía latinoamericana Nº 02
60 pp.
Formato 17 x 24 cm
Juliaca - 2010


En un esfuerzo descomunal, el Grupo Editorial «Hijos de la lluvia» comienza con su proyecto magno de publicar toda una nueva cartografía con 24 libros de la nueva poesía latinoamericana. La presente apuesta: Letras de la poesía latinoamericana, comprenderá autores de todo el espectro latinoamericano, empezando por nuestro propio espacio, para luego seguir con toda una selección de textos que marcarán un hito en la poesía en lengua castellana.

Los libros de apertura que el Grupo presenta esta vez son, qué duda cabe, la continuidad de una tradición que en Puno, como sabemos, tiene una larga data que muestra el rigor con que la poesía puneña tiene su representatividad en la literatura peruana y latinoamericana.

El objetivo de estas publicaciones, como en muchos otros casos literarios, es mostrar voces nuevas y otras ya consolidadas para perpetuar la voz poética que de pronto en Latinoamérica está cobrando ribetes mayores; hay estruendos, voces demoledoras, voces auténticas, poderosas,
voces innovadoras que se instauran en nuestras sensibilidades de una manera contundente.

Este será el aporte del Grupo no sólo a las letras o a la cultura, sino a la humanidad entera, en vínculo estrecho con sus sensibilidades y su rol dentro de la sociedad, si es que la poesía
puede intentar servir para algo.

Walter L. Bedregal Paz
Juliaca, noviembre de 2010


P R O G R A M A

1.- Palabras de presentación a cargo de un integrante del Grupo Literario “Alberto Mostajo”.
2.- Presentación de la serie Letras de la poesía Latinoamericana.
Coordinada y dirigida por el escritor: Walter L. Bedregal Paz.
3.- Comentario del libro Leve Ceniza: Poeta Percy Zaga.
4.- Comentario del libro Horas de Sirena: Escritor, Crítico literario y Dr. en Historia
José Luis Velásquez Garambel.
5.- Palabras y lectura del autor del libro Leve Ceniza, Darwin Bedoya.
6.- Palabras y lectura del autor del libro Horas de Sirena, Luis Pacho.
7.- Palabras finales a cargo de un representante de la Municipalidad
Provincial de Puno.


Textos de «Leve ceniza» / darwin bedoya

[XXXIV]
Tú sabes que la poesía no le interesa a nadie. Pero aquí se
alimenta mi cuerpo. Aquí poesía, recogimiento que mora en mi
alma, silencio que alumbra mis ojos, ya para siempre, como el
cielo. Poesía, leve ceniza.


[LXII]
Cubro con mis cabellos esta locura construida con crepúsculos.
Sólo así dejo de ver las cosas tristes de este mundo, y guardo mi
esqueleto (limpio de carne y sangre), en silencio, en esta antigua
soledad, donde otros, seguramente hablarán del amor.


[IC]
Las cosas que escribo son la contemplación de la distancia.
Cada palabra pronunciada me dice que crío en mi casa un vacío
más grande que el mismísimo cielo. Escribo de rodillas, y todos
los venenos y palabras dejan de pesar en mis manos. Osario de
vocablos, hueso informe de la nada. En la lejanía puedo ver una
candela. Escribir es caminar en la media noche, sin ninguna
lámpara que te alumbre.


Textos de «Horas de sirena» / luis pacho

1.
Cuando descubras el olvido, posiblemente crecerán espinas en tu cuarto, y una
luna llena como tu corazón, esparcirá su silencio. Serás aquella desconocida que
arrulló mi cuerpo extranjero y apagó una vela cuando todos arrojaban piedras en
tu camino.

7.
Un día no recordaré nada. Ni tus trenzas negras ni los caminos donde crecía la
soledad como una extraña mirada. Incluso olvidaré las bancas de los templos y los
rostros de esos ángeles que dibujaban cruces en el aire. (Por ellos supe de tu piel
recogida por el viento y mi nombre desconocido en las páginas de la Biblia. Supe
que la tierra es un mismo camino por donde transitan, solitarios, los mismos hijos
de Eva)


Eliana

Algún día/
una Virgen extranjera
bendecirá mi corazón lejano/
No habrá sombras
Ni reptiles huyendo. Todo lo contrario:
lívido aún mi cuerpo/
El cielo azul de Copacabana
cubrirá tenuemente mis labios de arcilla
y un lago encantado/
me devolverá el terrón de azúcar
de tus pezones furtivos.


Sobre LEVE CENIZA:

Estos breves poemas en prosa giran en torno a las pulsaciones más intensas del ser humano: el amor y la muerte. Y la vía del poeta, para acceder a esos ámbitos sinuosos, es la del diálogo con la poesía misma. «Todo ángel es terrible», decía Rilke; «Realidad, el ángel que me guía», escribió Martín Adán. En Leve Ceniza el ángel de la poesía es quien conduce a aquella ceniza hacia estas exploraciones del alma (viejas pasiones humanas). Solo la ceniza, como palabra, vestigio y restauración, en esta época sin mitologías, es capaz de conducirnos finalmente hacia ese espacio sagrado, el de la otra orilla, el lugar intemporal: el del arte como espacio supremo de plenitud, en donde se fusionan lo material con lo espiritual. Son cuatro secciones (Poiesis, Cantares, Salmos y Rituales) que componen este leve reino de belleza y sabiduría.

Miguel Ildefonso

(http://hijoslluvia.blogspot.com/)(http://darwinbedoya.blogspot.com/)http: nidodepalabras.blogspot,com/



¿Cómo se escribe poesía en un mundo donde casi todo es simulación, donde los hechos y las palabras se han convertido en un enorme estercolero? ¿Cómo se escribe la poesía necesaria para llegar a develar lo humano? Cuando las palabras ya no dicen lo que deben decir, ¿cómo se escribe poesía? Las formas de la poeticidad, es sabido, son homogéneas, y por lo mismo irreductibles; pero aquí, en la poetización de un lenguaje se instaura un caos generador, así en los significantes como en los significados y la poesía se transfigura, traspasando aquello que se ha venido a llamar discursos herméticos o aquellos que suponen una transparencia. La poesía de leve ceniza nos lleva a un lugar en el que existen pocos códigos para interpretarla o demasiadas formas de entenderla. ¿Entonces qué queda? La poesía arrancada a la poesía misma. La poesía como la única posibilidad de fragmentarse a sí misma para nacer de nuevo, para volver a cantar, a decir todo lo callado. Y en este volver a decir no hay ninguna consideración. Solamente la palabra sobre la palabra, pulsación, plasma verbal, magma imaginario, violación de los límites, oscuras ceremonias, huesos esparcidos y cantares y cenizas. Esta es la poesía nacida del ser para el ser. La voz sedienta de un lugar, poesía sedienta de eternidad.

Walter L. Bedregal Paz

Sobre HORAS DE SIRENA:

Es un reencuentro con la naturaleza de modo desbrozante, donde todo se abre en flor y el hablante construye un lienzo en movimiento con el pincel del amor, articulando el “somos” en nuestros sueños, en cuyo lazo hay la relación de individuo-comunidad, donde de nuevo el diálogo con la memoria y el sujeto poético habla por los hombres, en cuya voz esta la fragmentación de la comunidad, en enunciaciones truncadas, donde la palabras olvidadas revelan la función poética con la garúa, como un telón de fondo donde se derrumba las cosas y el sujeto se siente un hilo de una lliclla, que apenas lo sostiene de su amada. La mutabilidad del sujeto-poético en Pacho es un eje entre el individuo y una comunidad entre el amor y la naturaleza, como círculos que giran y filtran imágenes acezantes y violentas de belleza y paisaje.

Boris Espezúa


En Horas de sirena, el autor recrea poéticamente el mito de la Sirena de Huaquina, de larga data en Juli y que primigeniamente se conocía como Imilla Serenada. Ella, en este caso, no es la mujer que ostente su linaje colonial ni es la encarnación de aquellas mujeres que vuelven a su lar querido ataviadas con ese aire citadino y occidental, luego de una estancia prolongada en las ciudades de la costa u otras urbes más grandes del Perú. Por el contrario, ella es la imagen de la mujer andina. Pura en la otredad. Y no por ello desconoce los resquicios del amor, innato a todos los mortales. En la mitología nativa, ella, ciertamente, es una diosa.

Victor Villegas

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(http://hijoslluvia.blogspot.com/)(http://laramatorcida.blogspot.com/)
(http://darwinbedoya.blogspot.com/)(http://walterbedregal.blogspot.com/)

PRESENTACIÓN POÉTICA, Este lunes 08 de noviembre en la ciudad lacustre de Puno. "Leve ceniza" de Darwin Bedoya y "Horas de sirena" de Luis Pacho

Leve ceniza
darwin bedoya
Grupo Editorial "Hijos de la lluvia"
Colección: Letras de la poesía latinoamericana N° 01
64 pp. 2010



Horas de sirena
Luis Pacho
Grupo Editorial "Hijos de la lluvia"
Colección: Letras de la poesía latinoamericana N° 02
60 pp. 2010



I N V I T A C I Ó N


El Grupo Editorial "Hijos de la Lluvia" , el Grupo Literario “Alberto Mostajo” y la

Subgerencia de Promoción, Educación, Cultura y Deporte de la Municipalidad Provincial de Puno, organizan la presentación de los libros

"Leve ceniza" y "Horas de sirena"

de la colección Letras de la poesía Latinoamericana.

LOCAL: Casa de la Cultura. Jr. Lima Nº 550 - Municipalidad de Puno.

FECHA: Lunes 08 de noviembre de 2010.

HORA: 18:00 p.m.



P R O G R A M A



1.- Palabras de presentación a cargo de un integrante del Grupo Literario “Alberto Mostajo”.

2.- Presentación de la serie Letras de la poesía Latinoamericana.

Coordinada ydirigida por el escritor: Walter L. Bedregal paz.

3.- Comentario del libro Leve Ceniza.

Poeta Percy Zaga Bustinza.

4.- Comentario del libro Horas de Sirena.

Escritor, Crítico literario y Dr. en Historia José Luis Velásquez Garambel.

5.- Palabras y lectura del autor del libro Leve Ceniza.

Darwin Bedoya.

6.- Palabras y lectura del autor del libro Horas de Sirena.

Luis Pacho.

7.- Palabras finales a cargo de un representante de la Municipalidad Provincial de Puno.


INGRESO LIBRE...


darwin bedoya

Por: Miguel Ildefonso

Acaba de aparecer Leve Ceniza (Grupo Editorial Hijos de la Lluvia, 2010) del poeta afincado en Juliaca Darwin Bedoya (Moquegua, 1974). Como ya hemos visto en sus anteriores poemarios, Darwin ha demostrado que es uno de lo mejores y finos poetas de la más sensible lírica actual, un importante exponente de esta vertiente que proviene de la tradición poética tanto contemplativa o reflexiva (léase los Románticos) como de la vital (entiéndase los Simbolistas). Estos breves poemas en prosa giran en torno a las pulsaciones más intensas del ser humano: el amor y la muerte. Y la vía del poeta, para acceder a esos ámbitos sinuosos, es la del diálogo con la poesía misma. “Todo ángel es terrible”, decía Rilke; “Realidad, el ángel que me guía”, escribió Martín Adán. En Leve Ceniza el ángel de la poesía es quien conduce a aquella ceniza hacia estas exploraciones del alma (viejas pasiones humanas). Solo la ceniza, como palabra, vestigio y restauración, en esta época sin mitologías, es capaz de conducirnos finalmente hacia ese espacio sagrado, el de la otra orilla, el lugar intemporal: el del arte como espacio supremo de plenitud, en donde se fusionan lo material con lo espiritual. Son cuatro secciones (Poiesis, Cantares, Salmos y Rituales) que componen este leve reino de belleza y sabiduría. Aquí algunos poemas.


[II]

Algo oculto en mí comienza a morir irremediablemente. La ceniza duerme conmigo, creo asediar a cada instante cada infierno mío. En el irme estará la conformidad, sólo ahí podrán existir los árboles para mis aves negras. Desde ahora ya no será necesario el deseo de querer oscurecerme como un pájaro en el centro de la lluvia. Así acaban las ausencias y comienza el alfabeto de las sombras.

[XII]

Mi mano escribe un nombre con palabras que no existen, con voces que nunca fueron ni siquiera un signo. Quizá humareda frágil de una tarde imposible cuando el viento hizo arena en los ojos. Lejos, mis camisas colgadas, son otros pájaros borrados de la memoria, aves que cuidan una puerta entreabierta que no me atrevo a cruzar por nada del mundo.

[XL]

Cuando me crecen las palabras, la poesía suplica un poco de ceniza entre sus ojos. Llora olvidos interminables, y ya no tiene un llanto conmovedor. Entonces todos se preguntan: ¿seguirá siendo la misma poesía?

[CXXXVIII]

Escribo para sentir que aún estoy vivo. Aunque escribir sólo sea la vana intención de restaurar cenizas. Aquí en estas oraciones moran mis huesos. Por más que hable de serpientes o palabras, aunque escriba silencios y letras muertas; huesos y desapariciones, siempre hablaré de oscuras ceremonias. Aunque sé que nunca más volveré a escribir.

sábado, 30 de octubre de 2010

En el nombre de las aves: Imaginería surrealista y erotismo en la poesía de Luzgardo Medina

por darwin bedoya

1.- Aves preliminares:

Después de las vanguardias de principios del siglo anterior, el surrealismo aún permanece en la poesía contemporánea. Es verdad que posee nuevos matices, nuevas experimentaciones y, por supuesto, nuevas voces. Pero lo que más llama la atención es, sin duda, ese encandilamiento prodigioso del que tanto necesita la poesía para poder subsistir. La poesía requiere de una compenetración casi alquímica con las imágenes y el desorden y lo onírico que hoy posee el poema surrealista. Walter Benjamín, en su ensayo «El surrealismo: la última instancia de la inteligencia europea» casi en la parte culminante señala que «cuando cuerpo e imagen se compenetran tan hondamente, que toda tensión revolucionaria se hace excitación corporal colectiva y todas las excitaciones corporales de lo colectivo se hacen descarga revolucionaria, entonces, y sólo entonces, se habrá superado la realidad.» Por eso, observando la alquimia de esta compenetración desde la experiencia y la perspectiva histórica del siglo XX, la entelequia puede ser vista también como imaginación controlada y como procedimiento de control a partir de una imaginería desbordante como la que nos convoca ahora con la voz del poeta Luzgardo Medina Egoavil (Arequipa, 1959). Una primera imagen nos hace ver a LME catando del seno de un surrealismo aborigen, pero con nuevas quimeras, nuevas formas de independencia de la palabra. El surrealismo es liberación de la palabra. Si detenemos nuestra atención en la época de surgimiento de este movimiento literario, veremos que en 1924, Breton formulaba una idea que a él mismo debió de resultarle turbulenta, pues en el marco de sus compromisos ideológicos, hablaba de la proximidad del surrealismo con las imágenes: al referirse a su aprendizaje poético, Breton señalaba, en el «Primer manifiesto», que había buscado «una aplicación de la poesía a la publicidad (aseguraba que todo terminaría, no con la culminación de un hermoso libro, sino con la de una bella frase de reclamo en pro del infierno o del cielo).» Significativamente, nada más formular esta posible premonición, Breton pasa a hablar de la importancia de la «imagen» en el contexto de la construcción poética. Es por la tesis de la imagen en la arquitectura de la poesía que nos llama la atención la poética de LME, quien lleva publicados más de siete poemarios, desde «La boda del dios harapiento» hasta «Bajas pasiones para un otoño azul», ediciones Copé, 86 pp. Lima, 2008, pasando por «Ad libitum», Arequipa, 1995, «Contra los malos presagios», Eclosión editores, 74 pp. Arequipa, 1996, «Avatar» 1996, «Rostros del sueño», editorial UNSA, 158 pp. Arequipa, 2005 y «Nada», editorial UNSA, 74 pp. Arequipa, 2007, que irreversiblemente son textos considerables en una revisión de la poesía peruana.


Daniel Tamayo: El nacimiento del fuego. Acuarela. 70 x 128,7 cm.


2.- Aves de imaginería surrealista:

Fue Salvador Dalí quien llegó a hacer de la reproducción de estados mentales próximos a la paranoia con fines de creación artística un método —la «paranoia crítica»— y Eluard y Breton, que habían elaborado así los textos de «L'Inmacule Conception», inclusive «El pez soluble», llegaron a afirmar que «...el ensayo de simulación de enfermedades reemplazará ventajosamente a la balada, el soneto, la epopeya, el poema sin pies ni cabeza y otros géneros caducos.» Para el paranoico, la realidad está preñada de señales ocultas dispuestas para afectar de una manera u otra su propia subjetividad, y su máxima preocupación consistía en descubrir esas señales: concepción de la realidad y actividad de «desciframiento» que inmediatamente nos recuerdan el concepto de poesía y de la función desveladora del poeta que los surrealistas heredaron directamente de los simbolistas (otra es la herencia de los románticos) y que se relaciona también con el mundo del esoterismo y las ciencias ocultas. Recordemos a este respecto la identidad que Mallarmé había establecido entre poesía y religión esotérica en cuanto ambas suponen una penosa iniciación previa a la revelación de la belleza o de la verdad reservada a unos pocos elegidos.

La asunción del «destino» trágico del poeta —en la tradición romántica heredada por los simbolistas— «condenado» a una labor ingrata pero trascendental, por cuanto el objeto de sus afanes, la poesía, es considerada no sólo —y en esto, LME, de algún modo es ya, además, un buen surrealista— como vía de conocimiento interior, sino como un camino privilegiado de «ampliación de la conciencia de la humanidad.» Si nos remitimos a las primeras líneas del «Primer manifiesto» ya queda claro que Breton entiende por sujeto, sin más, al sujeto masculino (en todo momento se refiere al «hombre» como sujeto del arte), y que identifica la relación amorosa con la posesión de la mujer por parte del varón. Para los surrealistas varones —pues hubo también, como es sabido, algunas destacadas artistas en el surrealismo— la mujer desempeña en el mejor de los casos el papel de musa, aunque no de una musa común y silvestre, sino la musa proveniente de una mitología moderna, relacionada con el mundo del escenario, la pantalla, la cartelera, los anuncios y las revistas ilustradas (hoy diríamos, la musa mediática). La poética del fragmento en la vanguardia heroica va pareja a una epistemología del fragmento típicamente modernista en la filosofía y las ciencias sociales de la época, desde el elogio de la ruina o el concepto de «instantánea», hasta la celebración del montaje como procedimiento textual y de la «imagen dialéctica» como método de investigación.

La tarea del poeta, además de la adquirida habilidad en el tratamiento de la lengua, tiene su dificultad peculiar en que, debido a la poca corporalización de la poesía, él debe buscar en la profundidad de la imaginación y en el núcleo auténtico del arte, un sustituto para esta deficiencia sensible. Con este poder de captar y manifestar lo que reside en la conciencia, la palabra se consolida como el medio artístico de comunicación más adecuado para el espíritu y empiezan las apariciones de imágenes e imágenes aludiendo a lo surreal: «Tengo en mis manos el durazno recogido de la rama más alta de este siglo (estoy acostumbrado a sudar claveles en las épocas de frío).» (CLMP, poema 1, p. 15), «Destrenzo la música, cuelgo mis sueños en la pared.» (CLMP, poema 3, p. 17), «En esta maleta guardo la hojarasca del último otoño y en esta mano la única verdad que dije en mi vida. Todo está listo para el viaje./Hace soledad, mucha soledad.» (CLMP, poema 8, p. 25), «Lo juro. Un día soñé que recién nacía. Mi madre, más que un ser mitológico, pujaba para que yo saliese a esta vida y pueda, al fin, alimentarme como los buitres que se comen a los astros.» (CLMP, poema 11 p. 28), «Lloverá sal. Árido sentimiento vendrá a nuestro dilema. La desgracia querrá desandar su camino y el llanto poseerá el carné de los apátridas./ Y nadie, en absoluto, se dará cuenta.» (CLMP, poema 24, p. 44), «Tengo dos mil años en este planeta y aún no me canso de recoger la locura en un canasto. Tengo la edad del fuego, la clásica forma de la culpa rodando desde la oscuridad. » (CLMP, poema 27, p. 49) Si bien el surrealismo de LME no es como el de los surrealistas mencionados líneas arriba, este surrealismo de Luzgardo tiene su propio ser y es auténtico en el sentido de sus referencias geográficas, sus constantes de la tierra mistiana. La inteligibilidad espiritual de la palabra poética se sustenta en la riqueza de la experiencia interna del poeta que, a la vez, lo lleva a penetrar en lo sustancial del contenido que manifiesta. La subjetividad humana en LME alcanza un relieve considerable al adquirir expresión lingüística, de modo que se objetiva su discurso posibilitando su existencia artística, real y verdadera, en la propia conciencia.


Daniel Tamayo: Atlántida. Acuarela. 64,5 x 104 cm


La poesía en LME es la autoconciencia de las pasiones y los sentimientos porque el propio contenido se forma como lo que yace sustancialmente en lo humano mismo. Inclusive aparece el mundo del espíritu como mundo humano y es representado por y en un miembro perteneciente a ese mismo mundo: la palabra, ese material flexible que se revela como lo más capaz de captar y expresar, ésa es la fuerza vital del movimiento del propio espíritu. Creo que a partir de ello la poesía moderna nos abre la mirada a la multiplicidad de caracteres posibles y, por tanto, a la pluralidad de modos de incidir en la realidad. Aceptar esta multiplicidad y esta pluralidad conlleva la complicación de que la justicia universal se imponga como desenlace y conclusión trágica y vea como salvación solamente a la poesía, a su sueño: «Está escrito que los navegantes tenían barba blanca y unos labios reciamente cuadrados. Eructaban después de una bocanada de vino y mugían con su ojo melancólico. Decían ser hijos de un tiburón carmesí.» (CLMP, Amuleto para atraer el dinero y cualquier prosperidad material, p. 63), «Jauría de dioses bajo un sol nocturno,/ jauría de frutas colgando de los peñascos,/ jauría de huesos sobre tu cuerpo en cenizas, / jauría de sonidos abrevando sin edad.» (RDS, Jauría bajo un mar sin peces, p. 57), «Sigo aquí, observando cómo la memoria pierde la memoria. Pronto saldré libre, visitaré al amén surrealista, porque sólo así, mientras viva, la tierra me dará sus pájaros imantados, ya no dispondré de cadáver alguno para robarle un trozo de lágrima.» (RDS, Campo de concentración, p 36), «Mi amor es uno de tus textos omitidos/ quizás un pétalo magnético/ que nunca pudo comprender/ tu discurso corporal.» (RDS, Colores para tu piel de isla, p. 133), «Nuestras manos/ sombras blancas/ hicieron el amor/ en varios idiomas/ en varios eclipses/ y en varias plegarias.» (RDS, Frente al ocaso de tu vida y frente al ocaso de mi sombra, p. 1118). La muestra de surrealismo en la poesía de LME nos transfiere otra vez la señal de ese múltiple embate que supone lo onírico, y la impugnación del presupuesto discursivo de un lugar interpretativo privilegiado (el «locus» virtual del sujeto enunciatario asignado por la perspectiva) da lugar a otro tipo de espacio representativo, un «espacio alegórico» (Contra los malos presagios) regido por relaciones conceptuales y frecuentemente sinestésicas. (Rostros del sueño) y las consecuentes conjeturas que se «conectan de forma directa con nuestro inconsciente», apuntando a la clave que relaciona más profundamente la representación surrealista con la cultura manierista-barroca, por un lado, y con la persuasión publicitaria del último siglo, desde el otro lado. El sueño y la imaginación eran dos auténticas armas para destruir las paredes que aprisionaban la libertad del individuo. «Cambiar la vida», proclamó Rimbaud, y no era otra la consigna de los surrealistas. El amor: el más alto escudo del surrealismo, siempre estuvo delante de la mujer amada y desde allí, como ahora, nacían los versos. Herederos, también, del espíritu romántico —del más profundo y mágico: Novalis, Blake, Hölderlin, Nerval, ¿Keats?— el surrealismo creía en el amor (hoy podría ser creyendo) como el único elemento capaz de redimir al hombre de la absurda banalidad de la existencia. Sobrepuesta, la poesía: imaginería. Las palabras.

Daniel Tamayo: primavera en el Eliseo. Acuarela. 62,3 x 130,5 cm.


3.- Aves en el erotismo:

La literatura erótica contiene una larga lista de autores que anduvieron en este tema del goce y del erotismo con su evidente relación con el amor. Entre los autores más representativos que fijaron su trabajo literario en este eje tenemos al «Don Juan» de Byron, a «La señorita de Maupin», de Gautier; así como, textos puramente eróticos que por su genialidad, originalidad o tratamiento inusual de algún aspecto. Pueden considerarse como textos literarios eróticos: «Vox», de Diderot; «Gamiani», de Musset; «Teleny», de Oscar Wilde, «Las correrías del rey Folgante», de Pierre Louys; «Las once mil vergas», de Apollinaire o «Delta de Venus» de Anaïs Nin. Atravesando por los románticos que irrumpieron con este tema de los amores frustrados y desenfrenados en obras como «Las cuitas del joven Werther» de Goethe o el conjunto de clásicos autores franceses que expresan en sus novelas «gritos secretos» y un sensual lenguaje erótico como el expresado por Flaubert en «Madame Bovary», la pasión recalcitrante en «Rojo y negro» de Stendhal, la pura poesía en «Las flores del mal» de Baudelaire, y otras obras cargadas de un erotismo en su sentido más sublimado, y por ello memorables: «El decamerón» de Bocaccio, la anónima «Las mil y una noches», «El monje» de Lewis Carroll. Volver los ojos hacia la poesía de LME es reintegrarnos a las potencias esenciales de la naturaleza y de lo humano, acceder al nivel de la expresión auténtica, donde ritmo e imagen se encadenan en secuencias vitales, al igual que lo surreal y lo erótico.

La poética de LME está siempre iluminada por el soplo de la vida que es, la magia instantánea de la palabra que esta vez, desde su mirada, se concibe con rasgos eróticos que subrayan el goce que es el erotismo y la compatibilidad con el amor como última instancia de la pasión. Laura Yasán, poeta argentina, en un poema titulado «Animales domésticos», dice: «el deseo es un animal que vive en las entrañas/ como toda bestia visceral/devora y devora todo el tiempo// llega un día/ en que sólo nos queda la piel y la osamenta/ conteniendo un vacío tumultuoso/ desorbitado// el vacío es un animal que vive en el deseo/ como toda bestia pasional/ succiona y succiona todo el tiempo// llega un día/ alguien pronuncia tu nombre/ y te pulverizas en el aire.» Este vacío tumultuoso en la poesía de LME logra la exaltación sagrada de la presencia: el amor y sus más profundos secretos escritos. El erotismo, cubierto con su embriaguez, será también en su unión de deseo y delirio, y que el fin del erotismo, sabremos, es desarrollar la pasión, la memoria arquetípica y el imaginario sobre un momento de deleite corporal, formando parte del mundo interior del hombre donde el sexo se manifiesta como lo erótico: es el misterio de la apetencia; proceso que se ha expresado a través de la historia por alcanzar la igualdad entre el hombre y la mujer:


7.2. Hazme el amor como en los tiempos que había más luz

Los muertos ya nunca más contemplarán
ni la belleza de una playa desierta
ni el mortífero color de la pobreza
ni el relámpago que hace arder los linderos
por eso libertino amante mío sigue recorriendo
mis entrañas de Este a Oeste sigue penetrándome
puntual y alevoso y muéstrame tu mundo oriental
hazme el amor como en los tiempos que había más luz
miénteme como se miente a un herido de guerra
deja que mi sexo y tu sexo se honren con amplitud

Los muertos y únicamente los muertos
tienen acceso a la melancolía de los pájaros
cuando dejan de volar sobre los huertos de medianoche
los muertos pueden hablar cualquier idioma
o pueden escribir con la misma caligrafía
o se ríen de quienes creen tener otro panorama del país
por eso mi esquivo y noble amante mi leal y feroz amante
entrégame el verso más caliente y no te detengas
jadea como un granjero suda como un caballo profético
no tengas piedad ni te consternes y déjame resucitar

Los muertos imaginan un mundo también limitado
pero lo vivos que nos reclamamos estar vivos
sigamos entregándonos a la suerte de las cosas
al deleite y a la plasticidad del amor sin reserva
hasta que el clímax nos sepulte con su mercancía

(Bajas pasiones para un otoño azul, p.51)

El poema anterior pertenece a uno de los más recientes libros de LME: «Bajas pasiones para un otoño azul», es en este libro donde resplandece con mayor ahínco el goce erótico desde una voz que se desprende de una especie de belle femme, aquí el erotismo logra la insinuación, que se hace leve, pero a la vez intensa, da la posibilidad del placer sexual pleno de regocijo y concerniente lasitud; por ello entendemos que, cuanto mayor sea la insinuación y más velada, más erótico se va tornando el texto. El incremento de la dosis de lo explícito produce pornografía y, con un poco de mala suerte, vulgaridad, cuando no hastío; pero el erotismo trasladado a la poesía y su lenguaje, se hace goce y delectación en «Bajas pasiones para un otoño azul». Sabemos que el erotismo es la sexualidad transformada por el ingrediente humano de la imaginación. Tanto la sexualidad como el erotismo están presentes en el amor y, sin embargo, son trascendidos por él. El amor es la verdadera forma de conocimiento, ya que la relación entre dos sujetos, el amante y el amado, los transforma uno frente a otro a través de una interacción dinámica. En una fenomenología de la consciencia amorosa donde se presenta la abundancia de vida interior, la potenciación del sentido y valor de personas y cosas, ilusión y transfiguración, reciprocidad y fusión. Si vemos a la luz de este criterio los poemas perfumados de erotismo son un extraño, pero a la vez conocido cantar:


10.3. Amante sin nombre deja tu prisión y canta conmigo

Amante sin nombre deja tu prisión ya es
la hora del agua y del cárdeno bosque
levántate presuroso por sobre cualquier
letargo y coge al universo por su ala
ya es la hora de la serpiente que duerme
a la derecha de la bondad o a la izquierda
del hijo de Dios recién clavado en su hostia

Amante sin nombre deja tu prisión ya es
el día en que no hay abismos ni distancias
no hay egoísmos ni cuentas pendientes
canta conmigo hasta que llegue la última
ola y hasta cuando nos hayamos librado
del dolor que a unos nos hace muy feliz

Amante sin nombre amante ortodoxo ya es
el momento de partir hacia otra latitud
deja que descanse el vendedor de guerras
dame tu beso no saciado ni por la lluvia
deja tu prisión y canta conmigo aquella
melodiosa composición cuya letra habla
de la inmortalidad que tiene la palabra
deja tu prisión en este instante y navégame
pisa mis arenas desérticas hasta el éxtasis
abarca todos mis rincones con tus papilas
apodérate de mi mundo y de mis fronteras
nuestro desamparado amor es el pan de un sueño

(Bajas pasiones para un otoño azul, p. 70)

Justo en aquello que le es más sagrado —el cuerpo— el hombre no logra ser intenso. Ese mismo cuerpo que termina por representar el papel de un obstáculo que debe ser vencido. La trascendencia es nuestro plan de fuga; por una vía múltiple de insatisfacción, apostamos todas las fichas al espíritu. Entonces alimentamos esas zonas increíbles de transferencia, los lugares más propicios a la culpa, el dominio del pecado, etc. Es todo lo que tenemos. En la poesía de LME el erotismo se torna en un acto de comunicación, incluso de comunión: se produce algo divino, es Dios quien se introduce en la vida carnal y se lo puede llamar gracia divina. Gracia significa encontrar en el otro, en el Tú, una plétora de vitalidad, de gozo y esperanza. Sobre todo en el gozo entre dos seres humanos. Hay en la contemplación erótica instantes absolutos que están fuera del tiempo. LME hace que en sus poemas predomine la comunicación de estos instantes privilegiados que estructuran su poesía de manera intuitiva y rítmica, más que de manera arquitectónica; sus poemas no son edificios de palabras, sino configuraciones espontáneas del canto. Los acordes mayores están dados por las imágenes deslumbrantes que maneja: la continuidad poética se sostiene en la base de intervalos rítmicos, los cuales logran mantener el compás sin opacar la imagen, cuya fuerza nuclear se prolonga gradualmente. Imagen y musicalidad sintetizadas con maestría minimizan la intervención crítica del logos ordenador. Es aquí donde el surrealismo impregna su asignación de poiesis interminable en el cosmos del primer sentimiento: el amor. Octavio Paz, en su libro «La llama doble», reflexiona sobre la naturaleza del amor y sus protagonistas que fundan y se funden en lo erótico: «Estos contrarios, como si fuesen los planetas del extraño sistema solar de las pasiones, giran en torno de un sol único. Este sol también es doble: la pareja. Continua transmutación de cada elemento: la libertad escoge la servidumbre, la fatalidad se transforma en elección voluntaria, el alma es cuerpo y el cuerpo es alma... Amamos a un ser mortal como si fuese inmortal.» Poiesis interminable o el mismísimo infierno garantizado:


Cuaderno de los amantes

En esta locura impasible, olor a cebolla putrefacta,
yo pronuncio tu pardo nombre que, siento, quema
la fatigada pluma del vacío. Ese vacío de gestos,
ese vacío de flores apocalípticas, ese vacío habitual
en donde nos entregamos al resplandor de lo desconocido.
Lo importante es que me amas, pero siempre me amas.
no necesariamente te digo amor, después que me besas.
Tengo miedo, me dices. ¿A qué? Te pregunto.
Miedo de despertar y no encontrar tu desvelo en mi velador,
miedo al reloj otoñal que florece dadivoso sobre tu pecho
y el mío. Miedo a no tener miedo. Me respondes.
Olvida, si puedes, la palabra sin ojos. Olvida el amor
de los que se pierden atravesando el prado, pero nunca olvides
El dulce estrépito que causan nuestros nombres.
hemos aprendido a dudar de la música filosofal y,
hasta, del talón de Aquiles. Es bello dudar de la duda.
Me repugnan las palabras místicas, prefiero ese
gastado perfume que destila nuestra suerte o la botella de vino
que lo guardé en nombre de la nostalgia, casi, setenta años.
Quemémonos como el incienso. Seamos como el viento fresco
recién arrancado de la infamia, no nos importe la luz ambigua
con las que se alumbra cierta clase de mortales.
Nuestro amor será escrito en gruesas enciclopedias y será leído
de ciudad en ciudad para que los niños, cunado adultos,
no intenten quemar los espejos imaginarios de Dios,
o para que no pretendan vivir en aquellas islas inventadas
lo único que hago es amarte con rigor, me dices, casi siempre.
Hemos sido condenados al destierro, tú lo sabes o lo intuyes.
Si he de morir primero, amor, te espero en la estrofa sin reposo,
ahí podremos pisar tierra y no habrá dos cielos en el cielo.

(Nada, pp. 33-34)

«Nada» es un libro publicado un año antes de «Bajas pasiones para un otoño azul», en el primero se vislumbran ya las ideas y la atmósfera erótica, sin dejar de lado, por supuesto, el surrealismo que ya se daba desde los primeros libros del poeta y su viaje por este imaginario lingüístico que alumbra a la poesía. A través de este desplazamiento por los términos «amor» y «erotismo» no solamente quiero llamar la atención sobre unas palabras de uso cotidiano que resultan ser más escurridizas a la hora de fijarlas. Todo y cualquier lenguaje es esencialmente erótico: «Mi sexo es como un maleficio que amapola en el ocaso, o que/ detrás de los putos deseos va relinchando sin descaro conocido./ Hacer el amor es demasiado para alguien como yo que se pasa/ la vida imaginando a Lao-Se llorar sobre diez mil palomas./ Hacer el amor no es sino volver a creer en el error o en la fatalidad/ de aquella estrella que de tanto estar suspendida decide caerse,/ caerse pútrida y santa, ardiente y siempre santa.» (Salmo para mi sexo, Nada, p. 23) No se dispara una bala, no se conspira contra un gobierno, no se destituye o se entroniza un rey del baile, si no es desde una perspectiva erótica. Cualquier investidura es el primado del orgasmo: «Nos costó el asalto, amor. Ahora sí podemos hacer las cosas/ más ricas en nombre de quienes no saben hacer./ Quédate ahí, no te muevas, te quiero limpia y perfecta,/ con tu olor de manantial. Amémonos como se aman las víboras./ Amémonos con la inmensidad más desconocida y torrencial.» (Troya arde y mi amor también, Nada, p. 39) No hay hacia dónde ir, de qué huir, qué evitar. Todo en el hombre expresa su deseo de vida y muerte. Valiéndome de la poesía de LME también quiero invitar a los lectores a elevarse por encima de su propia reticencia para contemplar el Eros originario más allá del tiempo para así acceder mejor a las costumbres del momento que se expresa en la comunicación interhumana, en este caso, poética. Esta es la clave para introducirse, como un intruso, en un tema de tan compleja definición y para poder penetrar más profundamente en el pensamiento y sentimiento de este poeta que ya tiene un buen tiempo en el ejercicio literario. Hemos llegado a un punto en el que, a través del erotismo y la poesía, incluido el amor, dejamos atrás una religión en concreto al igual que los límites del tiempo. Vivimos de la misma manera la contemplación divina que la comprensión del Eros originario y clásico como aquella divinidad que reinó antes y que estaba por encima de los dioses del Olimpo. Eros llega a ser un fenómeno más allá del tiempo que une hombres y culturas, una forma de comunicación que va más allá de las barreras lingüísticas. Desgraciadamente es muy difícil o imposible abstraernos de nuestra personalidad y cuerpo histórico con lo cual el Eros «trastemporal» pocas veces puede ser reconocido en su totalidad y menos aun vivido. Siempre nos encontramos con las reglas sociales que funcionan de filtro para la vivencia erótica. Cada cultura y cada grupo social le atribuyen otra importancia, otro papel. De esta manera Eros se convierte —con toda su vigencia «trastemporal»— en un concepto variable porque se interpreta lo eterno de diferentes maneras, sacando aspectos parciales muchas veces incluso contradictorias y negando otras. Además, se afina esta definición como contracorriente de la poesía erótica concentrada en el componente físico del amor, lo cual difumina el ideal hacia una expresión más agresivamente sexual. Siendo oposición del amor idealizado, llamado oficial, la poesía suele centrar su trasgresión en lo prohibido, es decir la expresión directa y el placer físico. Sin embargo se siguen moviendo en el mismo sistema de valores de su tiempo del que no se pueden liberar. El «universo erótico», es decir la vivencia erótica en su totalidad —en sí cerrado— siempre va a ser limitado, de algún modo, por las normas del momento histórico. Pero las puertas al otro lado están abiertas, o más bien siempre estuvieron abiertas, ahora hay que desandar lo fugaz que es su alma.


Daniel Tamayo: Tártaro. Acuarela. 82 x 110 cm.



4.- Aves en la poesía:

Dentro del universo de su considerable producción poética, LME emerge como una de las voces claves de la poesía peruana de corte surrealista y sutil erotismo, concierto contemporáneo al que también pertenece una cohorte de poetas (tal vez sin mayor erotismo y con menor cantidad de surrealismo), cuyas obras están fundando una tradición, una renovación que tiene su residencia en figuras como José Gabriel Valdivia, Oswaldo Chanove, Leandro Medina, Misael Ramos, Enrique Huaco, Nilton del Carpio, Rolando Luque, Odi Gonzáles, Alonso Ruiz Rosas, Hugo Yuen y otras voces que permanecen en el parnaso de este siglo. Es así que LME construye una escritura poética señalada por un pulso de diseño surreal, por un lado; por el otro, orilla en conjuros pasionales y evocaciones amorosas, con sus giros expresivos, procedimientos intertextuales, modelos culturizantes y destrezas de vanguardia. La escritura poética de LME, en esencia, se compone, a mi juicio, de elasticidades y tesituras. Visto desde lo surreal, esta poesía se erige con una escritura racional, que responde a construcciones, reiteraciones y diseños deliberados; y, por otro lado, es también un ejercicio oracular, pleno de invenciones, expiaciones y evocaciones que en el fondo aspiran a alcanzar el ‘más allá’, ‘la otra orilla’ inefable de la poesía. Además, en la poesía de LME se producen cruces de camino que van de voces y vocablos del mundo andino popular con el de referentes clásicos de la literatura, sus paratextos son la prueba más fehaciente. Esta conjunción peruana—extranjera de los referentes lingüísticos se define en una clave de la postmodernidad en la que el diálogo diacrónico transita del pasado al presente, en una línea circular de silencios y signos. Seguramente que de esta caja de resonancias se pueden percibir las figuras arquetipales de su poesía: Huidobro, Eluard, Oquendo de Amat, Breton, Vallejo, Hölderlin, Rilke, Trakl, Cummings, Sologuren, Eielson, Adán, Lezama, etc.

Uno de los rasgos más notorios y definitivamente bien logrados de la poesía de LME que se vislumbra con incidencia, es el riesgo de escribir con verdadero sentimiento, y a la vez evitar el sentimentalismo; descender a la simplicidad, como lo hizo Cavafis, y a la vez evitar la ausencia de arte, salir airoso de ese lugar. Lograr la hondura de «Contra los malos presagios» es atreverse a ser profético, como lo hizo Rilke, y milagrosamente evitar ser pretencioso. Con «Ad libitum» LME pretende escribir con verdadera originalidad, como lo hizo Oquendo, pero evitando de alguna manera el cliché (pues para que un lector se conmueva por la originalidad de una frase, «ésta tiene que serle ya de algún modo familiar», si es que va a notar la transformación; una cuestión que desgraciadamente todas las generaciones de la vanguardia han malinterpretado, una razón por la cual son estilísticamente sustituibles. Esto supone que aproximarse a la poesía de LME es instalarse en la bandeja de la balanza de la cual penden, por un lado, la metáfora y, por el otro, el símbolo, ambos inaugurando los caminos que se bifurcan hacia el esplendor de la belleza verbal y la profundidad de pensamiento: la imaginería. Es este otro binomio (metáfora-símbolo) complementario, eficazmente manejado, el que confiere la singularidad que es el sustento imperecedero a los poemarios «Contra los malos presagios», «Ad libitum» y «Nada», esta trilogía no es sino su plenitud estética y surrealista además de su pluralidad de significados: la cúspide poética de LME. Es bien sabido que la poesía no se explica: se siente, se interpreta, se intuye, se vive como una experiencia intransferible cada vez que se la frecuenta, por eso ensayar una exégesis definitiva de un conjunto de textos tan polisémicos es limitar su territorio a un mínimo abarcable, que no condice definitivamente con su profundidad ni con su laboriosidad.


Daniel Tamayo: Manhattan. Acuarela. 64,5 x 103,5 cm.


5.- Aves, aves y vuelo de búhos:

El talento poético de LME es capaz de contagiar a las palabras la ambigüedad misma de la música, inclusive corriendo el riesgo de anular el mensaje. Tal vez por ello, uno de los motivos reiterados en su lenguaje poético sea una leve variación entre lo interdicto y la lascivia, o sea, variantes entre los reflejos de una opresión moral y la tácita percepción. En la poesía habitualmente encontramos la misma ambigüedad, sea la imagen prohibida, justificada como recurso sugestivo, sea el azoramiento, como recurso de la deformación. Los lenguajes se empobrecen por no percibir que el erotismo no pertenece propiamente al plano de la descripción. En general, suele sonar quimérica, aunque a veces estimulante, esa articulación del cuerpo en un plano erótico en la circulación diaria de los lenguajes: maneras de hablar, de escribir, tácticas de seducción; en fin, el conjunto de gestos y expresiones que rige nuestro mundo cotidiano y que se trasladan a la poesía de una manera sutil y pluriexpresiva.

El erotismo ha sido, es y será un arte: el arte de sublimar la sensualidad amorosa, de añadir al tradicional romanticismo de enamorados; un toque sensual, suave, tierno, acariciante, despertador de ánimos y sentidos, enervador de (¿bajas?) pasiones y sensaciones pero con sutileza, insinuando como el que no quiere la cosa. En tanto que el surrealismo será una necesidad imborrable y constante en la poesía. La magia de esta tendencia es el espíritu de muchas voces que saben de una verdadera arte poética. La poesía de LME tiene una arrebatadora particularidad, que puede definirse como una direccionalidad de la palabra fantástica que reposa y a la vez es vertiginosa en lo surreal y lo erótico sin bifurcación, más bien en una radiante congruencia, en una interdicción y logro expresivo. Los libros de este poeta recorren universos, donde ya no cabe la culpa ni la desesperación. No comete los vicios de lenguaje de un erotismo que anega la poesía de exotismos lujuriantes, ceremonias voluptuosas ni fetiches comunes. Creo que, en todo caso, LME, se instala en los blancos del abismo, en los vacíos, con logros descollantes de imágenes surrealistas y con pinceladas eróticas que al final suman una nueva estética. Por ello los versos de este poeta están en el centro de la estética lírica. Su correspondencia entre erotismo y surrealismo origina una poesía imperativa que remoza los pliegues de la poesía contemporánea del Perú.

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BIBLIOGRAFÍA:

BENJAMÍN, W.: «El surrealismo: la última instancia de la inteligencia europea» HTP. PT, (23 de abril)1998.
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CÁCERES CUADROS, T.: «Antología de la poesía arequipeña 1950-2000, Arequipa, Editorial UNAS, 2007.
CELA, C. J.: «Diccionario del erotismo» Grijalbo, Barcelona, España, 1988.
CORNEJO POLAR, J.: «La poesía en Arequipa en el siglo veinte, estudio y antología» Arequipa, ediciones de la Pacpaquería, 1990.
PAZ, O.: «La llama doble. Amor y Erotismo», México, Seix Barral, 1993.
SANTAMARÍA, V.: «Salvador Dalí, lector de Freud» (1927-1930). Una aproximación a las fuentes del pensamiento daliniano, La Balsa de la Medusa, nº 47, pp. 89-112. 1998.
SPECTOR, J. J.: «Arte y escritura surrealistas» (1919-1939). El oro del tiempo. Madrid. Síntesis. 2002.