domingo, 24 de agosto de 2008

Fidel Mendoza *



No existo

nunca existí

ni deseo existir...

Fidel Mendoza





Escribe: Walter L. Bedregal Paz





Fidel Ernesto Mendoza Paredes

(Huancané – 1972)



Su cuna es de los que literalmente la conocen como tierra de “Mata curas y wala Walas”. Es profesor y Abogado, lo cual aportó a su intelecto en la U.A.N.C.V.- Juliaca.



Nació y creció bajo las polleras doradas de bayeta de su “Mamá Martina”; la disciplina de su padre le sirve para ser organizado, que suaviza su apego al dolor del abismo, de la tristeza y la soledad, no quiero afirmar que Mendoza se equivocó de época, pareciera que vino de otro tiempo, porque muestra con crudeza la repugnante fealdad de la miseria inmunda de este nuevo tiempo, con un milenio y siglo nuevo arrebosante, donde pocos entendemos a los poetas, peor a los de su pensamiento, que al mirarlo en un espejo nos muestra claramente al filo del tiempo - que le tocó compartir con nosotros – lo que queremos ver.



Fidel Mendoza, con su discreta humildad, es valiente para ponerlo delante, marcha a la vanguardia de su Generación literaria - luego de Fernando Terral que le cedió el paso por habernos dejado tempranamente -; porque su poesía parece la de un autor completamente normal, excepto, quizás, en el exceso de los recursos visuales que sólo él sabe reproducir : “…al igual que sus versos; se comporta no como iluminado, sino como un grande y apasionado conocedor de su oficio, el que suele dominar con instinto”. (1996, Diciembre Páginas Escogidas. Diario Los Andes).



Fidel Mendoza, pertenece al género de poetas visuales, sin suponer y sin faltarle las cualidades, es abstracto, intelectual, de genio joven, posee la lozana imaginación plástica y colorista.



Sus poemas breves como muestra en Herejías (Oruga editores, La Paz Bolivia, 1996), son descriptivos, detallando que sus versos son canciones que forman un sonido donde alternan los dolores del nacer, hasta el llanto sin llanto del momento final de un suspiro.



En sus obras poéticas, Fidel Mendoza aparece en un período de esplendor: Impresa taciturna (1992), con formas filosóficas, siempre buscando el estado del alma, analizando el grito hondo y sincero. La nota clara se notaba con el dolor real íntimo ya en Antología del Cinerario(1993) saturando el pesimismo frío, amargo, como el de Baudalaire, ratificada con Herejías, donde sugiere una balada triste, escuchada en la hora gris de un anochecer sin esperanza.



Fidel Mendoza, tiene además poesía inédita como: Calipso, que mereció la Primera Mención Honrosa en el Concurso Nacional de Poesía Premio, : “Pucará” 1996 organizado por ADLA CASCADAS y la Municipalidad de Pucará – Huancayo, Junín. También el poemario:El silencio del alba.



Fidel expone en Herejías, sin exagerar hasta la extravagancia una teoría filosófica, que más artística merece terribles anatemas de un estudio de la significación del momento antes de morir. Sabiendo y mostrándonos que la muerte vive dentro de nosotros, aunque dormida, y cuando despierte de ese sueño que vive dentro de nosotros… merecido o no, moriremos.



Juan Alberto Osorio, en el prólogo que le dedica a Herejías, no desdeña sus dolores, pero escribe: “… retoma algunos puntos que parecen fundamentales en este ejercicio poético /… estos versos no sólo conmueven sino que sorprenden por la madurez tempranamente intentada, y eso es lo importante, el mostrar y demostrarse que se tiene mucho que decir”.



Fidel Mendoza, no defiende su conducta, la explica, no pide sanción externa, no cree en los críticos; escribe sólo para él, y cada día se está volviendo más individualista, nada le parece poseer para él, el más ínfimo valor, sino aquello que sacamos de nuestro propio yo. Su naturaleza busca un nuevo modo de comprenderse y de obrar, y lo primero que desea es librarse de todo el rencor hacia el mundo.



Pero eso no es todo, sorprendió a la crítica con su novela – la primera novela de violencia social en el Perú – Te esperaré en el cielo. Edit. San Marcos (Lima, 2005). La novela nos remonta a los años del terror y barbarie de los 80, desarrollados en el mundo andino.



Con Te esperaré en el cielo Fidel inicia su ciclo narrativo mágico maravilloso. José Luis Ayala, en el Prólogo a la segunda edición dice de la novela: “…el mayor acierto/ radica en la capacidad de invención de una realidad literaria. Tiene mucho que ver con la historia, la psicología de un pueblo andino, la memoria atávica y la antropología como métodos para conocer mejor las relaciones de los seres humanos en un universo animista. La novela es, entonces, un mural en el que aparecen todas las fuerzas racionales, irracionales, metafísicas, cósmicas, cosmogónicas y atávicas en un momento de extrema violencia”.



Mientras tanto en el colofón del libro – que a mi criterio debería haberse presentado como Prólogo, porque nos da a entender que Maricela Ríos Toledo (Escritora mexicana), conoce más al narrador Mendoza que el típico limeño centralista de Miguel Arribasplata, que no le hace un favor a Fidel, cuando manifiesta de la novela “Te esperaré en el cielo”: “…destacan en ella los diálogos profusos, el manejo del tiempo y el manejo de la estructuración novelística, a la que tal vez le falte ofrecer situaciones y escenas más coherentes. Pero ese es oficio de todos. Fidel Mendoza logrará descubrirlo con la experiencia”. (2005, Prólogo a la segunda edición, de la novela Te Esperaré en el cielo. Editorial San Marcos. Lima.



Maricela Rios, sí acierta en descifrar el alma del narrador, llamándolo: Metalenguaje arquitectónico: “…en el texto (como en toda manifestación de la experiencia humana) se hacen evidentes y observables signos o rasgos en actitudes y razonamientos de los personajes que ayudan al lector a conocer el mundo que se manifiesta, a leer la novela y generar sus significados. Qué combinaciones de ellos los convencen y cómo sus diversos modos de conexión refuerzan la realidad con un impacto estético que se vuelve imaginativo y fantasioso. (Colofón a la segunda edición de Te Esperaré en el cielo).





PARTÍCULA



yo soy

la diminuta porción

de tristeza

que aún queda

después

del asesinato

de Atahualpa

y soy

rebelde

como el granizo

porque

nunca acepté

a los invasores.





TBC



escuálido clavel

marchito tus labios

secos tus yeyunos

fríos tus huesos

pétreos tus ojos

inmóviles tus pupilas

¡Oh! Inocente clavel

de hambre y miseria

en tus pétalos de cal

van encuadernados

la historia geológica

de tus volcánicos pulmones

que lanzan por los aires

sangre , dolor, llanto.

TBC villana ley

del sistema burgués.



XVIII

¡EVOHE!

A Martina. Aún cree

Que vivo en tus sueños

madre

he aquí tu hijo

quebré serpientes caminos por tu rostro de eucalipto

y tu dulce voz de manzana

los hombres han deshumanizado a los cristianos

me clasificaron en la orden de los sub-humanos

por haber nacido de las entrañas de una vasija de barro

quisieron borrar mi piel de canela con látigos

indio fui desde tu cósmico vientre.

madre

bajo mi poncho de vicuña

traje para ti rosas rojas

la sagrada hoja de coca para desmadejar tus penas

y cal para escribir tu nombre

en cada estrella del universo

madre de mis huesos…!

déjame besar tus manos obreras de arcilla

déjame volver a mi tierna edad

déjame dormir en tus doradas polleras de bayeta

madre

pronto caerán los muros de sal que han construido los

hombres lobo

los obituarios arderán hasta quedar ceniza

improductiva

y empezaremos a vivir de nuevo en el mundo.





MARTINA, PEREGRINA LIBÉLULA Y MADRE DE LOS DUENDES

XIX

¡EVOHE!



Martina

“Martina murió antes de tiempo

su pollera quedó detenida en el poyo

que guarda la desolada retama”.

Gloria Mendoza Borda.





mujer de arcilla se fue a morar nuevas tierras en el confín del universo

los duendes aman su rostro de anciana hierba buena

aún cansada suspira en el continente que Dios obsequió a sus

laboriosas manos de generosa obrera y tranquila bebe el agua

que ya no le arrebatan los ogros de azufre

madre del eucalipto que se marchó presurosa el día que el

sol colapsó en la lejana montaña azul poblada de truenos

la lluvia presenció la capitulación de su vida

el viento cubrió su cabellera que parecía navegar en tempestad

su sangre corrió y corrió no se detuvo hasta inundar las

frías regiones del orbe

sus ojos navegaron durante la noche hasta anclar en la

ternura de la madrugada.

martina murió en la batalla que los grillos conspiraron

una tarde contra el pan de trigo

cayó defendiendo la última migaja

fue cercenado por aceradas uñas de reptil que sublevó contra

su corazón de azúcar

pensaron que no volvería

pero su nombre convertido en cometa de confite atraviesa

todas las noches el cielo

al amanecer se torna en libélula y surca libre por el mundo.







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(*) Parte de este texto está inmerso en el libro Aquí no falta nadie, antología de poesía puneña de Walter L. Bedregal Paz. Grupo Editorial "Hijos de la lluvia" & LagOculto Editores. 2008.

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