La nueva poesía peruana
se hace desde provincias
Por Luis Pacho
Integrante de la llamada Poesía de fin de siglo o de los 90’ de Puno, Darwin Eduardo Bedoya Bautista nacido en Moquegua, pero radicado en Juliaca, Puno desde hace más de veinte años, es el ganador de la XV Bienal de Poesía “Premio Copé Internacional 2011”. Desde Cifra poética, plaqueta que editara a mediados de los 90’, hasta desembocar en los colectivos gestados en torno a revistas como Consejero del lobo, Pez de oro, La Rama torcida, El Katari, etc., el autor de El libro de las sombras con el que hizo del Copé, es uno de los mayores representantes de la poesía contemporánea de Puno. Este premio literario, uno de los más prestigiosos del país, es un pretexto para horadar en la vida, visiones y proyectos literarios de nuestro ensayista, narrador, poeta, editor de revistas y crítico literario; autor, además, de varios libros de cuento y poesía. Aquí una parla con él.
EL PREMIO Y LA OBRA DEL GANADOR
El sector literario de Puno está de plácemes con la noticia de que obtuviste el Premio Copé Internacional de oro en poesía. La pregunta de cajón Darwin, ¿cómo asumes este premio, dicho sea de paso es el más prestigioso del país?
Contentísimo. Bueno, creo que todo premio que me han otorgado, lo he recibido y lo he asumido con la humildad que siempre me ha caracterizado. Tranquilo. Todos lo saben. Pienso que los premios son uno de los mejores alicientes para quien realiza este tipo ejercicio. Claro, sé también que al final no determinan muchas cosas. Ahora, es verdad que el Premio Copé es el más prestigioso del país y precisamente por eso el más importante que se concede a las letras peruanas. En verdad me siento muy contento al estar entre los tres primeros puestos junto al maestro uruguayo Rafael Courtoisie y junto al escritor Alejandro Susti González. Con Rafael Courtoisie me pasa que lo conozco bastante a través de su poesía y su narrativa. Diré que hasta cierto punto admiro al maestro uruguayo.
Los lectores querrán saber algo de tu vida, tus inicios literarios, los premios que has obtenido y el ambiente cultural y social en el que te mueves. Cuéntanos brevemente ese itinerario.
Creo que empiezo a escribir a raíz de los cuentos de mis abuelos, sobre todo de mi abuela y, posteriormente, debido a mis lecturas. Ya estando en la escuela me empezó a gustar las lecturas sobre historias fascinantes. Es más, creo que mi gusto por las historias sorprendentes, nace el día que empecé a coleccionar revistas sobre héroes: Kalimán, Arandú, Tamakún, El Llanero Solitario, Red Rider, Hopalong Cassiddy; todos los superhéroes, desde Supermán hasta Spiderman, pasando por tantos que sería ocioso y nostálgico mencionar. Pero después de eso vinieron las lecturas más extensas que tienen que ver con los bolsilibros: Marcial la Fuente Estefanía, Kansas, Río Bravo, Texas, Keith Luger, Lou Carrigan, Ralph Barby, Silver Kane, Tucson, entre otros; hasta ahí creo que fueron varios años de conexión intensa con la lectura. Recuerdo que cada tarde iba a las puertas del cine Flores, casi religiosamente al único lugar de encuentro con los amigos lectores, antes había gente que leía. Cada uno venía con una bolsa de libros y revistas y empezábamos a canjear los ejemplares que no habíamos leído. Por noche, según lo que cada uno tenía, canjeaba entre 5 y 10 ejemplares para leer. No me olvido que había gente exigente que leía cosas selectas. Julio Verne era un tipo que ya circulaba por ahí. Pero un día tenía que encontrarme con Juan Rulfo, con él conocí la narrativa y la poesía y empezó todo. Con Pedro Páramo supe por qué un libro se lee más de una vez y te sigue pareciendo intenso, único, profundo. Después vinieron Ribeyro, Arguedas, en poesía conocí a Borges, Poe, además de Apollinaire, Rimbaud, Baudelaire y todos los poetas malditos. Ese sólo era el principio, algún tiempo después empezaría conociendo tantos libros, tantos autores hasta conocer extensamente la poesía clásica, moderna y contemporánea. Muchos autores, muchos libros. Mucha lectura.
Con Marco Martos, luego de la entrega del Trofeo COPE Internacional de poesía 2011
Respecto de “El libro de las sombras” con el que has ganado la XV versión del COPÉ de poesía, ¿hubo alguna razón especial para escribir ese libro? ¿Qué temática aborda? ¿Cómo defines tus poemas?
No, no hubo una razón para empezarlo. Sólo que de pronto fueron saliendo ideas, imágenes, porque me pasa como a Watanabe: mi punto de partida es una imagen y de ahí se desprende todo, es más, así empezó El libro de las sombras. En realidad este libro es un homenaje a un abuelo mío. El libro trata de abordar la muerte de una manera distinta. Una muerte, diría, para vivir. Es decir algo que no ocurrió, pero que sí existe porque ocurrió. Y aquí debo expresar una frase que la oí en una reunión: la muerte nos vuelve a reunir. A mí por ejemplo, este tema de la muerte me vuelve a reunir con mi abuelo Juan Bautista, lo vuelvo a tener conmigo y en cada verso lo encuentro vivo, conmigo. Creo que la temática sobre la muerte es bastante abordada por poetas y narradores; sin embargo, creo también de que no deja de ser un lugar para alentar la vida. Con respecto a definir mis poemas, creo que los expertos en esto son los lectores por un lado, y por el otro están los estudiosos y los críticos, ellos sabrán definir lo que escribo. Ahora quiero mencionar que El libro de las sombras tiene casi las mismas características de forma que mi primer poemario: Yarume, primera edad del silencio, los dos son un único poema. No hay poemas. Es un solo discurso. Creo que los dos tienen conexiones de forma y propuesta.
Los libros que publicamos siempre son parte de un proceso. Háblanos de tus lecturas, libros o referentes de tu poética. Poetas universales, peruanos y puneños, seguramente.
Es verdad que quien no lee, no podría escribir nada; al menos no podría escribir algo considerable. Desde que tengo conciencia de mis lecturas, he aprendido a seleccionar lo que debo leer y lo que no. Porque sabemos que hay textos que no se dejan leer por una infinidad de cosas. Quizá por ello mis referentes sean poetas latinoamericanos, los de toda la vida y los que empiezan a ocupar un sitial enorme en la tradición literaria en habla hispana. He leído pocas cosas de los grandes clásicos, los he conocido a través de antologías y estudios críticos, ensayos, reseñas. Si quisiéramos empezar por lo nuestro, hablaríamos de nombres como Eguren, Adán, Vallejo, Eielson, Varela, Cisneros, Hinostroza y Watanabe. Ahora en el otro grupo citaría a Octavio Paz, Sabines, Huidobro; ahora que hablo de Huidobro, debo mencionar que mis referentes son todos aquellos que están dentro de la vanguardia. Después leí bastante sobre otras poéticas en antologías. Creo que me gusta leer antologías, me gusta esas selecciones, tengo en mi biblioteca una larga colección de antologías, hasta hice antologías de poesía, la más reciente se llama Hijos de puta: 15 poetas latinoamericanos. En fin, pero lo cierto es que Oquendo de Amat es también uno de mis autores favoritos, junto con Alejandro Peralta. Ahora último estoy volviendo, cosa curiosa, a los clásicos, acabo de conseguir varios textos sobre poesía griega.
Con el tiempo los pueblos suelen disputarse la paternidad de sus hijos predilectos. Caso Churata que nace en Arequipa, pero su obra asume la condición puneña, esos son los casos de Nava o Chano Padilla, en tu caso, ¿Moquegua? ¿Puno? O, en todo caso ¿cómo ves ese tránsito?
Bueno, es verdad esto de las territorialidades y su consecuente marca, pero yo pienso que más allá de los lugares, la poesía o la narrativa no necesariamente asumen condiciones de un lugar específico, cuando uno escribe no lo hace con ese pensamiento; aunque a veces se mencionen referentes geográficos, pero la poesía está destinada a borrar fronteras, a ser más amplia, más universal y su esencia radica en lo que hace sentir. A pesar de todo esto.
Insisto. Diríamos que cargas una experiencia rica de tu infancia y parte de tu adolescencia en Omate (Moquegua), pero tu estro poético se ha desarrollado en Puno, donde resides actualmente. ¿Cómo asumes esa condición?
Es cierto, creo que esto tiene que ver, en todo caso por lo que escribes o donde lo escribes, por ejemplo, El libro de las sombras lo escribí estando en distintos lugares: Arequipa, Moquegua, Lima, Omate y lo terminé en Puno; sin embargo todos los personajes y sucesos, inclusive títulos aluden a referentes de Moquegua. Entonces ese estro se ha alimentado con muchas cosas de la infancia, la memoria que tengo de tantas cosas me han marcado y me permiten escribir. Ahora, por otro lado, es verdad que he aprendido muchas cosas en Puno, he leído muchos libros en Puno, digo muchos libros no necesariamente de puneños, pero pienso que el amor, si se puede llamar amor, por la lectura, por la poesía la alcancé en Puno. El amor por la narrativa también. Concluiré diciendo que, de alguna manera, le debo a Puno mi escritura y mis textos.
Desde la Primera Mención Honrosa en el Concurso Nacional de Poesía “Premio Pucará” Huancayo- 1997, pasando por el Horacio-2010 hasta obtener el COPÉ de poesía del 2011, tú eres uno de los poetas puneños que más premios ha ganado. Coméntanos esa experiencia. En última instancia, ¿cuál es la visión que tienes acerca de estos concursos?
No había sumado la cantidad de premios, jajaja, pero bueno, siguen siendo pocos. En realidad los concursos te van diciendo, al menos a mí, cómo vas en lo que haces. Claro dependiendo del tipo de concurso y del conjunto de jurados. Pero no siempre aciertan con la precisión que uno quisiera. Ahora, por ejemplo mencionas el Concurso Nacional de Poesía “Premio Pucará” Huancayo – 1997, lo recuerdo con cariño, ese logro fue con un fragmento menor de mi primer libro: Yarume, primera edad del silencio, esa vez supe que ya tenía por dónde ir en poesía. Hay un detalle que me gustaría contar. Y es el hecho de que siempre han sido los amigos quienes me han hablado de las Bases de los concursos para enviar los trabajos, porque antes del Concurso Nacional de Poesía “Premio Pucará” Huancayo – 1997, no pensaba escribir para enviar textos a concursos, pero noté que no lo hacía tan mal y ahí vamos. Ahora me han llamado cazador de premios, lo asumo como una manera fácil de decir algo que no quieren reconocer o algo parecido. En fin, los concursos de poesía han existido siempre, y las desavenencias entre poetas también, y no hay que extrañarse de nada. Como se sabe, la única obligación del escritor es escribir bien. De ese modo que la poesía ganaría en todo sentido: en serenidad, profundidad, autenticidad, propuesta y desinterés.
Tu literatura siempre ha mostrado un afán de universalización a diferencia de los coetáneos tuyos que han preferido el tema puneño o andino, ¿Son las lecturas, o no has podido aprehender la temática puneña?
Creo que después de las lecturas no habría que hablar de aprendizajes. Uno no aprende el tema, puede aprender otras cosas: técnicas, retóricas, etc., pero no el tema, creo que el tema te encuentra, porque tampoco lo buscas, de pronto está ahí y ya estás escribiendo. Después te vas dando cuenta sobre lo que escribes. Al menos eso ocurre conmigo. Es verdad que mis coetáneos escriben sobre temas andinos, no sé si será por continuar con lo de Churata, por sentirse puneños, o por rendir homenajes a los clásicos, pero lo cierto es que cada uno ve lo de sus temas y asume sus poéticas.
¿Cómo es la forma de tu trabajo creativo? ¿En la soledad? ¿Los viajes? ¿El silencio? En fin, ¿cuánto tiempo le dedicas a la literatura?
Te diré que me he vuelto un loco de atar para esto de la escritura. Escribo en todo lugar, hasta cuando estoy leyendo escribo. Ahora último, por ejemplo, estoy escribiendo como 20 cosas a la vez, entre poesía, cuento, reflexión, etc. Estoy terminando 3 libros de cuentos, 2 de microcuentos, 3 sobre creación de poesía, 2 sobre artículos de poesía, un par de novelas que hace un buen tiempo no he vuelto a tocar, creo que no me llaman, ellas estarán pensando que las olvidé. En fin, creo que le dedico un tiempo suficiente a la literatura, a la escritura, no puedo estar sin leer o escribir. Cuando escribo en la soledad me olvido del tiempo, soy capaz de terminar un poema o dos o tres o diez, creo que escribo desmedidamente. Cuando no estoy solo o cuando sé que hay alguien cerca de mí, la escritura es con medida y sé cuándo debo parar. Creo que le dedico la mitad de mi tiempo a la escritura. Casi media vida.
LOS 90' Y LOS AVATARES LITERARIOS EN PUNO
Aunque pareciera atemporal, ¿qué decir de tus pares de Lima, que como toda manifestación centrista, se autodenominan como los únicos representantes de la poesía peruana de los 90'?
Me parece que el término poesía de los 90 se usa más para explicar la literatura o la poesía de un periodo, sin hallar el contenido profundo de los procesos de creación y de los autores. El criterio de generaciones nos impide ver lo más profundo de la obra de cada poeta y suele convertirse en una especie de prerrogativa para prestigiar transitoriamente un grupo literario o a un autor determinado. Sigo manteniendo la idea que mencioné líneas arriba. La poesía de Lima puede ser buena o mala, dependiendo de dónde la vemos. Ocurre lo mismo con la poesía de provincias. Desde aquí yo tengo otra visión de la poesía puneña, por ejemplo.
Con el poeta Rodolfo Hinostroza, en el brindis de Honor
Con este premio que obtienes, ya suman tres Copés de poesía para Puno. Sin embargo, concatenando con una característica de los 90' de Puno, habría que hacer una atingencia. Diríamos que Alfredo Herrera hace su incursión literaria en Arequipa, muy cercano a los grupos literarios de esa ciudad como Ómnibus, etc. Lo mismo ocurre con Boris Espezúa, que tiene bases sanmarquinas. En cambio tú, te haces poeta en Puno, en la “periferie”, lejos del “centro”. ¿Qué comentario de merece esta situación?
Yo pienso que lejos de la academia también se puede hacer poesía. Es verdad que tanto Boris como Alfredo se formaron en torno a universidades y talleres y revistas. Tuvieron esa suerte. Es verdad que eso aporta bastante en la formación del escritor porque te permite ver de cerca varias cosas que difícilmente podrías ver en otras circunstancias. Pero también es cierto que muchos trabajan a la luz de su biblioteca o su interés personal de lector. A la luz pura de sus lecturas silenciosas y lejos del mundanal ruido. Yo diré que estuve más compenetrado con mis noches sin fin, fueron mis amigos la soledad, el silencio, la cierta tranquilidad que otorga la noche y mis autores de cabecera. Tengo una humilde biblioteca que tiene casi todos los libros de poesía clásica y contemporánea. Tengo amigos que me procuran libros que posiblemente nadie tenga por esta zona. Simplemente estoy leyendo poesía y escribiendo poesía. Además de que a veces uno prefiere la soledad para escribir. No sé hasta qué punto sea buena la antesala de la soledad para enfrentarse a la página en blanco. Pero no hablo de una soledad absoluta y una lejanía completa de todo y de todos. Debo decir también que vi de cerca varias cosas. Hicimos alguna que otra revista. Es verdad que uno o dos recitales. Y algunas otras cosas que de algún modo contribuyeron en nuestra formación, claro que todo fue de una manera distinta.
Los 90' es una época que todavía nos duele a todos los peruanos, ¿Cómo te marcó el contexto social y político en el que empezaste a escribir y a moverte en el ambiente poético de Puno?
Cuando empecé a escribir poesía, narrativa y reseñas, hacia el año 94-95 apenas cuando empezaba a estudiar literatura, todos sabemos lo que atravesaba el país, es verdad. Pienso que realizar un trabajo escriturario por esa época fue diferente a muchas otras épocas debido a las rigideces y palpitaciones que tensaban al país. Esa época del miedo, sin duda, algunas cosas no fueron las que debieron ser, por ejemplo los sentires ocuparon esa estela interior que era, a veces, guardada en el lugar más lóbrego y cohabitaba con el miedo. Puno no estuvo lejos de eso, especialmente el tema Azángaro y los lugares donde de algún modo se realizaban trabajos que permitirían el desarrollo de un pueblo. Yo recuerdo nítidamente una noche en la que nos disponíamos a cenar luego de haber trabajado en los trazos de redes primarias para la construcción de un reservorio allá en la provincia de Santa Rosa, de pronto nuestra cena se vio interrumpida por una ráfaga de disparos y gritos, a los pocos minutos supimos que la comandancia que estaba a la entrada del pueblo ya no sería más. Enseguida hubo un terrible apagón. Entonces corrimos del restaurante a nuestro hotel. La noche nunca estuvo más oscura que aquella vez. Llegamos hasta nuestra habitación, casi a tientas, trancamos la puerta con palos y ladrillos. Nos metimos debajo de la cama. Las balas chocaban contra las paredes. Los gritos se incrementaban. Nuestras manos temblaban. Nuestra frente sudaba. El silencio desde nosotros era el mejor del mundo. Minutos después todo había terminado. Ni bien amaneció, nos vinimos caminando todos los que habíamos ido con la idea de trabajar un nuevo reservorio para Santa Rosa, con agua que se iba a captar desde sus nevados más cercanos. Era 1998. Era el terror. Esa noche tenía debajo de la almohada Altazor de Huidobro con un separador en la página 12. No me voy a olvidar nunca.
Escribes crítica, ensayo, narrativa y poesía. Usualmente al autor que incursiona en varios géneros se le reconoce solamente en uno. ¿Pasa eso contigo? ¿Cómo te gustaría ser reconocido?
Sí, sí, me emociona escribir todo de todo. A ver, en primer lugar casi no pienso en ser reconocido. No me desvela ese tema. Ni escribo con ese anhelo. Es decir no me preocupa eso. Si escribo y publico es para terminar con esa manía que tengo de estar corrigiendo. Sale el libro y ahí concluye cierta obsesión. Ahora si alguien quiere hacer un reconocimiento, eso es diferente. Porque al final si algo se reconoce es porque vale, entonces uno no debe buscar reconocimiento, si va a llegar, un día llegará solito. Lo otro, lo de escribir varios géneros se ha vuelto una costumbre en mí, me siento bien revisando, explorando varias cosas, creo que el motor es la escritura, el ejercicio de escribir y escribir, claro que me siento mucho mejor escribiendo poesía o cuento.
En narrativa has publicado, entre otros libros, “Bosque de luciérnagas” con el que has ganado el Primer Premio Horacio-2010, y que aún no sale a luz. Háblanos de se libro.
Sí, Bosque de luciérnagas es un libro de microcuentos que recién va a salir. La Derrama Magisterial lo está editando y en unos días más, según tengo entendido, ya sale con un tiraje considerable para ser distribuido en todo el país. Este libro tiene cerca de cuarenta microcuentos, todos tienen el título de mujeres muy conocidas como personajes literarios. Ahí podrán encontrar desde Eva hasta Marilyn Monroe, pasando por Circe, Penelópe, Medusa, Cleopatra, Nefertiti, Madame Bovary, Cusi Coyllur, La Perricholi, Caperucita Roja, Blanca Nieves, etc. Quiero mencionar que los primeros borradores de Bosque de luciérnagas tienen fechas que oscilan entre el 2006 y 2007, creció casi junto con su otro hermano El libro de las sombras, claro, cada uno ocupando su propio periodo de escritura y lugar. Apenas salga podrán leer esos textos narrativos.
En Puno no hay una tradición de la escritura del cuento breve, a excepción de un par de cuentos de Aramayo, ¿qué te ha llevado a otear y orientarte por ese itinerario?
Me gusta esa pregunta porque me permite recordar lo maravilloso de los microcuentos. Creo que no fue tanto otear, sino encontrármelos en el camino. De pronto supe de su relación con la poesía. Esto de la brevedad empieza con el hayku. Un día me encontré con el maestro Matsuo Bashoo y lo seguí hasta encontrar la madeja de la brevedad. Al principio me encantaron todos los orientales. Creo que su brevedad fue el nexo que me enganchó con los microcuentos. Ahora mismo estoy leyendo microcuentos y también escribiendo microcuentos. Soy un fanático de los microcuentos. Por estos días estoy concluyendo con la versión definitiva de mi antología de microcuentos: El lavapiés de la hormiga, una primera parte, como sabrás, ya salió en la revista de literatura dirigida por nuestro amigo Walter Bedregal, La rama torcida, aparecida hace dos años atrás. Ahora sale el libro completo con una presentación mía. Lo colgaremos en Internet.
MIRADA A LA LITERATURA PERUANA Y PUNEÑA
Hace algún tiempo se decía que la poesía peruana había decaído en los últimos años, que no había Hinostrozas, Varelas, etc, ¿qué piensas al respecto?
Es verdad que hace tiempo no sabemos de poetas con esas dimensiones. Es difícil ubicarse al costado de esos nombres. Pero la poesía es un proceso lento, se toma sus años o si quiere sus siglos. Pero es verdad también que hay muchos nombres en la poesía peruana que ya vienen llamando la atención. Aunque claro, la mayoría de ellos sean de la Capital, pero obviamente revisando esto desde la Capital. Porque si revisamos la nueva poesía desde provincias, caeremos en la cuenta de que la nueva poesía peruana se hace desde provincias con la mayor intensidad, con la mayor seriedad y, sobre todo, aquella poesía que cala más hondo. Bueno, entonces esto depende desde dónde revisamos la idea de poetas buenos. Pero estoy seguro que la poesía solita se irá abriendo paso para llegar a ocupar el lugar que se merece, sin prisas, sin temores, sin desesperaciones, seguramente de que pronto tendremos noticias al respecto.
Con el maestro Edgardo Rivera Martínez
Generacionalmente te inscribes en lo que se ha ido llamando en Puno la Generación del 90' o Generación de fin de siglo, ¿Qué decir de ellos a estas alturas del proceso literario puneño? ¿Cuáles serían sus aportes?
Desde Peralta y Oquendo, creo que en Puno no se ha hablado de disloques o rompimientos. Si revisamos la poesía del 80 nos daremos cuenta de que no hay alejamientos mayores con respecto de Peralta y Oquendo, incluso de Nava, veo todo eso como una reiteración, un anhelo de no querer alejarse demasiado de una territorio ya marcado. En los 90 he contemplado casi lo mismo. No hay mayores alejamientos. En el pos-2000, en lo poquísimo que han publicado, se percibe otra vez lo mismo. Inclusive se podría decir un apego, un reflejo más profundo de lo ya escrito por Oquendo. Esto implica un proceso sin proceso. Creo que sólo estamos cambiando nombres. Si nos fijamos en Oquendo, hasta se ha hablado de poetas oquendianos por su proceder con su escritura. He leído poemas que son casi un remedo de los 5 metros. Yo no sé qué pretensiones encuentran la ir dando vueltas alrededor de un mismo autor, de un mismo libro. A estas alturas del partido, diré entonces que el proceso sigue siendo un proceso por empezar y; evidentemente que no creo que no hay aportes mayores.
Desde Orkopata a la Generación de fin de siglo, ¿cuáles crees que son las líneas de diferenciación y/o similitud que encuentra en estos hitos de la poesía puneña?
Es verdad que ha pasado mucha agua bajo el puente. Da la impresión de que los grupos a los que te refieres buscaron una manera de ingresar en la historia de nuestra literatura sin que mediara la existencia de una obra literaria válida. Nada tan lejano de las actividades culturales de esos grupos como la obra posterior de sus integrantes. Por otra parte, no sólo han tratado de revitalizar el término “generación” como una manera fácil de darse a conocer, sino que, invocan una división artificial entre la poesía de la ciudad y otros motivos de la creación poética, en Puno, por ejemplo, la poesía andina. Entonces, esto supone que no hay muchas líneas de diferenciación, por no decir ninguna; más bien hablaría de paralelos y reiteraciones o similitudes. Varios autores parecieran haber pensado juntos para escribir. Veo más conexiones. Y podría citar para este espacio lo que decía Moga acerca de ciertos autores latinoamericanos a propósito de Poesía de la incertidumbre, la antología: No hay nada en sus páginas que no hayamos escuchado y leído, hasta el hartazgo, en el último cuarto de siglo. Y, precisamente cuando ese discurso amojamado y retrógrado había decaído, para dar paso a un panorama poético más ecléctico e inquisitivo [...], [hablamos de] este ramillete de autores imperitos, calco sin sustancia de lo ya habido. Creo que estas palabras podríamos aplicarlas para ciertos poetas que no han comprendido lo que implica escribir poesía, de lo que implican las influencias y la sucesión de un proceso iniciado ya hace buenos años atrás en la tradición literaria puneña.
Decías que ya va siendo necesario hacer un “balance y liquidación” de la poesía puneña actual, entonces ¿qué decir de la poesía puneña última de Puno?
He leído, he pensado, he hablado, he escrito bastante sobre la poesía puneña, tanto que quizá sepa varias cosas que no deberían ser como las percibo. Sobre la poesía puneña de los 90, por ejemplo, acabo de terminar cuatro comentarios que ya saldrán publicados, y todo parece indicar que aquellos más de doce nombres de los que una vez hablábamos -como señalo en un comentario anterior-, de los doce nombres sólo quedarán cinco o seis, los demás ya no porque la poesía es constancia. La poesía no necesita de nombres, la poesía necesita de poesía. Creo que ya no tiene sentido contar a quienes no han sido consecuentes y que nunca han publicado un libro, sus pretensiones quedarán donde siempre debieron estar. Además, ya va siendo hora de marcar un antes y un después porque el tiempo no espera a nadie. Si tú miras y revisas, por ejemplo las edades, ya no somos los mismos de antes. Incluso ya no hacemos las cosas de antes…
Los avatares que compartimos en revistas como Consejero del lobo, Pez de oro, La Rama torcida o el mismo Katari, nos ha enseñado que la literatura sigue siendo marginal, ¿qué reflexión te merece esta situación?
Sí, hay lugares comunes que comparten esa denominación de marginalidad. Empero, ya creo que es tiempo de revisitar los lugares prohibidos. Te tumbar ciertas paredes y comenzar por la poesía auténtica. Ahora, es verdad que nos han enseñado mucho nuestras incursiones en las revistas que mencionas. Hemos aprendido de desesperaciones, de halagos, de vacíos, de diferencias, de derrotas de triunfos, creo que es parte de una formación que a la larga tiene resultados que van orientando nuestro modo de pensar y sentir la poesía. Especialmente de ver el ejercicio escriturario. Yo recuerdo cuando empezábamos con una reseña o un artículo en Consejero del lobo, fueron los abriles más rotundos que tuvimos, pareciera que fue ayer cuando escribía, en los años 90, sobre Rulfo.
“Esto que escribo es una hora de profecías esparcidas en el camino, o un intento de ponerle flores a unos pies ensangrentados. A partir de hoy no esperen nada más de mí”. Ciertamente esa es la poesía, pero ¿qué esperar de Darwin luego de este Copé? ¿Proyectos literarios?
Sí, creo que después de este Copé se vienen otras cosas. Tengo empezados varios libros de poesía y cuento. Algunos ya están en las pruebas finas. Tengo 7 libros entre narrativa y poesía. Bueno, los que han sido premiados son los que he terminado primero, digo terminado aunque para mi autoexigencia -ese es mi ego- siguen siendo corregibles. He aprendido a escribir a la vez no solo narrativa y poesía, un ejercicio bastante complaciente y divertido para mí es la elaboración de reseñas, artículos y ensayos. Creo que a veces son ejercicios muy importantes para la escritura creativa porque te permiten leer e investigar, estar en contacto con la viva poesía. Por otro lado, estamos hablando un nuevo idioma a nivel de Grupo Editorial, además se vienen nuevas publicaciones y colecciones de poesía, debo mencionar que me gusta cumplir las veces de editor. Ah, también hemos pensado reactivar talleres de escritura creativa -en realidad los amigos nos piden hacer esos talleres para hablar de poesía, para beber algo refrescante y para conocer damas guapas y para que descubramos por ahí un buen verso-, además de otras sorpresas que de seguro las llegarán a saber en su debido momento.
Gracias Darwin, y felicitaciones nuevamente.
Igual, y dejémonos de tanta seriedad y vayamos por unas cervezas que se me ha secado la garganta, la poesía invita, yo pago.
BIO-BIBLIO:
DARWIN BEDOYA, nació en Moquegua en 1974. Parte de su infancia la pasó en Arequipa, en el valle de Majes. La otra parte seguida a ésta la transcurrió en la Ciudad Blanca. Luego se fue a vivir a Moquegua y de allí vino a Juliaca para empezar sus estudios secundarios. Y fue allí que le supo encontrar el gusto a la literatura escrita, porque antes era un fanático de sus abuelos quienes le contaban historias orales sobre condenados, sirenas, duendes, aparecidos, tesoros fabulosos, y toda una saga de cuentos que hasta hoy no olvida y que algunos ha llevado a la literatura escrita. Es docente de Literatura, ha publicado poemas y cuentos en conocidas revistas de literatura del sur peruano. En su breve trayectoria cuenta con haber logrado algunos méritos como el reconocimiento con la Primera Mención Honrosa en el Concurso Nacional de Poesía “Premio Pucará” Huancayo- 1997 organizado por la revista de literatura Cascadas; segundo lugar en el Concurso Nacional de Poesía premio “Alberto Hidalgo” Arequipa – 1998 organizado por el semanario El Clarín, primer premio (compartido) en el concurso departamental de poesía “Premio Simón Fidel Quispe” Puno-1998 organizado por la CUBUP-Puno; finalista en el VII Certamen Internacional de Poesía Ciudad de Torrevieja convocado por el Instituto Municipal de Cultura “Joaquín Chapaprieta” de Torrevieja-2002 España Alicante. Es integrante de la CADELPO filial Juliaca, coeditor de la revista de literatura PEZ DE ORO, editor de la revista de literatura Lágrimas de Cocodrilo, Director de Cuadernos Bimestrales de Poesía “Espantapájaros. Entre sus libros se menciona: Yarume, primera edad del silencio. Aunque parezca mentira. Leve ceniza. Oscura ceremonia. Cuadernos de ceniza. Hijos de puta: 15 poetas latinoamericanos. Actualmente
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* Tomado de la Revista LETRASDELAGO Año 11, número 18, abril de 2012.
** Del Blogs: http://walterbedregal.blogspot.com/
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