DIARIO ANIMAL
O LAS BATALLAS QUIETAS DE
MIGUEL ILDEFONSO
Darwin Bedoya
La
poesía de Miguel Ildefonso tiene tratos con las batallas de la vida y de la
muerte: ha seguido una ruta paralela a la de Dante Alighieri: infierno,
purgatorio y paraíso. Quizá esto tenga que ver con lo que decía Rilke alguna
vez en sus Elegías de Duino: lo bello no es sino el comienzo de lo
terrible. Desde Vestigios (1999) hasta este libro, Diario animal
(2016), que cierra una época, encontramos en la poesía de Ildefonso textos que
reflejan los espacios menos gratos, los sitios más oscuros de la existencia
humana mostrados al lector con voluntad de choque, para que la colisión les
abra los ojos a una realidad velada por las luces y el ruido insoportable de la
sociedad en la que nos ha tocado vivir. Diario animal (Hipocampo
Editores, 64pp. 2016), reúne 38 poemas que narran silenciosamente los
viajes y retornos del poeta. En las páginas de este breve libro encontramos
otra vez esa representación del sujeto migrante en su citadina épica
cotidiana de la que hablaba Paolo de Lima. Una poética de la tensión de la
imagen donde el sujeto/personaje está en distintos lugares y va narrando y
anotando, a modo de diario, lo que siente y lo que piensa: lo que vive y lo que
muere.
Si bien
la poesía de Miguel Ildefonso (Lima, 1970) expresa también la hibridez de la
cultura peruana, lo marginal, el desencanto por lo urbano, lo metapoético; en Diario
animal aparece también ese halo profético donde el sujeto poemático descubre
que puede aniquilarse o que puede ser eterno: Agotada la polilla sola en un
bosque de edificios y cables / yo sería aquella polilla pero solo me queda el
cansancio / las sombras de palabras que fui domesticando en habitaciones
lúgubres de hostales lejanos / la polilla no tiene memoria como el dolor / solo
es un sueño / solo es la abreviatura de una vida / el intento de ser el reflejo
de una luna muerta escrita en estas batallas quietas (La polilla, p. 16).
Devolverle la palabra al poeta es empezar otra vez el mundo. Como en La
Odisea, Ildefonso nos habla de volver a Ítaca, desde la sombra de los
escombros, llegar a las ruinas de la casa. Jugar a los dados en esa vida
underground. Irse para volver al lugar poético. En Diario animal están
Apolo, Durham, Juárez, Lima, Texas, EE.UU., México, el Norte, el Sur, otra vez
Apolo, otra vez Lima o cualquier lugar del mundo: Tirado en el cemento/ de
una calle sucia/ silbando en la neblina/ del invierno claro/ y lleno de
sinestesias/ allí ve a Dios/ que también gusta de la música… (El ángel
caído, p. 20). Estas batallas de las que habla el poeta tienen que ver con el
retorno y la partida. El dolor. La ausencia. El recuerdo: el paraíso de Dante,
el lugar para vivir: la casa familiar: es una pequeña casa que habita una
casa infinita/una habitación donde apenas/ puede entrar la mitad de un amor (La mariposa, p. 33). Pero cuando el poeta
habla de su hábitat terrenal, también habla de su otro gran hogar: vivo en
la poesía/ de niño no lo sabía/ ella estaba hecha solo de silencio/ pero luego
(a los 17 así) se hizo de palabras/ simples palabras como estas/ yo vivo aquí/
en este poema que no escribo/ sino que se hace visible ante la luz del mundo…
(La salamandra, p. 34).
En la última
parte de Diario animal: EX-LIBRIS/ Nocturno de Lima, el poeta habla de
un viaje que no es sino el volver a casa. Y en este poema —el más extenso y logrado del libro—, nos habla, una vez más, del eterno ir y venir, del
viaje, del retorno como una insistencia para marcar territorio o como el que
sabe que no debe irse porque no sabe despedirse y por eso retorna a la Ítaca de
toda la vida: aquí está / lo vemos esperando su carro / metido ya en la
noche desplegando sus alas que no pueden volar / esperando y sonriendo/con el
viento ácido / con la cruz del cerro negro al frente / los faros guiándolo /
aquí está él / perdido en la tierra sedienta de ese cuerpo divino airado loco
animal… (Nocturno de Lima, p. 58).El poema es una autobiografía, un retrato
hablado del país y sus aristas más altas y bajas. Ildefonso cierra así un período,
una vida: …entonces quedan aquí las palabras nada más/ queda en esta línea:
un punto final. (La pulga, p.27), este libro final (todos los poemarios de
Ildefonso son un solo poema, como él mismo lo ha afirmado en algunas ocasiones)
es un canto, literalmente, una sucesión de cantos a la vida, al viaje, al
retorno, a la poesía misma, por eso encontramos, por momentos, registros
levemente disímiles que, de alguna manera, delatan una enunciación plural y
abierta a la diferencia, al cambio, al desafío. A la manera de Luchito
Hernández, Ildefonso ha ido publicando no cuadernos, sino libros de poesía
fracturados que son un todo y que culminan con este poemario. Así, la voz de
Ildefonso desde su consagración con Las ciudades fantasmas (2002) no
puede confundirse con la de ningún poeta, pues la suya se ubica entre las más
singulares, inquietantes y hondas porque, como él, sabemos que: Un poeta/
solo es quien va dejando sus poemas al olvido.
Ganador categoría Poesía
Obra: El hombre elefante y otros poemas
Autor: Miguel Dante Ildefonso Huanca
Editorial: Asociación Peruano Japonesa
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