jueves, 13 de enero de 2011

Arquitectura de la fragmentación en "Degenerativa" de Alejandro Tarrab


darwin bedoya


1.- VARIACIONES SOBRE UNA FRAGMENTACIÓN/COLLAGE:

Creo estar casi seguro de que fue Bataille quien hablaba de una gran verdad, se trataba, y hoy sigue tratándose, de la verdad de la noche, la única verdad posible, la que no puede consentir una sola variación o traducción conceptual absoluta ni nada parecido. Tal es esta verdad que de alguna manera nos orientará con respecto a la primera lectura y la propuesta poética del nuevo libro de Alejandro Tarrab (Ciudad de México, 1972) titulado Degenerativa (Bonobos, 2010, 160pp.) Uno de los primeros poemas de este libro arranca con las visiones contemplativas y humanas que todo poeta posee: Mi padre entonó el sueño de los tedios. /Sacudió los cabellos de su mesa de trabajo todas las noches. Mi padre tiñó las órbitas de la caligrafía; escribió el signo de las cruzadas en mi cabeza. Yo replico esos tonos en su nombre. Me envuelvo en el mismo paño cálido y gris, con visos de seda ardiente, con que él se cubrió para soñar. Sueño, como el embrión que emprende, desde el santuario de la noche, la vida de los animales. Para volcar de un solo golpe el revestimiento de los días. Entonces me siento a escribir y entono las visiones grises y aburridas de mis antepasados, que son las visiones de mi cuerpo y de mi pensamiento. Miradas deslucidas de caminatas largas por la ciudad. El pulso acompasado de los pasajes donde compramos, por decir, una tortuga de pecho quebrado. El desaforado pulso con que observamos ese animal recluido, para después salir desaforadamente a encarnar otras visiones. Con el/ pulso siempre de estas criaturas/quebradas y rollizas.(Primeras variaciones, p.12) Es a partir de esta primera verdad de la noche que se da la visión/contemplación con que el libro se sucede (comienzan los niveles discursivos paralelos, tanto que parece una fusión entre el tema, la técnica y la variación en un mismo plano, con la bifurcación del razonamiento y la confianza en la realidad y la búsqueda de cobijo en el lenguaje), gradualmente las secuencias/variaciones van configurando un sentir que atraviesa lo lírico para detenerse en la meditación y el recogimiento, el lugar, el lenguaje. Dejó escrito Heidegger que el lenguaje, la poesía misma, es la casa del ser. El poeta empieza por ser ánima del territorio poético por donde transita y vive. El poeta rememora. Allí es donde construye su ser, donde hace un hueco y un refugio para su voz. El poeta, en este caso, va ordenando los espacios, va nombrando y la virtualidad del título del libro va adquiriendo sentido, por el conjunto de referencias y por el propio deseo de dialogismo con la reminiscencia que fecunda el arranque del yo lírico en cada poema, aquí está esa voz que patentiza las ansias de lograr la continuidad y la perennidad de todo lo que se nombra. Esta obra posee una arquitectura considerablemente pensada, habría que interpretar los poemas como obertura, los duales del inicio, como un canto interminable que parte con una bifurcación ¿dicotómica? que va señalando la fragmentación, la decadencia de las cosas y de la vida misma, todo en un orden armónico, un completo diseño proporcional que concluye en Fracciones, el último poema del libro. Fracciones, fragmentaciones.

Eduardo Milán, hace poco, en una entrevista, se refería con estas palabras a la fragmentación poética: El fragmento es lo que queda de un desprendimiento con una anterioridad y con una posibilidad venidera, en una manera de ver. En otra, es una consistencia, un autoabastecimiento que se logra por olvido del desprendimiento. Es cuando el fragmento adquiere valor en sí mismo. Están rotos los lazos con el futuro salvo por la lucha y con el pasado salvo por la resistencia. Nuestra existencia es fragmentada. Eso coincide con ciertas prácticas de la escritura ahora. Esa coexistencia puede tomarse como una fidelidad poética a la imagen que el tiempo reclama. Una poética fragmentaria equivaldría a una temporalidad vivida realmente existente. […] Hay una ética en la escritura fragmentaria que no hay en la escritura que pretende conservar las formas poéticas tradicionales. El fragmento pertenece a lo conversado, a la poética de la conversación, que es inexacta, artificial y suspendida. Creo que tiene razón Blanchot y tiene razón Paul Simon: esto es un diálogo interrumpido, una conversación interrumpida. Escribimos lo que quedó de aquello. Si buscamos cambiar el mundo en el sentido poético que le cabe a una transformación mayúscula como la que le espera al mundo es para mantener la escritura del resto de la conversación interrumpida, para seguir escribiendo los fragmentos de aquella conversación. No para conservar la conversación, que ya no es posible: conservación/conversación. Es una metátesis. Pero es más que una metátesis. El sentido de la fragmentación de la poesía de Tarrab tiene correspondencias con lo mencionado por Milán, creo que las líneas de su registro poético muestran una carga potente de la nueva poesía latinoamericana: escribe lo que quedó de aquello, la poética de Tarrab es una temporalidad vivida realmente existente.Hasta se podría decir una densidad, concluyendo, saliendo, frecuentemente, airoso en la tarea de elevar los decires de su sentir a la plenitud de la metáfora-símbolo; elevar el poema a la expresión desintegrada, pero coherente, a los cantares que gozan de una imperceptible estructura, poemas, la mayoría, en prosa; 66 textos que simulan, y al final consiguen ser un solo canto, 5 partes que son expresiones delirantes, composiciones de ruptura, tal vez heredadas de los Cuartetos o La tierra baldía de Eliot, del Anabasis de Perse o los Cantos de Pound o Las elegías de Duino de Rilke. Tarrab destruye la idea de conectividad y enfatiza en la razón de discontinuidad. Casi corroborando las ideas de Ihab Hassan y Douwe Fokkema cuando hablan del escritor posmoderno: la obra es una colección de fragmentos relativamente desconectados, desafía al código literario y predispone al lector a buscar coherencia y orden del caos. El autor destruye concepciones tradicionales de tiempo y espacio, deslegitima las convenciones, desplaza, descentra y desmitifica el orden logocéntrico, etnocéntrico y falocéntrico de los discursos y de las cosas. Creo que tales consideraciones, en Degenerativa, van siendo constantemente reafirmadas por frecuentes y profusas lecturas ¿collage? que Tarrab hace con impulsos/atribuciones de novelistas, poetas, pensadores y filósofos (Arab Strap, Roland Barthes, William Basinski, Samuel Beckett, Walter Benjamin, Thomas Bernhard, Blonde Redhead, Santiago Calatrava, Juan Eduardo Cirlot, Coco Rosie, Le Corbusier, Gerardo Deniz, Antonio Di Benedetto, Michel Foucault, Elfriede Jelinek, György Ligeti, Kevin Lynch, Gilberto Owen, Leopoldo María Panero, Georges Perec, W. Rathenau, Mies van der Rohe, Severo Sarduy, Peter Sloterdijk, Constantin Stanislavski, José Juan Tablada, Tristan Tzara, Blanca Varela, Francisco Varela, William Carlos Williams, Tom Wolfe y Xiu Xiu), todos afines a su temperamento contemplativo y al eje temático/estructural que abarca el libro, tal vez tengan que ver también los rastros de Lubomír Dolezêl y su semántica de la ficcionalidad de los mundos posibles, ¿mundos diádicos?. Esto supone que estamos hablando de una poesía de rasgos casi, por decirlo de alguna manera, arrasadores, unas variaciones inescrutables y, sobre todo, vivenciales, integradores. Dicho de otra manera, con Degenerativa estamos frente a un programa poético maduro y reflexivo, un proyecto ambicioso que edifica un cosmos apocalíptico que desdobla la condición humana y casi domina el libro entero.

Además de la reminiscencia como idea de la evocación o de lo discursivo por excelencia, la poesía escrita en Degenerativa tiene que ver con los hablantes ficticios, pues ellos son la figura que, representada o no, entregan, mediante su voz, la narración o el poema de un modo singular a través de cada variación y resonancia en contrapartida con los paratextos o a partir de ellos. Pertenecen al plano de los enunciados. En tanto que los hablantes implícitos son el sujeto de la enunciación: la conciencia estructurante que fija la perspectiva de la obra configurándola como una metáfora ontológica/epistemológica. Esto quiere decir que se trata de un hablante ficticio (¿Desintegrado? ¿Cohesionado?), ya sea representado o no, y como tales son parte del mundo. Pertenecen al nivel del enunciado, y por pertenecer a él carecen de la distancia necesaria para proveer al lector de un criterio lógico de verdad y coherencia: son parte del mundo, una figura, un objeto más en la ficción lírica que va con la idea de degeneración y de cierta nulidad del entendimiento, casi en las fronteras del enigma: «Lo que desvanece/ (la descripción de lo borrado por el tiempo es una labor difícil). El casco viejo de las ciudades está en el centro. El centro inmemorial no está siempre en el medio. Se dice centro, se dice entraña, casco viejo. El casco de las ciudades se desvanece como un cadáver. Piedra confusa. El viejo armazón de las ciudades es un músculo enfermo. Cuando el sol da de frente sobre la piedra reconocemos rasgos, singularidades fisonómicas. Esta ala maligna protegía la ciudad. Antaño. Este apenas, / ángel remontando.» (Basamento. Segunda variación, p. 17) Este poema pareciera encerrar un signo arcano, incógnito. Y si partimos de que todo enigma es la representación de símbolos, podemos deducir que el poeta conjura el misterio de lo oculto, de lo indescifrable, lo que se torna en una visión degenerativa como la escurridiza creación poética; y para conjurar al hombre —que es el poeta— utiliza como recurso la premonición de un mundo que se va y que busca respuestas en la fantasía como consuelo. Con ello está creando deliberadamente un código personal que justifica la actitud del yo lírico ante el mundo, que desea ante todo el advenimiento de la desaparición del ángel protector y al mismo tiempo exhorta para buscar la memoria. A simple vista pudiera parecer una contradicción la presencia de un viejo armazón, y es que el poeta asume su contemplación/creación desde un punto visionario altamente reminiscente. Pero la novedad en esta propuesta poética se encuentra en que sus motivos no son únicamente metafísicos o existencialistas; su condición festiva se refocila en la admiración fecunda, desenfocando nuestra acostumbrada manera de relacionar la lectura de un verso y la configuración de una poética. Creo que a partir de este poema van apareciendo sombras y luces que acompañan al poeta y lo llevan a repensar la idea de su propia esencia/existencia que transita por el camino de las utopías; realizaciones que deben ser cumplidas antes que el mundo desaparezca.

2.- VARIACIONES SOBRE UNA DEVASTACIÓN ENTERPRISE:

Tarrab, situado en un determinado paraje perfectamente semantizado con el vocablo degenerativa, logra introducir a los lectores en lo específico de la idea de desintegración/conclusión; logra también que atrapen la insularidad frente a la verdad, en esa atmósfera de ocultamiento y de luz, de aseveraciones e interrogantes, de tonos altos y bajos en los que se vislumbra un presente de dudas y esperanzas. Metáforas de luces imbricadas como aquellas en que prima la reflexión/ulterización/devastación: «Somos eso, / putas guiñando luz hacia la muerte. Eso un cadáver, la flor tornadiza. Barqueros, gitanos mostrando su biografía del hambre. La que ríe, antes de tornar. Eso Lucifer. Madrotas batiendo telas de rayón, coloridas. Alucinados plumajes de la guerra. Sangramos los oscuros de Chanel. Decimos eso, mala sed, saña de la lengua mala: nos perdemos. Era mi barrio y yo salía por las noches, descubierta. Las piernas me hormigueaban y el paladar. Quería dar con lo que queda o que me dieran largo. Así moví entre los puestos de la noche. Riendo. La que sangra, la voz presente de la muerte en un canto. Filmadoras, grabadas putas en calado y arabesco, guiñando aves por la abierta igual que Cristo: estropeados/ símbolos de la velocidad.» (Pasarelas II, p. 58) Estos versos, como en una gran parte del libro, logran la razonada congregación de la metáfora y la imagen que explora la esencia del sentir, aquella en la que brota la idea de desaparición/degeneración que se hace presente con la negación final. Sólo el poeta puede dar respuesta a las nebulosas y devastaciones. Sólo él puede escuchar la opacidad de la nada. El poeta es también ánima porque devela lo que está detrás de él, a veces, hace luz del sentido ininteligible de la poesía. La poesía de Tarrab renuncia al control simple del discurso, hay una orientación visionaria en su decir; quizá porque la realidad no puede ser representada, sino creada en el universo del texto. Los poemas de Degenerativa, parten, antes que nada, de un resquicio de duda, de las contemplaciones, de las preguntas celestes que se vuelven a la particularidad de quien escribe y de quien lee. Para su autor, el punto de partida en todo acto de la vida, y no sólo en la escritura de aquellos estropeados símbolos de velocidad, es la poesía misma. La ausencia como premonición, la pregunta en cada lugar, la referencia, la duda, supongo que el poeta, en cada poema, intenta dar una respuesta, pero apenas concluye la alusión, inmediatamente le invade la incertidumbre. La poesía.

Los versos van configurando la idea del mundo y de la vida. Ese mundo del cual creamos o pensemos de él lo que pensemos, es sorprendente; pues nada es estático y todo nos lleva a un continuo descubrimiento. A una nueva realidad. A una certeza. A una perplejidad. El mundo es la poesía, la poesía se construye a partir del asombro. Esto supone también que en Degenerativa, el sujeto puede devenir diaspórico, ya no en busca de una tierra prometida después del fin, sino de una morada que sólo es movimiento o mejor dicho, que hace del movimiento su morada. Errancia la de los que buscamos una luz nueva al final del fin; aquella que no quiere respuestas finales, porque las sabe inexistentes. Esta poética está configurada en los matices que pulsa la poesía, que arrastran los sentires hacia las esencias nuestras, aquellas recreadas en un sentimiento interior de la vida misma, perfectamente atrapada en expresiones de afirmación y búsqueda de nuestro ser. La poesía de Degenerativa impele, con su fuerza, a tiempos simultáneos en los que se unen lo premonitorio y lo ficcional y lo real, el exterminio y la contemplación. El gusto por lo fantástico en el poema permanece para representar a la virtualidad en su cualidad distinta, en su irrealidad dentro de una totalidad. La muerte nos quema y atravesamos la oscuridad rumbo a la promesa. La noche arde y nosotros la interrogamos.

James Gleik seguirá existiendo con el aletear de su mariposa imperceptible, tanto en Pekín como en New York. Ciudades devastadas. Vidrios rotos. Humaredas. Rasgos de equilibrio, tensiones. Vuelos, máquinas. Dinamismo y velocidad, todo esto hace que Degenerativa provoque una sensación de tiempos distintos, de varias voces en una sola voz. Introduce al lector en un sistema único, una invención, una figuración coral múltiple y terrible; un procedimiento donde las fragmentaciones vuelven a su centro y construyen la poesía, hay una arquitectura edificante, de manera que se siente como parte de una totalidad más amplia en la que está implicado el descubrimiento de la poesía. En la tercera parte del libro titulada Donde comienza el libro de los pasajes, secuencia, trozo entre los sitios, pareciera que Tarrab, al modo de Brian McHale, nos condujera a terrenos narrativos por su forma de emplear la técnica del trompe-l’oeil, según la cual el autor dirige al lector para construir mundos y, a partir de ello, tomar un mundo secundario como primario o viceversa. Mientras que en la cuarta parte del libro, Meditaciones sobre el cuerpo de la obra, el poeta pretende emplear el orden de las estructuras en espiral, en las que subiendo o bajando distintos niveles de un mismo sistema acabamos en el mismo punto en el que comenzó la historia, y por si fuera poco, hasta se puede notar la sutil estructura del mise en abyme que consiste en la representación inferior que copia o recuerda, de alguna manera, algo fundamental y continuo en la estructura del mundo primario. Es así que el sujeto lírico va instaurando un universo particular —el de la consunción del mundo—, transforma el sistema de referencias y de relaciones con las cosas características de la vida con la sola intención y matriz de la fragmentación y su sombra de devastación. Perturbaciones, meditaciones, visiones, variaciones, lesiones, escolios, presentimientos, artificios, pasajes, suturas; pero, especialmente, vértigo y velocidad: rasgos definitivos de esta nueva poesía latinoamericana donde nuevamente, después de Litane, Tarrab se reinscribe con este libro total que, como la verdad de la noche, sigue reinventando el género con estas ciudades escritas.

* * *

TRES POEMAS DE DEGENERATIVA

(1)
ESCOLIO

Soñé que éramos hordas
y que había llegado el tiempo de mi muerte. Regresaba entonces, en el sueño, al lugar del nacimiento para terminar con mi vida. Regresaba ahí para morir solo y encontraba el reflejo de mi alma vacía: el nacimiento es el contraespacio de los nichos, me decía. Era un sueño y no quería morir, era un sueño y no quería regresar, así que me tumbé en lo que intuí el espacio de mi nacimiento y me dispuse a soñar. Soñé entonces conmigo como un animal delirante. Rascaba la tierra de mi nacimiento con la ansiedad furiosa de encontrar. Hundía las garras en la tierra repetidamente para terminar con mi vida. Los filtros de la pesadilla tornaron la imagen cada vez más confusa. Mi rostro comenzó a hincharse. Pude ver, dentro de mí, cómo iban creciendo las entrañas de un tumor profundo. Los labios henchidos desprendían aún más el peso de la cara, a tal grado, tuve que frenar. Me vi entonces dormido en el nicho de mi nacimiento, muerto en el reflejo de ese espacio como
siempre había sido:
—Hermosa y destrozada.

NO ARRANQUES, NO APOYES TU CABEZA EN LA MÍA

DESDE LO AMPLIO, EN LA FRENTE,
OSCURECE

(2)
T
(VITRINAS, HECHO PEDAZOS)

En la esquina de Sonora e Insurgentes
hay un maniquí de Santa. Es invierno, todo está detrás de las vitrinas. Las hojas de los árboles permanecen como si no hubiera otoño, no hay otoño. Estamos cansados de hablar del clima, como si no halláramos tema. En esta esquina hay un maniquí de mujer enfundado con un traje. El sol quema los brazos como si no hubiera invierno. Alguna vez nevó en la ciudad, un acontecimiento único; la gente improvisó los trineos con maderas,
láminas autopartes.

En la esquina
te has detenido a mirar: el ojo deslavado, carcomido por el sol de otras estaciones, un dummy para las prendas recién introducidas. Las barbas blancas no alcanzan a ocultar el carmín hecho pedazos — ¿el mismo tono del traje?—, la bisutería de perlas cuelga hasta el pecho. Por el reflejo del aparador ves reunidos
otros transeúntes.

(3)
Primera meditación

Una mañana descubrirá la crueldad:
la calle en la que vivo. La hallarán muerta, colgada de la jácena que mantiene. Un edificio de los años treinta, un desnivel sobre las minas de arena. La hallarán muerta, violada a unos pasos de la calle. Hará recordar ese cadáver la espera en vano, otras muertes por ahorcamiento: cabeza de las farolas llevadas entre los árboles por el viento. ¡Una lámpara!, una mujer estrangulada al interior de un edificio, por decir un baldío de la propia calle, una azucena entre la sombra de las albahacas. Muerta, hará recordar esa mujer un agujero en la ropa —ojeras marcadas— túmulos. Canciones de hijos
cantadas por los hombres.

jueves, 23 de diciembre de 2010

Kuyaq epic: Desolación y memoria en Tiento de Rocío Cerón



darwin bedoya


I.- Mientras dura el silencio o la representación de lo ausencia:

[…] deben ser Nostalgia de la muerte (1938) de Xavier Villaurrutia, Muerte sin fin (1939) de José Gorostiza y Algo sobre la muerte del Mayor Sabines (1973) de Jaime Sabines, los más altos referentes de la poesía mexicana referida a la memoria, la desolación y a la muerte. Estos libros de alguna manera tienen filiaciones con el más reciente libro de Rocío Cerón (Ciudad de México, 1972), autora de Tiento, (UANL, México, 2010, 78pp.) En esta sexta entrega de la poeta, ganadora del Premio Nacional de Literatura de México Gilberto Owen 2000; encontramos éteres que nos hablan de la memoria, la desolación, el vacío, además de la conservación y pérdida de la ilusión y nos antepone la muerte como calma y auge de la vida ante la epicidad de la voz que señala estar aquí, ahora. Las fronteras discursivas que Cerón emplea nos remiten a lo que Nietzsche, en El origen de la tragedia, advierte: El yo del poeta lírico sale desde las profundidades de su ser: su subjetividad, en el sentido de la estética moderna, puede tener indicios de una ficción. En Tiento aparecen personas poéticas de naturaleza ambivalente: autónomas frente al poeta pero también, en un plano simbólico, con varias representaciones que convergen en suertes de máscaras, voces múltiples (la madre, la hija, Eleonora), diversas y aun opuestas/mezcladas entre sí. Voces que al final permiten recomponer un verdadero rostro, aquel que no es otro que el sujeto poético que precisamente aparece en el poema que le da nombre al libro: TIENTO: Una familia es tiento. Precisión de sangre./ Una familia es borde.// Derrumbe y asidero.// La habitación es el centro donde rondan los nombres./ Un padre es trayecto entre la creciente y lo que cae.// Algo ahí espanta./ Lo que aprendimos aquí no se consume.// Las flores artificiales no mueren (sabido), todo lo fugaz es/ inconsolable (mi padre sobre la cal o la cal en él o el fuego/ abrasando su espalda).// Podríamos ser posibilidad. Podríamos ser el decorado.// Una madre es vastedad y cacería. Proporción y queja./ La madre (me digo) resuena cerca, estaría aún antes de la vida:/ dificulta lo solo, lo uno, lo arrojado tras de sí.// En el fondo, contraste y azul miedo, el jardín familiar, las buenas tardes,/ la tierra aprendida, el gesto.// Algo ahí espanta.// Una familia es tiento (repito), sobreabundancia de acordes:// —Permanezca de pie, no se vislumbre el piso.// —Permanezca en ambos reinos, la totalidad de sangres sea punto de/ destino.// —Permanezca acotado a lo que induce el llanto (todo duelo es/ bautizo).// —Permanezca con las manos entrelazadas sobre el regazo (la falda/ de madre es sustento).// —Siga a fondo, nombre lo que significa cuna, muñeca, ventana./ Asidero o dombeya oscura en la lengua: densa constelación de/ linaje (muertos o avellano en flor). Diga Padre (sepulcro) y tome la/ mano de ella. Eleonora.// —Éramos lo real, prado y follaje, entonces éramos ricas. (Abuela/ canta tristezas sobre mi hombro todo el día, todo el viento, todo el/ peso.)// —Entonces Belgrado era suave cosa, violín matinal, gris costa, casa.// , // Una familia es tiento (reitero), vapor y silueta apenas definible.// Y su mano abierta era advertencia.//En el circo las aves dejan de ser migratorias, los leones vagan y el escarabajo más grande del/ mundo anticipa en su silencio el futuro.// Ese invierno.// La caricia en la mejilla. La última casa (donde nunca hubo suelo). Abuela esconde en su seno los restos (migas) del apellido. En ese gesto anticipa la caída.// Algo ahí espanta. Algo, ahí, ya escribe la historia. (p. 34,35 y 36) En este poema se muestra ese algo ahí espanta que evoca la característica visión de la apropiación, el extrañamiento y el encantamiento que puede producirse en y a través de la escritura, la desolación pues funciona como la metáfora de encarcelamiento y liberación a partir de la palabra. El poema posee imágenes aparentemente inconexas entre sí, pero que se unen a partir de referentes, temporalidades, situaciones, recuerdos y metáforas. Esto representa la primera manifestación por romper las leyes de organización de sentido a partir de una lógica distinta, tal vez caos que, según Novalis, es necesario en la poesía. Casi todas las imágenes sugieren la conexión intrínseca entre el hecho de un conjunto familiar y los sucesos de cada uno de los ahí presentes. El poema pasa de la melancolía a la ira, de la ira a la contemplación y a la remembranza, al lenguaje del encierro, a la negación y a la inhibición. Por momentos establece una relación metonímica entre la voz del sujeto poético y su imposibilidad de ser otra vez la misma, pero distinta. Los versos de este texto sugieren una tácita incapacidad abarcadora como consecuencia de la represión de los tiempos idos, el encantamiento, la posibilidad, el destino y la fábula pavorosa de una vida. En este poema TIENTO, aparece también la figura del padre: Diga Padre (sepulcro) y tome la/ mano de ella. Eleonora. Estas alusiones vienen a formar una parte de la alteridad que condensa el libro y que nos remite a estos versos de Elías Canetti: Entre estos montones de ausentes y desaparecidos, él sobrevivirá. O estos otros de Georg Trakl: Sobre los blancos párpados del muerto florece el arbusto silencioso. O finalmente estos versos de Jaime Sabines: Padre mío, señor mío, te has muerto y me has matado un poco. Cerón dirá entonces: Padre mío. Con la astucia de la lengua/ La que atrae moscas, granulación, pantano/ La tarde padre, la tarde// ¿Dónde está la certidumbre, la fiera certidumbre de que te/ ahogaste en rastros? (ANOTACIÓN SOBRE LA BRUMA, p.21)

Este libro posee entidades que giran en torno a las ideas mencionadas, claro que las fracturas del lenguaje, en las tres partes del libro, van dando razón de los dispositivos que activan la voz poética para hacer de su palabra una forma memorable. El sentido plural de la voz poética o sus complejas y variadas formas de emisión es abordado con prolijidad por la autora. Tanto que a veces desparece esa intención de pluralidad. El sentido de una tragicidad va alcanzando una tensión más expresiva, más efusiva y personal para proponernos un planteamiento casi dramático del poema. Casi impersonal o muy personal, pues la línea discursiva efectúa un recorrido histórico por la progresión despersonalizadora que ha ido definiendo a la cuestión de esta poética y, además, despliega una amplia tipología de formas de dramatización o representación del yo: desde un hipotético grado cero de notable identificación del poeta real con la voz que emite el poema (en el que queda inscrito, por ejemplo, el nombre de la primera circunstancia que podríamos llamar autobiográfica) hasta la ocultación del yo de la poeta tras una embozo objetivador, en busca de una expresión distanciada, en la forma del monólogo dramático y sus múltiples derivaciones.

El registro sobre el que gravita Tiento —la singularidad espacio-temporal de su discurso y la individuación de sus personajes— es enunciado con precisión: se trata de la reminiscencia por la heredad-terredad familiar. En estas circunstancias, es la funcionalidad de lo histórico lo que converge en la configuración de un relato poético cuya vocación épica es indiscutible y no puede ser soslayada. Relevar lo poético de este discurso implica, por lo tanto, elevar a la superficietodo lo que de mítico tiene el pasado familiar. Pero al mismo tiempo, es preciso destacar que, si la unidad entre épica e historia familiar comporta una clave interpretativa fundamental, no menos importante resulta la jerarquización que opera en dicha unidad, graduación en la que el rigor de los sucesos del registro histórico familiar es simbolizarlo junto con las posibilidades de que Tiento ha sido pensado —y escrito— en los términos que impone la poética de la autora. De este modo, el relato poético no se abstiene de consignar lugares, fechas y nombres que guíen al lector, aun cuando ya desde las primeras páginas éste sepa dónde localizarlos (Kalemegdan, 1947). La densidad del relato familiar, por momentos o a menudo, es reemplazada por la voz autoral, es decir, por una entidad que posee un estatuto ¿diferente? al del suceso, y, por ello, una completa adecuación con las exigencias del universo poético. En pleno conocimiento de la figura que asume Eleonora en el texto poético.

Hay que mencionar también que la tragicidad-epicidad de Tiento opera en varios niveles. Si bien el elogio de las acciones, dignas de ser rememoradas, viene a ser su punto inicial, no menos importante resultan los mecanismos mediante los cuales, partiendo de la trilogía de presencias femeninas, se llega a proponer una imagen profundamente relevante a pesar de las cenizas y la lejanía de la familia. En efecto, las descripciones-imágenes vienen a confirmarla, en una época en que urge definir la naturaleza de la vida familiar, como verdadero espacio vital. Por ello, no hay razones que validen o desacrediten su defensa, del mismo modo en que tampoco hay razones que permitan comprender su estricta significación en la memoria poética. Cada quien sabe que la familia no es una idea —no puede serlo—, sino una experiencia vital contenida en cada uno de sus lugares, en cada casa, en cada sitio, en la vida misma. A la vez que la elaboración y la mitificación del espacio que propone Tiento significa una condición que repercute sobre la naturaleza de aquellos que habitan un lugar que, por ser una entidad viviente, resiste toda abstracción y se torna en rotunda poesía. Por otro lado, la posibilidad de tratar sucesos del pasado en términos épicos no se deriva sólo de la materia a ser tratada, sino también de las virtudes que corresponden a quien se arroga el derecho de rememorarlas. El ejercicio de la memoria en Tiento, pues, viene definido por las potencias que la poeta está en condiciones de canalizar. Nuestra autora, entonces, actualiza un horizonte de orden anterior a la vez que está, simultáneamente, recreando el espacio poético, garantizando un régimen de verdad que se ubica en los márgenes de la racionalidad que podríamos esperar de una apropiación histórica familiar y el cúmulo de sucesos que conforman las luchas por la vida. Se comprende así que en Tiento, inclusive partiendo de Apuntes para sobrevivir al aire (2005), Imperio (2009), hay una tradición poética que encuentra su punto de partida nada más y nada menos que en Homero, con La Odisea, esos hilos mediadoresentre los secretos de la tradición, el retorno, el vacío, las ruinas, el viaje y la inteligencia de la nueva poesía se dan, de igual modo, en Tiento. La inflexión de este libro va adquiriendo, poco a poco, una armonía temperada que empieza en la segunda parte del libro: AMÉRICA, desde allí la voz lírica sabe reflejar con justeza las emociones cambiantes del núcleo que sostiene el discurso, y ello incumbe a todo el tejido verbal del texto: el rumbo de los alteres, la elección del ritmo y una entonación determinadas. Las anotaciones a las geografías distantes empiezan con KALEMEGDAN, 1947, es a partir de este punto donde la autora hace referencia y memoria de los lugares. Aquí menciona una geografía llamada Puno: los referentes que señalan a ese espacio del altiplano peruano son anotados por J. M. Springer en el epílogo del libro. Las reticencias son claras: Un recuerdo: el estruendo y su silencio.// Ruido: geografía asentada en la ausencia/ (no, no asidor, sino hundimiento, cuerpo alojado/ /centuria/ tallo o bulbo en la idea, en la corteza cerebral. / Frase que acusa al preludio.)// Lo antes dicho: casa tiempo materiales de desalojo.// ¿Dónde el país piel ojo de dios batalla o domo para vivir en la/ idea de ti?// Hombre mío. Sangre el cielo. Gris altiplano./ Gris sierra. Gris pampa. Gris bufeo. Gris lago Titicaca. / Gris bruma. / (ANOTACIÓN SOBRE LA BRUMA, p. 21.) Otros versos que aluden al altiplano peruano (¿gris, gris?), esta vez a Puno, concretamente están, por ejemplo, en el primer poema de la segunda parte, AMÉRICA, allí podemos leer: Era una isla o un monte cubierto por chozas (p.55) Tal vez esa isla o monte se refiera a los Uros, Taquile, Amantaní u otra isla del Titicaca. En el siguiente poema señala: Todo exacto, piedra sobre piedra, bajo el estupor. (p. 56) Quizá esa piedra sobre piedra haga referencia a las Chullpas de Sillustani. Finalmente, una referencia más al altiplano puneño la encontramos en el poema que cierra la segunda parte del libro, AMÉRICA: Los platos vacíos. En el fondo, el campo de gravedad es el tono. El azul. No azul sino provincia y rastro, donde hemos dejado −Eleonora flotante a la mirada. Cielo. La mirada hace la patria. Su país se le ensancha se le gesta se le encima. América no es orquídea ni animal o pariente. Tersa era la voz de la abuela. América deambula entre franjas. Acarrea agua sucia. Retoña entre la mierda. América madre. América padre. Ofrenda algo. Ofrenda algo de cuerpo a la Pachamama. Entra a esta tierra y hazte un orificio en la lengua. Forma y pasaje en el sermón de las piedras. Nudo ciego entre ríos. Cordillera. Tu piel —Atacama & Sonora, es concentración, vueltas en círculo, cartografía y nudos. Siglo. (p. 63) En estos versos, al igual que en todo el discurso poético de Tiento, Cerón ilustra la importancia decisiva del acierto del tono para sortear el patetismo a la hora de comunicar sentimientos intensos y esa manera de citar, lugares belgradinos, balcánicos, uruguayos, mexicanos, peruanos, puneños, etc. Tal vez esto tenga que ver con los efectos reiterativos del exceso de participación o, con la manera de reflexionar sobre las cautelas de una imposibilidad, una utopía, o algo que no puede hacerse a menudo y, con mayores dificultades, en la poesía. Pero sin embargo, en este libro, suceden de una manera bastante elaborada. ¿Ofrenda algo de cuerpo a la Pachamama?

II.- Nadie nos extrañará o la reinvención de la memoria:

[…] este volumen nuevo de Cerón expresa un profundo deseo de superar los límites impuestos por la memoria y la desolación: ambas escisiones están, en el discurso poético, conscientes, tanto de la dependencia mutua de sus estructuras intelectivas y la capacidad cognitiva de los sistemas del lenguaje, como también de la imposibilidad de la aprehensión del logos por la palabra. Así, la poética de Tiento va alcanzando tensiones inesperadas, va intensificando el desamparo y la memoria y belleza de la gesta de la condición humana. Los poemas de Cerón buscan nuevas formas literarias, cercanas a la narrativa y en ella, disuelven los materiales de un entorno estético que se patentiza después de consumarse en una melancolía y más de una desolación que casi era esperable, quizá como expiación del goce desmedido en un estado infinitamente cercado por el discurso que arranca la atmósfera de estos versos. En este libro, reiteramos, casi al igual que en el anterior, Imperio, la poeta construye la figura del abandono, que expresa, por instantes, la forma de cierta complacencia con la desaparición de la vida. Quizá el gran desafío de los poetas contemporáneos —y en el fondo, de todos los poetas— haya sido transformar su sensibilidad en un vehículo apto para expresar la vida actual y cotidiana. Tiento es indudablemente un libro de los que han aceptado ese desafío y lo han transformado en bandera de lucha. Además, estas imágenes son un friso de la tragicidad y desolación donde parecen mezclarse todos los tiempos, todos los pueblos en todas las épocas. En estos poemas conviven hechos, personajes, sentimientos, sin cronologías estrictas. Cerón intenta, por medio de esta escritura, dar cuenta de la experiencia del mundo, de su mundo, con sus días, sus noches, sueños, sombras, personajes sonámbulos, noctámbulos y amor y amanecer y nostalgia y desesperación; de ver venir la noche. Aunque resulte paradójico, para ese dar cuenta de la experiencia del mundo, la poeta tiene que detenerse en ese sitio minúsculo, como quien tiene que pararse en una rastra del patio de su infancia para rever toda su vida en una hoja en blanco. Tal vez por ello, el potencial de este libro, su capacidad de absorber asociaciones siempre nuevas, difícilmente pronosticable, se encuentra relacionado con su reserva de lo no dicho. Es aquí donde la voz lírica se rompe en partículas íntimas y logra su objetivo: hacer sentir, lograr mover las sensiblerías. Esto supone que la poesía de Cerón nace de una veta, recogida a partir de la ¿honda fascinación? por la desolación. Una tragicidad tan larga y demorada que se va haciendo obsesión de distintas maneras, quizá llegando al punto de cortejar al vacío, a la bruma, a la terredad, a la migración, a la heredad, para recrear múltiples cosmos, variados núcleos semánticos regidos por un tema. A propósito de estos núcleos, Marguerite Yourcenar decía: estoy cerca del núcleo misterioso de las cosas así como en la noche nos hallamos, en ocasiones, cerca del corazón. Este texto de Cerón también nos muestra otro tanto de fragilidad y rigor así como de consecución y goce, al igual que de trayectoria y poesía.

Podemos afirmar entonces que en el transcurrir del discurso se va creando una suerte de memoria poética múltiple, cada una con poderes diferentes: la memoria y los recuerdos que formamos en la tierra de adopción y la memoria profunda, con raíces lejanas. La prueba de que estas memorias se encuentran y dialogan la descubrimos límpidos poemas-sueños. El encuentro de las dos memorias se puede experimentar también en la vivencia de una relación profunda, en el momento que nos parece que hablamos nuestra lengua, cuando en realidad hablamos una lengua que conocemos y no entendemos, ¿un lenguaje interno? Este término quechua Kuyaq: tristeza y ese vocablo inglés Epic: heroico, colosal, dialogan también con las dos memorias cuando no juzgamos la realidad del ¿exilio? en manera separada, porque esa realidad nos pertenece y nos invita a una respuesta vital y creativa, tanto como la correspondencia de esta expresión nahua: in ixtl in yólltl: rostro y corazón. Interior-exterior: tristeza colosal. Kuyaq epic. Por consiguiente, el punto de partida de la poesía ya no puede ser la frase ni la ensambladura sintáctica, sino la palabra íntegra, y por cierto la palabra en su materialidad: figura sonora, rítmica y plástica (Valentina Siniego, Enrico Chapela); luego, la unión entre los significantes que se dan a través de una lógica de la ilusión. En consecuencia, la composición o ensamblamiento de la obra corresponde al contenido poético de la representación o el sentimiento que quiere expresarse. De este modo, la palabra o el sonido, el ritmo, el contenido de la imagen adquieren una función independiente, absoluta. Se desarrolla, entonces, el triunfo íntegro de la palabra o el material de la construcción que Cerón utiliza con facilidad en estos versos. En resumen, este libro es la aplicación de la memoria o el ejercicio de la palabra. Es búsqueda y hallazgo. Autobiografía y anhelos de porfiar viajes. En Tiento se hallan relatos del duro aprendizaje de la desolación y la muerte. En Tiento queda inscrita la memoria ausente y el descubrimiento de que la vida es necesidad y lucha constante a pesar de.

Finalmente, la intensidad de la memoriasobre la que transita Tiento revela que la intención de Cerón no se limita solamente a exponer, entre otras cosas, una reminiscencia familiar, sino también, y acaso fundamentalmente, a desarrollar una poética de altas tensiones que van acorde con la nueva poesía latinoamericana, pues también quiere marcar y sentir un tanto del destino que le aguarda al humano. Precisamente, en este orden, la desolación, si bien opera como agente de la memoria, por momentos la excede, en tanto, dicha memoria, también se propone como un rumbo de los días que vendrán según una concepción del tiempo que se resiste al cambio. Estamos, en suma, ante la concreción de una poética del destino, la sangre, la permanencia, la unidad y la historia basada en la realidad y la búsqueda de la perpetuidad de un sentir inmarcesible.

Puno, diciembre 8 de 2010

viernes, 12 de noviembre de 2010

Próximo lanzamiento del Grupo Editorial "Hijos de la lluvia"

Hijos de puta
13 poetas latinoamericanos
Darwin Bedoya
Prólogo de Walter L. Bedregal Paz
Colección: Letras de la poesía latinoamericana Nº05
180 pp. Noviembre 2010
Juliaca - Perú

Hijos de puta: 13 poetas latinoamericanos
(Fragmentos del prólogo)


Endiosada y endemoniada, traslúcida y sombría, la poesía ha existido desde siempre como una luz indefinida. Bendita y diabólica, la poesía se ha esparcido por el mundo a través de todas las sensibilidades, casi como un mal necesario y único. Luego de sus hitos que la han hecho importante e imperecedera, la poesía no sabe de ocasos, sobre todo desde las vanguardias, pasando por la reciprocidad de la poesía del compromiso, atravesando por los ritmos de la poesía del cántico y del diálogo. Pasando por la propuesta de la antipoesía, regodeándose con la poesía comunicante y la coloquial, luego embanderándose con la poesía de la revolución, aferrándose a la poesía del testimonio y la trascendencia. Siguiendo con el irrealismo poético, rebobinando con la neovanguardia, entreverándose con los regodeos de la poesía barroca, la neobarroca y la neobarrosa; en realidad mucha poesía ardiendo en los candiles del mundo y sobre los cráneos de la noche.

La poesía latinoamericana de hoy, variando un tanto, no sólo sus atavíos, sino también sus ardores y fulgores, atraviesa un pasillo escritural no muy estrecho que digamos y su esplendor delata la concreción de un nuevo cosmos. Hoy, como sabemos, es posible, percibir una serie de tendencias que empiezan a agitarse desde distintos puntos del mundo latinoamericano en complicidad con la tecnología y la globalización, que lejos de ser un inconveniente o un distractor para la obra poética, han pasado a ser el complemento necesario que permite unir distintas sensibilidades a través, no únicamente de toda Latinoamérica, sino también del planeta.

A pocas horas de la consumación de la primera década del siglo XXI, la poética latinoamericana no se regodea en la incertidumbre. Por el contrario, en consonancia con las turbulencias de este siglo que nos muestra la fragilidad de los distintos sistemas, la poesía sigue siendo instaurada entre las cúspides de la concreción y los abismos de la eternidad; pero también sobre el firmamento de nuevos postulados. Porque somos sabedores de que la poesía es la otra voz: antigua y actual, sagrada y maldita. Virgen y puta a la vez. Y es que como dijo alguien por ahí, toda buena poesía es maldita, no tanto porque se le maldiga, cosa que no deja de suceder, sino que se la maldice debido a que es una terrible decidora, saboteadora de los modos estructurados del decir, evocadora de un goce maldecido.

He aquí el puterío más exigente y completo de la última poesía latinoamericana. Esta muestra poética es la señal definitiva de que existe, en esta región del mundo, una nueva poesía y desde hace rato. Voces que ya ocupan un nuevo orden de estéticas y propuestas. Porque toda poesía sólo puede venir de otra poesía, se podría decir que en estas voces se hallan las huellas del sentir poético de Rimbaud, el anuncio adánico de Blake, lo onírico de Kafka y Proust, las locuras de Lautrèamont, Novalis y Hölderlin, la infancia y la memoria de Wordsworth, la imaginación de Coleridge, la intuición y los sueños de Nerval, el terrible espíritu de Rilke, las invenciones de Pound, todas las ambiciones de Eliot, la vida de las sensaciones de Keats, las pretensiones de Baudelaire y la búsqueda de Artaud, la terredad y los metafísicos cantares de Jabès, todo como un solo himno hecho poesía, poesía, poesía...


Walter L. Bedregal Paz

jueves, 11 de noviembre de 2010

Pronto, "Asesinas" de Javier Núñez


Asesinas
Javier Núñez
Serie: Narrativa Breve "Presagio" Nº 06
Grupo Editorial "Hijos de la lluvia"
64 pp. Noviembre 2010
Juliaca - Perú






J. Núñez antes de entrevistarse con una de las asesinas


“Asesinas”, es el reciente libro de Javier Núñez. Se lanzará oficialmente a fines de noviembre (2010), bajo el sello del “Grupo Editorial Hijos de la Lluvia”.


¿Ha pensado alguna vez ver muerto al hombre de su vida que dejarlo marchar con otra? ¿Qué hay detrás de los crímenes pasionales? El amor, el deseo, la venganza, el crimen, el sexo, el trago intercalan las páginas de este libro.


En calidad de primicia, presentamos un fragmento de uno de los cuentos:


Dalila asesina

Empecé con mi oficio de asesina a los 18 años, cuando Fernando Bueno me sacó la vuelta. Aún no olvido aquella noche del crimen, aunque ya pasaron cuatro años. Lo amaba con pasión desenfrenada; fue el amor de mi vida. Pero este maldito me falló, me pagó mal… Tuve que matarlo, no me quedaba otra opción… La noche que debuté de asesina, naturalmente, era novata en estas cuestiones… Por poco se me fue de las manos; a duras penas logré acabar con él.

Cuando regresaba del baño alguien me rozó con el codo. Volví la cabeza para saber quién era. Era un joven más o menos apuesto. Llevaba en la mano una jarra de licor preparado. Hola querido, le dije. Hola, me contestó, soy Johann. Yo soy Dalila, me presenté. Mis amigos me abandonaron, dijo, me quedé solo. Yo también estoy sola, le contesté. Entonces ¿podemos terminar esta jarra?, preguntó. Sí, le dije, y luego ya vemos qué hacemos. Empezamos a beber y bailar junto a otras parejas. Intuí que era uno de esos chicos que frecuentan a las discotecas en busca de chicas mareadas, para llevárselas al hotel. Los conozco bien… En mi caso ocurre todo lo contrario. Yo soy quien se los lleva al hotel…

Pronto "Electra machina" de Darwin Bedoya



Electra machina
Darwin Bedoya
Narrativa Breve "Presagio" Nº 05
Grupo Editorial "Hijos de la lluvia"
64 pp. Noviembre 2010
Juliaca Perú



Darwin Bedoya

Pronto "Miss Lake" de Walter L. Bedregal Paz



Miss Lake
Walter L. Bedregal Paz
Narrativa Breve "Presagio" Nº 04
Grupo Editorial "Hijos de la lluvia"
60 pp. Noviembre 2010
Juliaca Perú




Walter L. Bedregal Paz

miércoles, 10 de noviembre de 2010

Continuan las publicaciones en la Serie narrativa Breve" Presagio"


Luego del éxito de los tres primeros libros que el Grupo Editorial "Hijos de la lluvia" nos presentara en la Serie de narrativa breve Presagio



“Pamoslake”, de Walter L. Bedregal Paz, que con esta singular historia nos lleva a un mundo donde pareciese que existen personajes escapados de los más extraños sueños que bordean la locura, al tiempo que transgreden cualquier tipo de convenciones sociales o amorosas, en un espacio geográfico tan común, donde todo está ordenado y prefijado.















“Es que hacías tanta falta”, de darwin bedoya, texto que persiste en la búsqueda casi alcanzada de la significación estética, estructural y poética parece haber confluido en esta historia llena de magia y vigor imaginativo, a través de los cuales se podrá notar una voluntad enorme de la organicidad del discurso y la postulación a la imaginería inteligible de sucesos sin fisuras, como un primer rasgo que se puede embanderar el autor.














“Salomé y otros cuentos”, de Javier Núñez, el erotismo no imita la sexualidad, «es su metáfora.» El texto erótico es la representación textual de esta metáfora. Con esta posición opuesta de formas de amor es que Javier Núñez nos narra historias perfumadas con un tono sicalíptico, casi como una estela que alumbra ésta su ópera prima. En estas páginas el erotismo toma en cuenta hechos de orden subjetivo, de placer, de apetito o de necesidad claramente sexual, pero también ligados al ejercicio de funciones comúnmente consideradas como no sexuales.










MUY PRONTO...



Miss Lake
Walter L. Bedregal Paz
Narrativa Breve "Presagio" Nº 04
Grupo Editorial "Hijos de la lluvia"
60 pp. Noviembre 2010
Juliaca Perú





Electra machina
Darwin Bedoya
Narrativa Breve "Presagio" Nº 05
Grupo Editorial "Hijos de la lluvia"
64 pp. Noviembre 2010
Juliaca Perú



Asesinas
Javier Núñez
Narrativa Breve "Presagio" Nº 06
Grupo Editorial "Hijos de la lluvia"
64 pp. Noviembre 2010
Juliaca Perú

lunes, 8 de noviembre de 2010

En la presentación de "Salomé y otros cuentos"


El narrador Javier Núñez el pasado 4 de noviembre presentó el libro que integra la Serie. narrativa breve "presagio"Salomé y otros cuentos, en la casa de la Cultura, Jr. Lima Nº 550 - Municipalidad de Puno; con los comentarios del escritor Feliciano Padilla, crítico y escritor Bladimiro Centeno, y escritor y editor Walter Bedregal. A todos ellos el autor queda eternamente agradecido. "Feliciano Padillalla y Bladimiro Centeno fueron quienes me ayudaron a dar los primeros pasos en mi oficio de escritor, con sus sabios conocimientos... Bedregal me extendió la mano en la edición y difusión de mi libro... Estoy infinitamente agradecido a cada uno de ellos". Expreso Núñez.





Walter Bedregal (representante del Grupo Editorial Hijos de la Lluvia) en las palabras de presentación


Javier Núñez hablando sobre Salomé y otros cuentos

Javier Núñez, firmando autógrafos

domingo, 7 de noviembre de 2010

Salomé

Javier Nuñez
Salomé
Serie Narrativa Breve "Presagio" Nº 03
Grupo Editorial "Hijos de la lluvia"
&
LagOculto Editores
54 pp. (Lima, 2009).

Salomé

Javier Núñez

Estoy acostado al lado de una guapa diablesa. Siento su respiración pausada y contemplo su rostro de niña traviesa. Son las cuatro de la mañana y a lo lejos están cantando los gallos; yo también cantaré mis aventuras con esta bella. En unos minutos la despertaré y consumaré por tercera vez nuestro amor loco. La besaré desde sus cabellos hasta la punta de sus pies, le acariciaré sus muslos suaves, la amaré sin frenos ni límites. Ella tenderá sus alas de mariposa y jamás me olvidará en toda su vida.

La conocí a las doce de la noche cuando terminaba la Parada Folklórica de Trajes de Luces. A esa hora, y en fiestas de esta índole, siempre hay diablesas ebrias para recogerlas. En ocasiones anteriores tuve la suerte de llevármelas al hotel. Por eso siempre recorro los sitios donde terminan los pasacalles en busca de bailarinas mareadas. A la semana siguiente pienso ir al Carnaval de Juliaca. Me han dicho que allá las danzarinas beben a jarras incalculables y terminan bailando marinera con sus ropas íntimas en las manos.

No tengo una novia estable, de manera que nadie se queja, nadie me molesta; hago lo que me da la gana y me acuesto con cualquier mujer sin recibir celos. Hasta ahora me he acostado con una infinidad de mujeres, tal como lo muestra mi libreta de Eros, donde registro los datos necesarios y las posturas que empleamos. A veces añado algunos detalles, como por ejemplo, la actitud de las mujeres cuando llegan al orgasmo, los gemidos de las muchachas vírgenes. (A propósito, en mi registro figuran cinco vírgenes.)

Mi objetivo es acostarme con la mayor cantidad de mujeres en toda mi vida. Nunca me casaré, porque se frustrarían mis planes. Parece que vine al mundo a complacer a todas las mujeres insatisfechas. Hasta ahora nadie se ha quejado. Por eso tengo razones suficientes para sentirme orgulloso.

Tengo veinte años y me llamo Orestes de la Fuente. Me gusta la gimnasia y todas las tardes acudo al Búfalo. Levanto pesas y hago otros ejercicios. Eso me permite mantenerme en forma.

Mi primera vez fue a mis quince años con mi profesora de Arte. Ahí me di cuenta de que había nacido para todas las mujeres. No desaproveches este don que Dios te ha dado, me sugirió la profesora.

Esta diablesa que está acostada a mi lado andaba sin brújula cuando le salí al paso. No tuve que cortejarla, porque la iniciativa fue suya. Estaba mareada por los efectos del trago. Sin perder tiempo vinimos a este hotel Los Girasoles. Ella recordó a su enamorado, quien la había engañado con otra chica. Págale con la misma moneda, le dije. Me miró con tristeza en los ojos… Me acerqué más a su lado, acaricié sus cabellos sueltos y advertí la génesis de sus pechos bien formados que asomaban de su traje de diablesa. Tengo sueño, dijo… Pasé la mano por su espalda tenue donde descansaban sus cabellos… Fingió rechazarme en el momento… Seguí insistiendo hasta que en un descuido suyo la besé en los labios, y poco a poco cedió terreno… Su falda de danzarina jugaba con sus muslos blandos por donde mi diestra recorría hasta explorar un capullo de rosa en primavera. Ella empezó a respirar con dificultad y a contonearse en su sitio. Tuve que ganar tiempo al tiempo; así que empecé a desnudarla prenda por prenda. Cuando llegó el momento indicado nos sumergimos en la ciénaga del amor. Retozamos al ritmo de las bandas de músicos y sus gemidos parecían escucharse por todas partes… Fue como ver la cara de la muerte por un instante.

La segunda vez que nos entregamos al placer desmedido fue por iniciativa suya. Ella me despertó y empezó con sus juegos de gata seductora. Retomé fuerzas en el acto e hicimos un viaje al infinito…

Ahora estoy escuchando cantar a los gallos. Son las cuatro y media de la mañana. En ese armario están sus trajes de diablesa, ornamentados de colores. Miro su rostro de niña y pienso que ella tomará otra vez la iniciativa. A ratos me pregunto qué estará soñando.

Cuando se marche anotaré su nombre en mi libreta de Eros. Quizá me busque en otra ocasión, quizá se enamore de mí, pero ya no me encontrará. A las otras mujeres las he olvidado en menos de una hora, sólo figuran sus nombres en mi libreta…

Esta diablesa no piensa despertar, en ese caso yo mismo tendré que despertarla, no me queda otra alternativa. Le susurraré al oído: Salomé, ¿me escuchas? Salomé…

–¡Qué carajo estás diciendo! ¿Quién es Salomé? Yo soy Miluska.


sábado, 6 de noviembre de 2010

Sobre la colección: "Letras de la poesía latinoamericana"...


Leve ceniza
Darwin Bedoya
Grupo Editorial "Hijos de la lluvia"
Colección de poesía:
Letras de la poesía latinoamericana Nº 01
72 pp.
Formato 17 x 24 cm
Juliaca - 2010.



Horas de sirena
Luis Pacho
Grupo Editorial "Hijos de la lluvia"
Colección de poesía: Letras de la poesía latinoamericana Nº 02
60 pp.
Formato 17 x 24 cm
Juliaca - 2010


En un esfuerzo descomunal, el Grupo Editorial «Hijos de la lluvia» comienza con su proyecto magno de publicar toda una nueva cartografía con 24 libros de la nueva poesía latinoamericana. La presente apuesta: Letras de la poesía latinoamericana, comprenderá autores de todo el espectro latinoamericano, empezando por nuestro propio espacio, para luego seguir con toda una selección de textos que marcarán un hito en la poesía en lengua castellana.

Los libros de apertura que el Grupo presenta esta vez son, qué duda cabe, la continuidad de una tradición que en Puno, como sabemos, tiene una larga data que muestra el rigor con que la poesía puneña tiene su representatividad en la literatura peruana y latinoamericana.

El objetivo de estas publicaciones, como en muchos otros casos literarios, es mostrar voces nuevas y otras ya consolidadas para perpetuar la voz poética que de pronto en Latinoamérica está cobrando ribetes mayores; hay estruendos, voces demoledoras, voces auténticas, poderosas,
voces innovadoras que se instauran en nuestras sensibilidades de una manera contundente.

Este será el aporte del Grupo no sólo a las letras o a la cultura, sino a la humanidad entera, en vínculo estrecho con sus sensibilidades y su rol dentro de la sociedad, si es que la poesía
puede intentar servir para algo.

Walter L. Bedregal Paz
Juliaca, noviembre de 2010


P R O G R A M A

1.- Palabras de presentación a cargo de un integrante del Grupo Literario “Alberto Mostajo”.
2.- Presentación de la serie Letras de la poesía Latinoamericana.
Coordinada y dirigida por el escritor: Walter L. Bedregal Paz.
3.- Comentario del libro Leve Ceniza: Poeta Percy Zaga.
4.- Comentario del libro Horas de Sirena: Escritor, Crítico literario y Dr. en Historia
José Luis Velásquez Garambel.
5.- Palabras y lectura del autor del libro Leve Ceniza, Darwin Bedoya.
6.- Palabras y lectura del autor del libro Horas de Sirena, Luis Pacho.
7.- Palabras finales a cargo de un representante de la Municipalidad
Provincial de Puno.


Textos de «Leve ceniza» / darwin bedoya

[XXXIV]
Tú sabes que la poesía no le interesa a nadie. Pero aquí se
alimenta mi cuerpo. Aquí poesía, recogimiento que mora en mi
alma, silencio que alumbra mis ojos, ya para siempre, como el
cielo. Poesía, leve ceniza.


[LXII]
Cubro con mis cabellos esta locura construida con crepúsculos.
Sólo así dejo de ver las cosas tristes de este mundo, y guardo mi
esqueleto (limpio de carne y sangre), en silencio, en esta antigua
soledad, donde otros, seguramente hablarán del amor.


[IC]
Las cosas que escribo son la contemplación de la distancia.
Cada palabra pronunciada me dice que crío en mi casa un vacío
más grande que el mismísimo cielo. Escribo de rodillas, y todos
los venenos y palabras dejan de pesar en mis manos. Osario de
vocablos, hueso informe de la nada. En la lejanía puedo ver una
candela. Escribir es caminar en la media noche, sin ninguna
lámpara que te alumbre.


Textos de «Horas de sirena» / luis pacho

1.
Cuando descubras el olvido, posiblemente crecerán espinas en tu cuarto, y una
luna llena como tu corazón, esparcirá su silencio. Serás aquella desconocida que
arrulló mi cuerpo extranjero y apagó una vela cuando todos arrojaban piedras en
tu camino.

7.
Un día no recordaré nada. Ni tus trenzas negras ni los caminos donde crecía la
soledad como una extraña mirada. Incluso olvidaré las bancas de los templos y los
rostros de esos ángeles que dibujaban cruces en el aire. (Por ellos supe de tu piel
recogida por el viento y mi nombre desconocido en las páginas de la Biblia. Supe
que la tierra es un mismo camino por donde transitan, solitarios, los mismos hijos
de Eva)


Eliana

Algún día/
una Virgen extranjera
bendecirá mi corazón lejano/
No habrá sombras
Ni reptiles huyendo. Todo lo contrario:
lívido aún mi cuerpo/
El cielo azul de Copacabana
cubrirá tenuemente mis labios de arcilla
y un lago encantado/
me devolverá el terrón de azúcar
de tus pezones furtivos.


Sobre LEVE CENIZA:

Estos breves poemas en prosa giran en torno a las pulsaciones más intensas del ser humano: el amor y la muerte. Y la vía del poeta, para acceder a esos ámbitos sinuosos, es la del diálogo con la poesía misma. «Todo ángel es terrible», decía Rilke; «Realidad, el ángel que me guía», escribió Martín Adán. En Leve Ceniza el ángel de la poesía es quien conduce a aquella ceniza hacia estas exploraciones del alma (viejas pasiones humanas). Solo la ceniza, como palabra, vestigio y restauración, en esta época sin mitologías, es capaz de conducirnos finalmente hacia ese espacio sagrado, el de la otra orilla, el lugar intemporal: el del arte como espacio supremo de plenitud, en donde se fusionan lo material con lo espiritual. Son cuatro secciones (Poiesis, Cantares, Salmos y Rituales) que componen este leve reino de belleza y sabiduría.

Miguel Ildefonso

(http://hijoslluvia.blogspot.com/)(http://darwinbedoya.blogspot.com/)http: nidodepalabras.blogspot,com/



¿Cómo se escribe poesía en un mundo donde casi todo es simulación, donde los hechos y las palabras se han convertido en un enorme estercolero? ¿Cómo se escribe la poesía necesaria para llegar a develar lo humano? Cuando las palabras ya no dicen lo que deben decir, ¿cómo se escribe poesía? Las formas de la poeticidad, es sabido, son homogéneas, y por lo mismo irreductibles; pero aquí, en la poetización de un lenguaje se instaura un caos generador, así en los significantes como en los significados y la poesía se transfigura, traspasando aquello que se ha venido a llamar discursos herméticos o aquellos que suponen una transparencia. La poesía de leve ceniza nos lleva a un lugar en el que existen pocos códigos para interpretarla o demasiadas formas de entenderla. ¿Entonces qué queda? La poesía arrancada a la poesía misma. La poesía como la única posibilidad de fragmentarse a sí misma para nacer de nuevo, para volver a cantar, a decir todo lo callado. Y en este volver a decir no hay ninguna consideración. Solamente la palabra sobre la palabra, pulsación, plasma verbal, magma imaginario, violación de los límites, oscuras ceremonias, huesos esparcidos y cantares y cenizas. Esta es la poesía nacida del ser para el ser. La voz sedienta de un lugar, poesía sedienta de eternidad.

Walter L. Bedregal Paz

Sobre HORAS DE SIRENA:

Es un reencuentro con la naturaleza de modo desbrozante, donde todo se abre en flor y el hablante construye un lienzo en movimiento con el pincel del amor, articulando el “somos” en nuestros sueños, en cuyo lazo hay la relación de individuo-comunidad, donde de nuevo el diálogo con la memoria y el sujeto poético habla por los hombres, en cuya voz esta la fragmentación de la comunidad, en enunciaciones truncadas, donde la palabras olvidadas revelan la función poética con la garúa, como un telón de fondo donde se derrumba las cosas y el sujeto se siente un hilo de una lliclla, que apenas lo sostiene de su amada. La mutabilidad del sujeto-poético en Pacho es un eje entre el individuo y una comunidad entre el amor y la naturaleza, como círculos que giran y filtran imágenes acezantes y violentas de belleza y paisaje.

Boris Espezúa


En Horas de sirena, el autor recrea poéticamente el mito de la Sirena de Huaquina, de larga data en Juli y que primigeniamente se conocía como Imilla Serenada. Ella, en este caso, no es la mujer que ostente su linaje colonial ni es la encarnación de aquellas mujeres que vuelven a su lar querido ataviadas con ese aire citadino y occidental, luego de una estancia prolongada en las ciudades de la costa u otras urbes más grandes del Perú. Por el contrario, ella es la imagen de la mujer andina. Pura en la otredad. Y no por ello desconoce los resquicios del amor, innato a todos los mortales. En la mitología nativa, ella, ciertamente, es una diosa.

Victor Villegas

_________________________________________________________________
(http://hijoslluvia.blogspot.com/)(http://laramatorcida.blogspot.com/)
(http://darwinbedoya.blogspot.com/)(http://walterbedregal.blogspot.com/)

PRESENTACIÓN POÉTICA, Este lunes 08 de noviembre en la ciudad lacustre de Puno. "Leve ceniza" de Darwin Bedoya y "Horas de sirena" de Luis Pacho

Leve ceniza
darwin bedoya
Grupo Editorial "Hijos de la lluvia"
Colección: Letras de la poesía latinoamericana N° 01
64 pp. 2010



Horas de sirena
Luis Pacho
Grupo Editorial "Hijos de la lluvia"
Colección: Letras de la poesía latinoamericana N° 02
60 pp. 2010



I N V I T A C I Ó N


El Grupo Editorial "Hijos de la Lluvia" , el Grupo Literario “Alberto Mostajo” y la

Subgerencia de Promoción, Educación, Cultura y Deporte de la Municipalidad Provincial de Puno, organizan la presentación de los libros

"Leve ceniza" y "Horas de sirena"

de la colección Letras de la poesía Latinoamericana.

LOCAL: Casa de la Cultura. Jr. Lima Nº 550 - Municipalidad de Puno.

FECHA: Lunes 08 de noviembre de 2010.

HORA: 18:00 p.m.



P R O G R A M A



1.- Palabras de presentación a cargo de un integrante del Grupo Literario “Alberto Mostajo”.

2.- Presentación de la serie Letras de la poesía Latinoamericana.

Coordinada ydirigida por el escritor: Walter L. Bedregal paz.

3.- Comentario del libro Leve Ceniza.

Poeta Percy Zaga Bustinza.

4.- Comentario del libro Horas de Sirena.

Escritor, Crítico literario y Dr. en Historia José Luis Velásquez Garambel.

5.- Palabras y lectura del autor del libro Leve Ceniza.

Darwin Bedoya.

6.- Palabras y lectura del autor del libro Horas de Sirena.

Luis Pacho.

7.- Palabras finales a cargo de un representante de la Municipalidad Provincial de Puno.


INGRESO LIBRE...


darwin bedoya

Por: Miguel Ildefonso

Acaba de aparecer Leve Ceniza (Grupo Editorial Hijos de la Lluvia, 2010) del poeta afincado en Juliaca Darwin Bedoya (Moquegua, 1974). Como ya hemos visto en sus anteriores poemarios, Darwin ha demostrado que es uno de lo mejores y finos poetas de la más sensible lírica actual, un importante exponente de esta vertiente que proviene de la tradición poética tanto contemplativa o reflexiva (léase los Románticos) como de la vital (entiéndase los Simbolistas). Estos breves poemas en prosa giran en torno a las pulsaciones más intensas del ser humano: el amor y la muerte. Y la vía del poeta, para acceder a esos ámbitos sinuosos, es la del diálogo con la poesía misma. “Todo ángel es terrible”, decía Rilke; “Realidad, el ángel que me guía”, escribió Martín Adán. En Leve Ceniza el ángel de la poesía es quien conduce a aquella ceniza hacia estas exploraciones del alma (viejas pasiones humanas). Solo la ceniza, como palabra, vestigio y restauración, en esta época sin mitologías, es capaz de conducirnos finalmente hacia ese espacio sagrado, el de la otra orilla, el lugar intemporal: el del arte como espacio supremo de plenitud, en donde se fusionan lo material con lo espiritual. Son cuatro secciones (Poiesis, Cantares, Salmos y Rituales) que componen este leve reino de belleza y sabiduría. Aquí algunos poemas.


[II]

Algo oculto en mí comienza a morir irremediablemente. La ceniza duerme conmigo, creo asediar a cada instante cada infierno mío. En el irme estará la conformidad, sólo ahí podrán existir los árboles para mis aves negras. Desde ahora ya no será necesario el deseo de querer oscurecerme como un pájaro en el centro de la lluvia. Así acaban las ausencias y comienza el alfabeto de las sombras.

[XII]

Mi mano escribe un nombre con palabras que no existen, con voces que nunca fueron ni siquiera un signo. Quizá humareda frágil de una tarde imposible cuando el viento hizo arena en los ojos. Lejos, mis camisas colgadas, son otros pájaros borrados de la memoria, aves que cuidan una puerta entreabierta que no me atrevo a cruzar por nada del mundo.

[XL]

Cuando me crecen las palabras, la poesía suplica un poco de ceniza entre sus ojos. Llora olvidos interminables, y ya no tiene un llanto conmovedor. Entonces todos se preguntan: ¿seguirá siendo la misma poesía?

[CXXXVIII]

Escribo para sentir que aún estoy vivo. Aunque escribir sólo sea la vana intención de restaurar cenizas. Aquí en estas oraciones moran mis huesos. Por más que hable de serpientes o palabras, aunque escriba silencios y letras muertas; huesos y desapariciones, siempre hablaré de oscuras ceremonias. Aunque sé que nunca más volveré a escribir.