viernes, 11 de julio de 2008

El otro lado de la palabra: un sentido estético en la poesía femenina de Puno




Por: Darwin Bedoya


Una idea apagógica nos habla de la no existencia de la poesía escrita porque; la poesía existe, tiene vida solamente cuando es leída. Cuando revisábamos los poemas que ahora se publican en este número del Cuaderno Bimestral de Poesía nos dimos cuenta de algo muy notorio en una primera lectura y una necesaria y consecuente relectura de estos textos: la poesía femenina de Puno, contemporánea y actual, tiene tres rasgos característicos que no tienen filiaciones con poéticas que se desarrollan en nuestro medio. Sin llegar a la necesidad de forzar nada: primero, el trabajo que le otorgan a la palabra dentro de un discurso que va marcando un registro hegemónico del lenguaje, pero también señalizando una referencia de discontinuidad a las tendencias genésicas y postreras de la poesía puneña. Segundo, esta poesía tiene un rigor expresivo en el que los mecanismos poéticos atraviesan los reinos de la imagen y la reiterativa metáfora para alcanzar aristas en una representación lírica que, dentro de ciertos márgenes propios y ajenos se ha propuesto desarrollar el juego de los significados y la evidente polisemia poética. Y, tercero, es una poesía silenciosa y que por ello nos muestra el otro lado de la palabra, emergiendo de un espacio particular y a veces lleno de vacíos, como todo trabajo literario, pero esta vez con la diferencia de que en este caso pretende un sentido estético que apela a una renovación como propuesta, aunque de ningún modo estemos hablando de un hecho colectivo, de un grupo o generación, sí nos referimos a una convergencia de los famosos “puntos de encuentro”, como es natural en todo ámbito literario.
Estos elementos anotados como tendencias de la poesía femenina de Puno, sin duda son posibles de contrastar en cada una de las voces que se suceden en este número de lágrimas de Cocodrilo. Seguramente se podrán notar algunos nexos entre una y otra poética, que a pesar aún de la distancia temporal, nos dicen mucho de la presencia de la poesía femenina aquí en Puno, especialmente por la seriedad y heterogeneidad de sus elaboradas reflexiones internas y externas que se interpretan en estos poemas.Valgan estos apuntes para señalar que la poesía femenina de Puno no tiene precedentes de lectura conjunta a diferencia de la poesía escrita por los poetas, quienes sí han tenido, por ejemplo, recitales, han sido antologados, han sido partícipes de algún taller de poesía, etc. menos grupos ni generaciones. Y entramos entonces a una dicotomía de poéticas marcadas por el género en la que inmediatamente surgen las valoraciones de tal o cual índole, las mismas que hace un tiempo atrás fueron estudiadas por Susana Reiz cuando decía por ejemplo: “Los presupuestos en que se funda esta valoración desigual son que la gran poseía es la hecha por hombres y que, cuando un hombre escribe, su discurso no es masculino ni femenino sino universal” y esto indudablemente es la apertura a toda una polémica que ahora no nos convoca por el simple hecho de que lo mencionado por Reiz Abarca un espectro ajeno al que intentamos esbozar aquí con la poesía femenina de Puno.
Más importante, creemos, sería un intento de ubicuidad en un contexto de menor cercanía como el de la poesía femenina escrita en la Capital. Aquella poesía que ocupó espacios considerables fue, qué duda hay, la escrita en los años finales de la década del setenta y en los años ochenta especialmente en donde encontramos nombres como los de María Emilia Cornejo hasta Rocío Silva Santisteban pasando por Carmen Ollé, Patricia Alba, Mariela Dreyfus, Marcela Robles, Giulianna Mazzeti, Giovanna Pollarolo, Rosella Di Paolo y Ana María García que confluyen en un periodo de la poesía peruana escribiendo, la mayoría de ellas, una poesía que nos habla de lo erótico, del cuerpo, del sueño de los amantes, de la individualidad femenina, de la voz femenina que tampoco fue una propuesta colectiva, pero que sí alcanzó una singular presencia dentro de la poesía peruana. Sin embargo esa poética en la actualidad no tiene seguidoras, y para comprobar esto podemos partir haciendo una revisión de ZONA DARK de Monserrat Alvarez, poemario que nos muestra otras rutas como ocurre en los trabajos de Doris Moromisato, Ana Varela Tafur, Roxana Crisólogo, Tania Guerrero o Marita Troiano quienes están buscando otras rutas poéticas, al igual que nuestras poetas del sur peruano, y ese sea tal vez el valor de la muestra de este conjunto de voces que, aunque, como ya dijimos, corresponden a distintos periodos del proceso de la poesía puneña, tienen una manera propia de asumir la poesía para también buscar su propio espacio y desde allí hacerse escuchar, como a hora, porque en la actualidad se está sucediendo todo un vórtice poético en el cosmos literario de las provincias, que por su puesto no tienen nada que envidiar a las voces de la Capital, y esto no sólo es en el caso de la poesía escrita por damas, sino también de la poesía en general.
Las voces que integran este volumen, que en un primer período está conformado por las fundacionales María Consuelo Ramírez, Mercedes Bueno Morales, Irma Alvarez de Zúñiga, Nelly Ramírez de Vergara y Victoria E. Saavedra R.; Y la segunda etapa integrada por Gloria Mendoza, Mílida Castillo, Charo Calcina y Liliana Quinto; luego las novísimas Alexandra Talavera, Jhoysi Yerba, Soledad Jiménez, Lidia Lucinda Añazco Arapa, Alionka Mendoza Yanqui, aunque es cierto que no tienen un libro publicado pero sí buena poesía. Ellas quizás no tengan una voz o referencia que se traduzca en un homenaje a los iconos de la poesía puneña como sí se puede notar en sus pares, los poetas de Puno. Este conjunto, evidentemente que abraza otro tipo de tendencias-influencias porque en realidad la lectura no tiene patria y una prueba de esa afirmación son los textos que aquí se muestran, los que seguramente nos harán ver, además del nivel del trabajo, el abandono del sentimiento terrígena; en cambio, veremos el tránsito a otras estancias y de este modo se estará marcando una respetuosa distancia de la tradición, e inclusive se verá que hablen los colores y las imágenes de papel.

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