miércoles, 9 de julio de 2008

¿Pero qué viento sacudió a Walter Bedregal Paz hasta llegar al corazón de Vicente Benavente?

(A manera de testimonio y ensayo)

Gloria Mendoza Borda


Es curioso comentar un libro cuando a veces pensamos que los jóvenes intelectuales sienten un menosprecio por el pasado –en este caso- de la literatura, cuando a veces sienten un aparente parricidio en la literatura, porque viven y vivimos otra época, entonces a menudo somos ignorados los escritores de generaciones anteriores. Entonces ¿fuimos malos padres? Por un momento eso me pareció percibir en algunos comentarios de Walter Bedregal aparecidos en diarios y revistas de Puno, exactamente me refiero a la Promoción Intelectual Carlos Oquendo de Amat, reconozco que siempre hay deslindes, pero es mejor manejar un criterio al margen de las simpatías o antipatías. Pienso que el Grupo Oquendo de Amat está en pleno proceso de estudio de parte de muchos investigadores, y con mayor razón el año 2005 dedicado a Oquendo, continuamente nos llegan interrogantes sobre nuestra conformación y la continuidad del trabajo de los que militamos en el grupo. Recuerdo que Borges decía que se debiera hacer un estudio de la literatura sin tener en cuenta los nombres para que sea una real Historia de la Literatura de un pueblo, de un país. Es más, otro joven escritor bastante preocupado por su formación literaria hizo en Juliaca un trabajo sobre la literatura juliaqueña o regional, donde no aparece ni un nombre de mujer para la literatura regional o nacional, podría recordar nombres además de Mercedes Bueno Morales para Puno, a la juliaqueña Gaby Arce por su significativa obra dentro de la literatura infantil peruana, por la promoción cultural que hace, y cómo en los últimos años va fortificando su voz con la experiencia vivida en otros países. Y lo más impactante en ella es su alegría por la vida, su eterna juventud.

Encuentro también una curiosa coincidencia que en este nuevo libro El mensaje de Vicente Benavente en el corazón del viento, el amigo nuestro Walter Bedregal Paz nos reúna a Fidel Mendoza, mi hermano, en el prólogo; a Juan Alberto Osorio en la contratapa y a mí en el interior. Debo agradecerle también por este gesto donde aflora la familia, y nuevamente Borges guiñándonos los ojos, no es por las personas es la obra la que marca la historia, y en esta nueva jornada familiar entra el esposo de mi hija Nadja, Jorge Monteza escribiendo ensayo y narrativa, y las hijas Nadja y Sethguin que están en nuestros mismos encuentros con la palabra motivándonos para sacar una revista familiar, por darnos un gusto años atrás; la ilustradora sería Nasha la querida nieta de apenas tres años, y Gabriel el nieto de tres meses pondría sus huellas digitales. Este es otro sueño, los hijos nos han convocado a varias reuniones y los padres nos hemos hecho los desentendidos. ¿Vale la pena soñar? Que lo hagan ellos, que disfruten de la palabra. En cuanto a nosotros no creo que se cumpla el deseo, porque ya en Ayacucho los años 70 tuvimos muchas reuniones con el poeta y sociólogo Carlos Iván Degregori, el fabuloso humorista Juan Acevedo, el pintor Felipe López, los escritores Sarita Bueno, Víctor Bueno, Luis Nieto Degregori, Marcos Zapata, Leoncio Bueno, a veces Jesús Cabel y otros. Y no salió nada, solamente tertulias literarias y muchas buenas risas que hoy se han perdido en las alturas del Acuchimay en el hogar de Juan Alberto, apenas nos quedamos en títulos que se han registrado en la memoria en una época donde la violencia todavía no afloraba.

En el libro que nos convoca esta noche hay un sutil reclamo de Fredy Vilca Monteagudo ¿Por qué en las antologías de poesía puneña realizadas en las últimas décadas no está la poesía de Vicente Benavente? Vilca Monteagudo tiene sus razones que también son nuestras. Claro que no hay ninguna antología completa en todas las literaturas y en todos los países. Cada antologador tiene sus criterios y eso también se respeta. Este libro El mensaje de Vicente Benavente en el corazón del viento es una respuesta ejemplar para ponernos en los ojos la obra, el nombre y la hermosa fotografía que exhibe de don Vicente. Al parecer son muy pocos los autores estudiados en forma personal, además de Churata. Vilca Monteagudo dice Don Vicente Benavente no puede ser etiquetado como un poeta telúrico. No hay poesía telúrica, atelúrica, social, pura, cóncava, convexa, indigenista, neo indigenista, racista, neo racista. Acepto esta reflexión ubicando su criterio en este nuevo siglo. Pero quién puede negar a la historia sobre una pintura impresionista, expresionista, surrealista, minimalista, de una poesía surrealista, realista, simbolista, etc. No son etiquetas, fueron movimientos, tendencias y escuelas en el arte y la literatura donde en el siglo XX surgieron grandes maestros como Picasso, Neruda, Paz, Kandisnky, Mistral, Eco, Kahlo, Arguedas, Vallejo, Rulfo, Oquendo, etc. Y Benavente sí pertenece a ese otro tiempo en atención a lo mejor de su obra editada. Y la poesía telúrica es interesante como lo es la poesía lárica en Chile o Argentina.

Benavente es un poeta importante para Puno.

A veces quieren correr –dicen- de lo telúrico, y escriben en cánones que nada tienen que ver con Juliaca, en la poesía joven al parecer hay un acercamiento a una poesía europea o norteamericana. Bien, todo ensayo es bueno. Por los años que tengo, y por las salidas al extranjero, por haber sido publicada en varios países, reafirmo mi identidad como peruana, puneña partiendo de una tradición dejada por el grupo Orkopata hasta llegar a una literatura andina amplia, moderna o posmoderna, y sobre todo respetando los nuevos lenguajes en la literatura, de modo que manifiesto mi respeto por el trabajo de Walter Bedregal Paz. Si de algo tengo que arrepentirme en mi ejercicio poético en los años juveniles es haber quemado un libro de Neruda con mis compañeros oquendianos. A las obras se las juzga en su crecimiento, en su organicidad y por su autencidad, en sus inventos y reinventos, por el lenguaje personal. Si la pintura es mala, muere. Si la poesía es mala, muere. Así de fácil. Todas las obras tienen su espacio y un tiempo, y ese tiempo es el que dirá sobre su perdurabilidad o no. Nos toca vivir tranquilos, no inoportunarnos nosotros mismos, importa la palabra escrita en nuestros textos. En estos tiempos se discute sobre una literatura criolla y andina. Qué bien que la polémica haya sido motivada especialmente por escritores del sur. Que se molesten los criollos, que se saquen ronchas, que re ericen sus cabellos. Pues nosotros también aceptamos una buena literatura citadina. Y del mismo modo seguidos el resplandor del agua y un cielo candoroso en los dedos. En todos los pueblos, centro o periferia, hay buena no buena literatura. ¿Pero qué es buena literatura? Ustedes lo sabrán de acuerdo a las lecturas.

Walter Bedregal y su aporte a la literatura Juliaqueña:

Hace como quince años conozco la obra de Walter Bedregal, él y otros jóvenes nos empezaron a llevar a Juliaca casi seguidamente, era una especie de reconstruir la historia cultural de Juliaca y allí están muy presentes y atentos René Calsín y Hugo Apaza, al finalizar el siglo XX surge en Juliaca una especie de florecimiento de la literatura luego del trabajo de Vicente Benavente y José Parada Manrique. ¿Quién es el autor de este nuevo libro sobre Benavente? Un tacneño radicado en Juliaca. La ciudad de los vientos lo recordará siempre. Su mayor mérito es acercarse a la obra de Benavente, hacerla conocer, valorarla, seguir el camino de muchos escritores que investigaron sobre la obra del poeta calcetero; retiro mis palabras iniciales y saludo a Walter Bedregal por entregarnos este libro en una cuidadosa segunda edición. Leí su cuentística, sus ensayos, sé de su actividad como promotor cultural. Todavía lo recuerdo conduciéndome al Viejo Ferrocarril vía Taxi Cholo para retornar a la Ciudad Blanca, fueron momentos de reencuentro con la madre tierra. También recuerdo que al empezar los 90 del siglo que se fue en una balsa, me llevaron al pie de Tata Dios Huaynaroque, en el último eclipse de fin de siglo, cinco de la mañana, allí espectamos la hora del enamoramiento entre la luna y el sol, se saludó a la mamapacha y la Municipalidad me impuso la Medalla de Oro a la Cultura. Solamente los juliaqueños podrían hacer esos actos tan extraños y hermosamente persistentes ahora en la memoria de los vientos, del ferrocarril, el chupeqhato, o comiendo un hervido de carachi y trucha en el mercado Túpac Amaru.

Walter Bedregal inicialmente estudió ingeniería, pero optó por la literatura metido entre llantas, reparando carros en un amplísimo espacio de su casa paterna, me recordaba a don Leoncio Bueno en la misma tarea. Walter fundador del Grupo Hijos de la lluvia. Don Leoncio Bueno fundador del Grupo Primero de Mayo. Walter Bedregal convocó a un concurso regional de cuento Rogelio Ecler en 1994 publicando seguidamente el libro Nacionalidad oculta y los cuentos ganadores (Juliaca, 1995), este libro tiene el prólogo de Cronwel Jara Jiménez. Bedregal colaboró con el diario Los Andes con su columna Páginas Escogidas. Publicó los diarios Encuentros y perspectivas, Impacto; dirigió El Clarín y Nueva época; dirigió también una revista literaria Camionero (sólo para hombres del mundo) artefacto literario donde me metió también como pasajera. Begregal organizó una serie de eventos en la literatura, es un luchador incansable por devolverle a Juliaca una tradición y una historia literaria.

Don Vicente Benavente en la tierra de Chiñi Pilcos y Machu Aychas:

Desde mis años de adolescencia conozco la obra de Vicente Benavente y José Parada Manrique. Benavente sin lugar a duda es el patriarca de las letras juliaqueñas. Es imposible no nombrarlo. Al finalizar los años 60 él nos reunía. Tenía un respeto por la literatura puneña, no le importaba si éramos muy jóvenes. El maestro Encinas había capacitado a los profesores juliaqueños con el apoyo del médico Núñez Butrón. En Puno y Juliaca había una fiebre por el indigenismo en todas sus dimensiones. Sí, podemos hablar de una poesía telúrica o lárica donde la tierra atrapa aún con hielo de invierno. El poeta calcetero estuvo atento al pensamiento del maestro y del médico Núñez Butrón. El rijcharismo siempre estará presente. En ese rijacharismo participaron el padre de Gaby Arce, así como mi madre mi primera profesora en Escuela Rural.

Coincido con Percy Zaga cuando dice que uno de los poemas más hermosos de Benavente es Julia Tanto amor para nada/ (…) para deshacerme en el gozo del silencio/ para molerme consternado de asombro; su primer libro, el tono elegíaco y romántico de estos poemas, me recuerda a Gabriela Mistral publicando también su primer libro Sonetos de la muerte dedicados a la temprana desaparición de su Rogelio Ureta. Luego vendrán los otros libros de Benavente como Cantos encendidos, Cinco poemas para mañana libros donde se ve la influencia de Luis Nieto y no tanto de Pérez Ocampo. Bedregal con mucho respeto dice refiriéndose a las memorables jornadas de 1965: Vicente Benavente, fue testigo privilegiado de una época de cambios políticos, fue un actor principal de jornadas de lucha, de una revolución que estremeció a su pueblo, a sus hermanos, y su verso poético hoy como mensaje entendido debe convertirse en verso político aseverando esta actitud nos legó un Canto a las horas de noviembre:

Se estrellan contra el pueblo/ enfurecidos y ciegos,/ conocidos lobos disfrazados.
Pero qué extraños lobos tomaron el pueblo, qué razones indujo arremeter a un pueblo que lucha por su supervivencia económica y cultural.

Se abre el amor a borbotones/ como la rosa armada de pétalos/ en las horas de noviembre insurrecto.
En medio de la lucha, el amor por los suyos está abierto como un girasol, hay rebeldía pero no se pierde el afecto de los que claman en nombre de las calcetas, el ferrocarril, las naranjas.

La masa de todos los barrios,/ presentes como un solo hombre,/ piden que se vayan los enemigos,/ que se regresen las balas,/ que se callen las metralletas,/ que se den las órdenes de fuego,/ que se alejen los que no tienen problemas.

Fue una arenga como en los tiempos de incendio de Luis Nieto Miranda luego de la revolución arequipeña los años cincuenta. El poeta invoca para que todos se unan sin temor, de lo contrario que se vayan los cobardes.

Unidos codo a codo/ por el sueño del agua

La poeta chilena Yasuco Notoy Nayto proclama El agua es el espejo de la conciencia. En nombre de la transparencia el pueblo debe unirse, verdad don Vicente? Ahora Juliaca es capital de la Identidad Andina.

Hay que abrazar el agua/ ¡Hermano del viento¡ El viento hermana a Juliaca. El agua es una especie de símbolo en la poesía de todos los poetas, no creo que exista un poeta que no le cantó al agua, que no se soñó en esa transparencia. Como decía Gaston Bachelard La imagen poética no está sometida a un impulso. No es el eco de un pasado. Y bien la poesía de Benavente es el eco de todos los tiempos presentes. Nunca leemos a Baudelaire, Pizarnik, Churata, Agustini, Ayala, Valcárcel, Espezúa, como el eco de un pasado. Los leemos en un presente y para un presente. Resalto dos poemas Página del agua: Como las aves mensajeras de la jornada/ el agua anida en tu pecho sin dejarme olvidar (…) si tú deslumbrada llenas la copa del agua, y El sueño del agua: Bella la transparencia hasta la orilla/ encierra en el corazón la húmeda eternidad, (…) Agua de la geografía del hombre,/ hasta la última plenitud del candelabro, arde espléndida en el cristal de tu seno/ así como deja la espuma rozándonos la piel/ -el lenguaje de tus líquidas perfecciones-/ que todavía no alcanzamos a señalar/ con el índice de las verdades del río.

Por el movimiento cultural a lo largo de más de cincuenta años en Juliaca, debemos agradecer la figura patriarcal de don Vicente Benavente, convocándonos a múltiples eventos, y agradecer ahora a Walter Bedregal por haber reeditado en forma más completa este hermoso libro que nos habla de una poesía contundente, inolvidable, eterna como tus ojos Río Maravillas de mi infancia.

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